Jack McDevitt es en estos momentos uno de los grandes autores de la ciencia-ficción estadounidense. Su forma de narrar y de contar historias le entronca con la obra de clásicos como Robert A. Heinlein ó Isaac Asimov. Sus libros son muy entretenidos, están repletos de buenas ideas y tienen ese “sentido de la maravilla” imprescindible para que una novela de este género te atraiga desde el principio.
Las novelas de McDevitt se aglutinan en tres series: las de trama independiente, entre las que sobresale El texto de Hércules; las que transcurren en el mundo de la Academia, que habla de grandes expediciones intergalácticas y que nos ha dejado relatos tan vibrantes como Las máquinas de Dios, Deepsix y Omega; y las protagonizadas por el aventurero y anticuario Alex Benedict y su socia y piloto de naves estelares Chase Kolpath, compuesta por el momento por cinco novelas, de las que se han traducido al castellano Un talento para la guerra y ahora Polaris.
En Polaris, Benedict, tras la anterior aventura en la que desveló al mundo la verdadera historia del héroe de la
Jack McDevitt utiliza la novela para hacer una reflexión muy profunda y certera sobre los límites morales de la investigación científica; sobre las verdades que ocultan las mentiras de la Historia Oficial; sobre el sentido del deber y la lealtad; sobre las reglas del compromiso. Reflexiones plagadas de aventura y misterio, en las que se prima la labor de investigación de los protagonistas. Porque cada vez está más claro que el autor utiliza esta serie para enhebrar la ciencia-ficción con el relato policíaco. Una investigación que intenta desentrañar misterios del pasado y que está repleta de grandes aciertos: la guerra entre los Humanos y los Mudos, que todavía marca el presente; la presencia de avatares, que permiten hablar con personas fallecidas; la tecnología cuántica aplicada a las naves estelares, que posibilita viajar de un punto a otro de la galaxia casi instantáneamente; el borrado de las mentes, como castigo a los criminales más duros e irrecuperables; los avances en la lucha contra el envejecimiento, que provocan el pánico en aquellos que piensan que somos demasiados como para no morirnos; la existencia de Investigaciones, una fundación que impulsa los viajes científicos por el cosmos…
Creo que hay pocas personas que puedan aburrirse con una novela de McDevitt, que maneja como pocos el tempo del relato, aunque aquí se le ha ido un poco la mano en la investigación central del libro, que podría haber sido aligerada un poco. A pesar de todo, el misterio va ganando al lector y, como sucede en todas las novelas del estadounidense, las últimas cien páginas son pura adrenalina y se leen de un tirón. Estamos deseando ya que se publiquen las nuevas entregas de esta serie, Seeker, Premio Nebula en 2007, The Devil’s Eye y Echo. Y si no es mucho pedir, nos gustaría que La Factoría de Ideas publicara también el último libro de la serie de la Academia, Cauldron, y la novela de lectura independiente Time travelers never die. ¿Todavía no eres fan de McDevitt? ¡A qué estás esperando!
Enrique Martín
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Hola Kike,
Yo también soy fan acérrimo de Jack. Me he enterado que en otoño 2011 "Cauldron" será publicada. Lo de las novelas que esten fuera de la serie de Alex Benedict lo veo muy pero que muy difícil. Pero ojalá te hagan caso.
Un saludo.