Paseando por los Acantilados de Moher.

Imaginar viajar a irlanda. lo melancólico, sus paisajes alguna pinta que cae por allí una  tarde luego de paseaacantilados de moherr….como paseamos hoy por los y allí,  Acantilados de Moher.

Acantilados que son en si mismos como una seña de identidad de los irlandeses. e imaginando, estamos allí, parados en el borde de los acantilados con sus 230 metros de altura y sus ocho kilómetros de largo recibiendo el viento frió que viene desde el mar. un mar que se mueve inquieto debajo de la caída vertical de las rocas de pizarra y arenisca. tiro una piedra al mar… y desaparece….y sigo tirando una… dos…. una tras otra como si tanta belleza me empujara a jugar a que con cada piedra tiro al océano algo de mi que no quiero o no necesito… me dejo llevar…

Contemplo el paisaje mientras recuerdo que mi abuelo me contaba que en primavera, los acantilados eran un lugar privilegiado para los amantes de las aves. abajo, como pequeños puntos blancos los nidos de los pájaros: pufins…razorbills…gannets….kitiwakes… nombres de ave que me resuenan ahora mismo y que me hacen desear que sea primavera y estar alli en irlanda mirando los pájaros y el mar. Estoy justo en el punto llamado hag´s head con el Atlántico a mis pies.

En el centro mismo de los acantilados me espera la torre de O´brien. Fue Cornelius O´brien ,descendiente directo del gran rey de irlanda Brian Boru, quien la construyo. Una torre circular que desde 1835 ya era mirador para los turistas que venían… y me gusta pensar que ya otros estuvieron desde aquel entonces en el mismo punto observando tanta belleza. ¿cómo sería la vida de aquellos turistas de 1835? fuera como fuera, ellos también verían desde el atalaya las Aran Islands y la Bahía de Galway con un telón de fondo formado por las montañas Maumturk

tenemos la suerte de poder recorrer los acantilados en toda su longitud, ya que un sendero, nos lleva por toda su extensión. ocho kilómetros para empaparnos de belleza. ocho kilómetros para tal vez, no hacer nada mas que mirar y sentir.

la belleza de estos acantilados atrapó la atención del mundo del cine, filmándose en ellos la película la princesa prometida en 1987. el mundo de la música también se rindió a sus pies, al ser estos el escenario del video “lámore” del dueto italiano Sonohra.

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