Hoy he querido utilizar este espacio para compartir con vosotros una experiencia que, quizás, pueda servirles de inspiración durante esta época del año, en la que apetece cambiar de aires y las palabras ocio y vacaciones suenan más a menudo. Además, durante este relato, te invito a descubrir conceptos y profundizar en distintos temas mediante los diferentes enlaces que aquí aparecen.
Es tiempo de cambiar abrigos por ropa más ligera, ya es primavera y con ella llegan las ganas de ocio y vacaciones, de planificar nuestro tiempo libre.
Personalmente, este año está siendo muy intenso, de crecimiento y mucho aprendizaje. Un año en el que casi no he parado, en el que el tiempo se me ha pasado volando. Y en ese transcurrir, que por cierto he estado disfrutando, mi yo interior me estaba pidiendo un descanso, me susurraba al oído que tenía que hacer foco en otras cosas importantes para mí. Es así que decidí escucharme y hace unas semanas, aprovechando el puente de finales de abril, decidí tomarme unas vacaciones conmigo.
Me tomé un tiempo para volver a conectar con aquellas otras cosas que me hacen feliz. Me tomé tiempo para cultivar y cuidar mis relaciones sociales: mi pequeño jardín, mi paraíso.
En esos días no hice un gran viaje, no descubrí nuevos lugares, no me lancé a grandes aventuras, ni tampoco me retiré del mundo para hacer meditación. Simplemente, volví a conectar con mis valores, con aquello que verdaderamente me importa, sin planes. Y es entonces cuando me di cuenta que mi jardín necesitaba un poco más de cariño… que quería ver más flores en esta primavera un poco lluviosa.
En primer lugar, decidí disfrutar más del tiempo con mi compañero de vida. Con esos pequeños GRANDES momentos en los que el tiempo vuela en tan buena compañía, conversando, dando un paseo por el monte, cocinando algo rico… Sintiendo la presencia del otro y compartiendo.
Y mientras me dejaba llevar y reconectaba con lo que me importa, me sentí agradecida por mi familia y mis amigos, aquellos que a la distancia siempre están cerca. Tenía que mimarlos un poco, y buscando el cómo encontré un medio que me permitió mimarme a mí también. Puse en marcha mi lado creativo y me sumergí en el dibujo y la escritura (**flow), escribí unas cartas y dibujé unas cuantas tarjetas para sus hij@s (mis sobrinos de sangre y de corazón).
Realmente fueron unas estupendas vacaciones conmigo para disfrutar con ellos, con quienes me importan y dan a mi vida significado.
Como comenta Miriam Subirana en su post, “Claves para aprovechar nuestro tiempo”, realmente vale la pena tener una cita con uno mismo. Desde aquellos días, me he sentido con más energía, más creativa, comparto más tiempo de calidad con mi pareja y como guinda del pastel, las cartas que he enviado me están dando grandes dosis de cariño y afecto de las personas que más quiero.
Ya veis, no hacen falta grandes cosas (ni siquiera planes), para tener momentos sentidos y con sentido
Y tú, ¿ya has tenido una cita contigo? ¿A qué esperas?
Listen to the music (Doobie Brothers) En la era de la inmediatez vivimos nerviosos. Con…
Llevo un tiempo con una melodía triste sonando en mi cabeza. No me imposibilita seguir…
Bajo el título “Este bebé con un casco tiene la clave para entrenar la IA”…
Imagen de Chen en Pixabay Matrix (1999), Ready Player One (2018), Blade Runner (1982), Yo,…
Pensando en qué escribir en esta entrada, me topé varias veces con un término que…
Una de las crisis existenciales más importantes del ser humano es la provocada por la…
View Comments
Muchas gracias por la información. Gran aporte de esta web. Reciba un cordial saludo!