Ha sido uno de mis lecturas favoritas este verano, la adaptación al cómic de El primer hombre, la novela póstuma e inacabada del Premio Nobel de Literatura, Albert Camus. Un texto maldito aparecido en un maletín de cuero entre los restos del coche que se estrelló contra un árbol el 4 de enero de 1960, y en el que murieron el propio Albert Camus y su editor Michel Gallimard. 144 páginas manuscritas, con letra pequeña y abigarrada que, bajo el título de El primer hombre, dibujaban un impresionante fresco sobre la vida y muerte de los franceses emigrados y nacidos en Argelia. Una obra llena de fuerza y pasión, un desesperado intento por recuperar las sensaciones de la infancia vivida en Argelia, la colonia francesa, un país que fue promesa y esperanza para decenas de miles de personas que no tenían nada, que lucharon en tierra extraña por labrarse un futuro y que, al final, tuvieron que abandonar tras una brutal guerra y el obligado proceso de descolonización.
Albert Camus, nacido en Argelia, sentía y amaba esa tierra y aceptaba su independencia, aunque siempre rechazó los medios violentos. El primer hombre está protagonizado por Jacques Cormery, alter ego de Camus, un niño vital e inteligente a la sombra de su abuela dominante y su madre, una bella mujer, con problemas de audición y viuda joven cuyo marido murió en la Primera Guerra Mundial. Con el vago recuerdo de ese padre que se fue cuando él era todavía un bebé, Jacques crece entre los ruidos, aromas y colores de Argel y sus playas mediterráneas. Sufre y asume las dificultades económicas de su familia y mantiene una férrea disposición a aprender y salir de esa pobreza cotidiana. La obra de Albert Camus es un canto a Argelia, un homenaje a un país y a unas gentes a los que la Historia obligó a separar sus caminos y a mirarse como enemigos. Escuchamos y vemos a Jacques Cormery niño y adulto, juntos en el pasado y el presente, unidos por la idea de una vida mejor y por la obligación de convertirse en ese “primer hombre” de las familias pobres que consigue llegar a la ansiada meta.
Y quién mejor para contarlo que Jacques Ferrandez, reconocido dibujante nacido en Argelia, profundo conocedor de ese país y que también ha adaptado al cómic la obra cumbre de Albert Camus, El Extranjero. Un binomio perfecto de cómic y literatura, El primer hombre, publicado en castellano por Alianza Editorial. No os lo perdáis.
Iñaki Calvo
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