Pompas de papel

La novela policíaca transita por caminos trillados. A los aficionados al género comienza a aburrirles la sobresaturación de asesinos en serie más listos que el hambre que ponen contra las cuerdas al investigador de turno, que de todas formas acaba triunfando… casi siempre. Por eso los aficionados husmean entre la amplia oferta que reciben cada mes para intentar encontrar algo diferente, fresco, novedoso. Hermana (Principal de los Libros) la primera novela de la británica Rosamund Lupton cumple con los tres requisitos.

Es una novela en la que hay un crimen que aparece enmascarado como suicidio. Todos creen que la mujer joven, Tess, que apareció muerta en unos servicios abandonados de un parque de Londres se suicidó víctima de una depresión postparto agravada por el prematuro fallecimiento de su bebé. Todos, menos su hermana una ejecutiva triunfadora, Beatrice, que vive en Nueva York y que siempre cuestionó la vida libre y artística de su hermana. La ejecutiva lo deja todo y se embarca en una investigación suicida que le hace encontrarse con una verdad aterradora.

Lo mejor de la novela es el punto de vista, porque la historia está contada en primera persona por esa hermana altiva, egoísta y orgullosa que ha de afrontar un hecho abrumador. También es interesante que la autora cuente la historia desde el presente, un presente en el que el caso ha sido ya resuelto, sin que el lector sepa cómo, y en el que la protagonista narra en largas entrevistas con el  fiscal encargado de acusar al asesino cómo sucedió todo. Es decir, se nos cuenta cómo se siente ahora la protagonista, un año después de la muerte de su hermana y del apresamiento de su asesino, y a la vez que es lo que sentía mientras investigaba. En el proceso, a pesar de los miedos y las angustias, vemos como Beatrice ha crecido y como tras el duelo se ha convertido en una persona mejor. ¡Ah!, como buena novela policíaca de misterio, el final tiene una última vuelta de tuerca realmente sorprendente. Y esto es algo que no se puede decir todos los días.

Enrique Martín