Estos datos reflejan la problemática actual de nuestra sociedad y las consecuencias del denominado analfabetismo emocional. Toda vivencia personal se caracteriza por la continua presencia de emociones que afectan a nuestro estado de ánimo. De ahí la necesidad de realizar algunos cambios en las respuestas emocionales que damos a los acontecimientos a fin de prevenir ciertos comportamientos de riesgo y construir bienestar.
Gracias a las aportaciones científicas e investigaciones en los ámbitos de la neurociencia y de la psicología, una de las convicciones de mayor interés en la sociedad actual es la de que nuestra vida emocional puede producir tanto salud como enfermedad.
Tenemos al menos dos palabras, “dolencia” y “enfermedad”, para distinguir situaciones de indisposición respecto de la salud en las que la duración temporal y la gravedad del proceso son distintas, generalmente. En consecuencia, la cuestión importante es: ¿pueden las emociones producir dolencias y enfermedades?
Lazarus y Lazarus se plantearon tan interesante cuestión y efectuaron una re
Desde el punto de vista inmunológico es conocido que los factores emocionales desempeñan un papel en ciertas enfermedades. Algunas de las hormonas segregadas en presencia de las emociones vinculadas al estrés obstaculizan o debilitan el proceso inmunitario y nos dejan más vulnerables. Así, las emociones vinculadas al estrés, como la ansiedad, la culpa, la vergüenza, la tristeza, la envidia y los celos, generan potentes hormonas que se vierten en el torrente sanguíneo e influyen en la manera de funcionar de los órganos, acelerando procesos y aminorando otros.
Aunque la investigación, en términos generales, no sea concluyente desde el punto de vista de su totalidad de conocimiento preciso, sí parece que existen claves suficientes para pensar que la vida emocional y la enfermedad están muy relacionadas. (Lazarus, R. y Lazarus, B. 2000). El proceso al revés también está siendo ampliamente estudiado. Por ejemplo, que una actitud optimista, con emociones positivas de esperanza, tiene relevancia para la curación.
Mediante el poder curativo de una frase repetida, del canto, de la música, de la risa, de los colores y de todas las sensaciones que inciden en nuestro estado emocional de forma positiva, normalmente, los períodos de curación tienden a reducirse en el tiempo, la mejora es más significativa y muchas veces los procesos se revierten (Esquivel, L. 2005).
Respetando los grandes avances tecnológicos en los cuales la medicina actual se encuentra inmersa, deberíamos pensar que existen tantas enfermedades como enfermos.
En otras palabras, podríamos introducir en la medicina tradicional, la variedad de la vivencia emocional de la enfermedad. De esta manera, se generaría un tipo de medicina general muy distinta, la cual incorpore terapias denominadas como alternativas, las cuales tienen mucho que ver con el tratamiento de los aspectos emocionales y perceptivo.
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Llevo ya 5 años utilizando el término de salud emocional cuando aún nadie lo hacía. Y, no tiene nada que ver con un concepto más amplio en el que se deban incluir las ideas de Goleman. La salud emocional tiene a ver con la verdadera función de las emociones, la salud. Deberíamos plantearnos una verdadera profilaxis de lo emocional y dejar la reeducación para cuando esta haya fallado. Las emociones son el primer pre.cognitivo que tenemos, sin ellas el desarrollo cognitivo no sería posible. El sistema emocional es el encargado de desarrollar las capacidades adaptativas necesarias para el aprendizaje. Falta mucho por avanzar o por retroceder porque las funciones emocionales se conocen desde hace mucho tiempo, sólo que es más sencillo y motivador abogar por controlarlas.