Pompas de papel

Ricardo Menéndez Salmón es un escritor asturiano que siempre había publicado en su tierra y que estaba considerado un “escritor de provincias”, como dicen los críticos de Madrid. Hasta que en 2007 apareció en Seix Barral La ofensa y la opinión sobre él cambió radicalmente. En tres años publicó una trilogía, la denominada trilogía del mal, que le convirtió en una de las grandes realidades de la literatura en castellano. La trilogía, magnífica, la componen La ofensa –una historia sobre la maldad nazi durante la segunda guerra mundial-, Derrumbe –un relato sobre la amenaza de un asesino en serie- y El corrector –una reflexión sobre la matanza en los trenes de Madrid del 11 de marzo de 2004. Luego llegó el año pasado La luz es más antigua que el amor, una vuelta de tuerca a los intereses del autor en la que rendía homenaje a los creadores, en la figura de un escritor y tres pintores.

Ahora, y antes de que publique su nuevo trabajo, se recupera un libro que apareció en 2006 cuando Menéndez Salmón no era conocido por el gran público. La noche feroz es una fábula violenta, una alegoría que se sitúa en un pueblo perdido de la montaña asturiana en los primeros días de la Guerra Civil. Es un pueblo donde hay un amo ignorante, un señor muy rico pero ilustrado, un cura montaraz, un maestro bolchevique, un vagabundo desaliñado y dos obreros con mala suerte de paso por el lugar. Al pueblo han comenzado a llegar los primeros ecos de la guerra y da la impresión de que los protagonistas empiezan a perfilar posiciones para la gran matanza. Pero antes de que ésta llegue se produce un hecho atroz, una niña es violada y asesinada. Las fuerzas más oscuras se reúnen en turbamulta bajo la dirección del cura inmisericorde y con escopetas y aperos de labranza se aprestan a “encontrar” un culpable.

La novela es ante todo una alegoría del horror donde nada es blanco ni negro, porque todo el mundo esconde secretos inconfesables. En tan solo cien páginas se habla de la ignorancia, el poder, la violencia, el dinero, la pobreza, lo mítico, lo irreal, la soberbia, la religión, la inocencia, la mentira, la verdad, la dulzura, los demonios interiores, lo profano, lo fabuloso y sobre todo se habla del mal. No es un libro mayor en la obra de Menéndez Salmón, pero tampoco uno menor, porque todo lo que ha escrito este asturiano es de mucha enjundia literaria. Pasa la voz.

Enrique Martín