Así comienza Tanguy, de Michel del Castillo. Escritor francés, nacido en Madrid en 1933, hijo de francés y de española, activista republicana, la biografía de Michel del Castillo coincide casi por completo con la historia que nos cuenta en Tanguy, su primera novela, editada en 1957, todo un best-seller de la época. El autor elige sin embargo la tercera persona narrativa para poner distancia entre sí mismo y el relato. Como dice el escritor, de esta manera consigue biografiar la novela, y obtener la necesaria objetividad para contar esta terrible Historia de un niño de hoy, como reza el subtítulo del libro, muy popular en muchos colegios de Francia donde ya es un clásico.
El calvario de Tanguy es sobrecogedor. No solo será víctima inocente de la guerra de España, de la que su madre huirá llevándoselo a Francia, sino también de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la madre consigue escapar del campo de internamiento en el sur de Francia en el que ha sido recluida junto a Tanguy, éste queda abandonado a su suerte. Con tan mala fortuna, que es capturado junto a un grupo de judíos y deportado a un campo nazi en Alemania. Sobrevivirá a la cruel experiencia gracias a la ayuda de Gunther, un preso alemán que tiene claro que “en una guerra no hay vencedores o vencidos, solo víctimas”. Tras la liberación será repatriado a España. Pero allí su abuela acaba de morir, y sin más familiares, Tanguy es internado en una lúgubre institución clerical de Barcelona, el asilo Durán, donde se maltrata y abusa de los menores. A los 16 años conseguirá fugarse para intentar ser dueño de su destino.
El resto de esta espeluznante historia deja un atisbo de esperanza para el personaje protagonista que retorna a Francia en busca de sus padres. A pesar de la sucesión de atrocidades en que se ve envuelto Tanguy, el tono del narrador es sorprendentemente compasivo y empático, y no solo con las víctimas, sino hasta con los verdugos, llegando en alguna ocasión a afirmar que la culpa es de la guerra. Es evidente aquí la influencia de Dostoievski, autor muy admirado por el entonces joven escritor. Sin embargo, los momentos más memorables del relato, son aquellos en que Tanguy, ya adolescente, es capaz de rebelarse, y superar su constante sensación de desamparo.
A nivel estilístico, hay que destacar la economía de medios expresivos, con frases cortas, sencillas y efectivas, buscando la plasmación más directa posible de los sentimientos, antes que la brillantez formal. El resultado es una novela contundente y estremecedora, que aporta una gran lección moral y se lee con el alma en vilo. La encontrarán en la gasteiztarra editorial Ikusager. Tanguy de Michel del Castillo.
Javier Aspiazu
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