“La sensación de que sólo el lado alegre de tu carácter atraía el cariño de los demás o de que tu mayor cualidad consistía en una misteriosa habilidad para que el dinero acudiera a tus manos se convertía, o a
Elvira Lindo ha puesto el corazón en la confección de esta novela, que sin ser ni estar cerca de unas memorias, sí tiene tintes autobiográficos. Lo que me queda por vivir es el testimonio sincero, en ocasiones muy emotivo, y siempre cercano, de una joven locutora de radio, que se separa de su marido cuando su hijo tiene cuatro años, que se ve sola en el Madrid de los 80, y que se siente perdida y consagrada a un compás de espera que la daña. En estas páginas, por las que discurre una existencia que, si fuera esquematizada no sería muy diferente de otras muchas, la narradora rememora su infancia errante, la juventud y su nervio, la pérdida temprana de su madre, los días en el pueblo, la recia protección de su tía, la militancia política y su inercia, experiencias amorosas y sexuales. Pero, la voz de la protagonista, que terminará por resultar muy familiar al lector, se centra de una forma singularmente intensa en su hijo, un niño que, nos confiesa, la protegió y la obligó a sobrevivir. Hay ternura, cierta culpabilidad y poca autocompasión en esa mujer que hace inventario de sus pesadumbres, derrotas, titubeos y errores, muchos tan parecidos a los nuestros.
Txani Rodríguez
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