Archivo por meses: junio 2009

Una canción infantil triunfa… 50 años después

Supongo que todos habréis tenido la oportunidad, a estas alturas, de disfrutar de un anuncio televisivo donde una marca de coches de gama alta promociona su nuevo modelo sobre una canción donde un tipo canta una cancioncilla llena de onomatopeyas con la sola compañía de una guitarra. Curioso, por cuanto la mayor parte de los anuncios de coches se nutren de sofisticadas melodías llenas de modernidad, donde no suelen faltar guitarras eléctricas, voces juveniles, bases o arreglos electrónicos y, por supuesto, un estribillo que se te queda en el coco durante unos cuantos días.[kml_flashembed movie="https://www.youtube.com/v/DUDtFdnn9oQ" width="425" height="350" wmode="transparent" /]

La campaña en cuestión tiene que ver con el Audi Q5, un modelo considerado de lujo si se tiene en cuenta que ha estado en el origen de una polémica en Cataluña: un alto cargo del departamento de Agricultura ha tenido que devolver este vehículo mes y medio después de su adquisición como vehículo oficial tras ser considerado como demasiado lujoso. La noticia ha sido recogida por la prensa y tiene su explicación: en tiempos de crisis hay que predicar con el ejemplo.

A lo que íbamos. La canción en cuestión no es otra que “Riding in my car (the car song)”, una pieza compuesta por el legendario Woody Guthrie y que incluyó en su álbum “Nursery days” (Días de guardería) publicado por Smithsonian Folkways en 1958. Dado que por aquel entonces Guthrie había comenzado a sufrir los efectos de la enfermedad degenerativa que le llevó a la muerte, suponemos que la canción habría sido escrita y grabada unos cuantos años antes. En cualquier caso Guthrie es uno de esos artistas de los que desconocemos buena parte de los detalles de sus sesiones de grabación, por lo que no vamos a insistir en la investigación. Lo que sí está claro es que Folkways editó el disco con destino al mercado infantil, sobre todo el de los más pequeños; los juegos de palabras, los trabalenguas y las onomatopeyas de muchas de estas canciones parecen ir en esa dirección. Los más interesados pueden hacerse con el disco en tiendas virtuales, como Amazon.

Está claro que la canción ha dejado su huella y que, en cierta manera, ha triunfado 50 años después de su edición original. Es muy fácil quedarse con el ruidillo del motor, con los alaridos de la bocina, con el click clack de las puertas que se abren y se cierran… La letra se puede consultar al detalle en la propia web de la Fundación de Woody Guthrie. Sin embargo dudo mucho que si Guthrie estuviera vivo hubiera dado permiso para anunciar un vehículo de estas características. El padre del folk estadounidense tuvo una vida bohemia y complicada, de continuos viajes de costa a costa, ya fuera a dedo o en los trenes de mercancías, siempre con su guitarra a mano, aquella donde ponía “Esta máquina mata fascistas”. Sin embargo, a pesar de su movilidad y de su apoyo a causas sociales, políticas y sindicales, sus últimos años fueron terribles: vivió prácticamente en la pobreza y pasó sus últimos años en un par de hospitales donde aún no sabían cómo combatir la Corea de Huntington, una enfermedad degenerativa de la que también murieron dos de sus hijos. En uno de estos hospitales fue donde recibió la visita de un jovencito llamado Bob Dylan, que le imitaba en los gestos, en el acento, en la forma de cantar, en la manera de colocar la guitarra con el mástil en alto. Durante unos años le idolatró y le imitó, hasta que encontró su propia personalidad artística. Pero esa es otra historia. El caso es que Guthrie no quería saber nada de lujos ni de ricachones (el episodio de su libro “Rumbo a la gloria” donde dice no a unos empresarios del espectáculo en un piso alto de un rascacielos de Nueva York es memorable). Pero ya ves, ahora su música ayuda a la gran industria del automóvil.

De la buena salud de la canción nos hablan unas cuantas grabaciones que hemos encontrado en YouTube; hay un poquito de todo: versión con guitarra, versión con ukelele, otra de Dylan, otra inspirada en el Caballero Oscuro de Batman o la de un programa británico infantil de 1973!!! No es una mala conexión, si tenemos en cuenta que la campaña de la empresa alemana Audi está diseñada por una potente agencia londinense.

PD: Aunque por aquí conocemos la versión de 20″ existe una más completa de un minuto, que he colocado al final de los demás vídeos.

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Happy birthday, Folk Roots!!

Hace unos pocos días me llegaba, fiel a la cita, el nuevo número de la revista británica Folk Roots. Estoy suscrito a esta publicación desde hace diez o doce años, lo cual no es mucho si tenemos en cuenta que estos días celebran su 30º aniversario. Antes de nada, mi happy birthday, porque llevar a buen puerto una publicación que al principio se dedicaba a la música folk y que ahora es la biblia de la world music, no ha sido tarea sencilla. En ocasiones han tenido que hacer campaña para asegurarse la continuidad, han pedido ayuda a quienes tienen capacidad para poner publicidad, a los redactores, muchos de ellos en la brecha por amor al arte, a los lectores, para que se suscriban, a los suscriptores, para que entiendan la subida de precio de un año para otro. Al final, 30 años no es nada, pero al editor y a sus fieles colaboradores les ha costado, como diría Churchill, sangre, sudor y lágrimas.

Ian Anderson, a la derecha, junto a Phil Beer (Show of Hands)

Ian Anderson, a la derecha, junto a Phil Beer (Show of Hands)

En un mundo editorial tan agitado como el británico, donde el que se descuida queda fuera, Folk Roots, que ahora se hace llamar Froots, lleva un subtítulo que la identifica: Local Music From Out There, música local de ahí fuera. Y en eso se ha centrado en estos treinta años: en enviar a alguien a ver qué se cuece en Madagascar, en Zanzíbar o en las islas Okinawa. Desde hace seis años incluye listados de los más vendidos en diferentes tiendas o los más escuchados en algunas emisoras. Hace poco, Ian Anderson (nada que ver con Jethro Tull), músico veterano, editor, alma y padre del invento, contaba desde su columna mensual que acababan de sustituir su listado habitual de los discos más vendidos de world music de las megatiendas Virgin porque la cadena cerraba sus puertas. Ahora el listado procede de Amazon UK, es decir, de las ventas por internet. Está claro que los tiempos cambian.

Ian Anderson es un tipo nervioso e infatigable, casi hiperactivo, al que tuve ocasión de conocer in person en uno de los Womex celebrados en Sevilla. Con sus gafas old fashion y su pinta de despistado parece más un científico loco que otra cosa. Pero en cuanto hablas con él te transmite esa pasión profunda por la música, por los países y culturas lejanos, por los buenos conciertos, por los discos recopilatorios llenos de viejas joyas… En fin, que puedes pasarte horas con él sin agotar el temario. Desde su columna mensual, The Editor’s Box, hace excelentes radiografías del circuito actual desde dentro: conciertos, discográficas, prensa musical, programas de televisión, nada se le escapa. Se echa de menos este tipo de figuras entre nosotros, con esa visión tan universal, tan optimista a pesar de las malas noticias, tan full time… Otro que tal baila es Andrew Cronshaw, músico muy activo y redactor de la revista, un tipo también muy peculiar y responsable de muchas de las críticas que han tenido los músicos vascos, sobre todo los del mundo de la triki, en esta revista. A Andrew me le he encontrado en el Celtic Connections de Glasgow, en el Womex de Sevilla, otro tipo que no descansa. Y que, excepcionalmente, chapurrea muy bien el castellano, sin duda gracias a sus numerosas visitas a Galicia, Asturias y Euskadi. Incluso sacó tiempo para tocar en nuestros conciertos jungleros.

Pero la cosa no queda ahí. La revista ha hecho un esfuerzo importante y ahora se puede disfrutar, a modo de prueba, en su formato pdf, es decir, las páginas tal cual salen de la imprenta, con todos sus colores, con sus extensas entrevistas, con sus informes, con sus excelentes fotografías. Ahora se puede disfrutar del número de junio al completo. No sé si en el futuro este servicio será de pago o lo pondrán gratis en la web. En cualquier caso, pocas cosas ahí comparables al olor maravilloso de la revista cuando abro la bolsa de plástico en la que viene empaquetada todos los meses. Es una mezcla entre la magdalena de Proust y el perro de Pavlov.

Si aún no conoces la revista, ahora puedes acercarte mejor que nunca. Hay muchas palabras que no entenderás porque son específicas del inglés relacionado con el mundo de la música, un slang para iniciados; en cualquier caso, nada que no se pueda superar con algo de imaginación y muchas junglas sonoras.