De vez en cuando te encuentras con una novela que te deja una sonrisa de oreja a oreja tras su lectura. El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Salamandra) es una de ellas. La novela falsamente naif del sueco Jonas Jonasson –dos millones de ejemplares vendidos y un éxito clamoroso en varios países europeos- te deja un cuerpo estupendo. Primero porque te hace reír mucho y segundo porque se toma a chirigota los “momentos claves” de la historia europea del siglo XX. ¿Y cómo hace todo esto el bueno de Jonasson? Pues muy sencillo, creando un personaje que para mí ha pasado ya a ocupar un lugar relevante de la historia de la novela europea contemporánea.
El personaje se llama Allan Karlsson, y es el protagonista absoluto de este libro irreverente y jovial. Cuando nos topamos con Allan acaba de cumplir cien años y no está dispuesto a dejarse morir en un asilo. Por eso, cuando en la residencia donde vive se aprestan a brindarle un homenaje, él decide huir y dejar con dos palmos de narices a autoridades, médicos, enfermeras y demás vejestorios. Comienza en ese momento una huida alucinante y alocada complicada por el robo de una maleta que contiene una cantidad indecente de dinero de dudosa procedencia. El escritor trufa esta huida repleta de personajes peculiares –un bala perdida que vive en una estación de tren desvencijada, un vendedor de salchichas que acaba siendo el chófer de Allan, una mujer de armas tomar que tiene como mascota a una elefanta y un grupo de mafiosos de medio pelo- con vistazos al pasado del protagonista que tiene mucha más historia de la que en principio pudiera parecer. Porque Allan estuvo en la Guerra Civil española donde salvó a Franco de morir en combate a pesar de que estaba con las tropas republicanas, contribuyó a crear la bomba atómica que permitió a Estados Unidos ganar la II Guerra Mundial, hizo amistad con el presidente Truman que le pidió que mediara en la guerra civil china entre comunistas y nacionalistas, conoció a las mujeres de Mao y Chian Kai-she, atravesó el Himalaya hasta llegar a Irán, tuvo extrañas relaciones con Stalin, Churchill y De Gaulle, y fue espía de diferentes países.
Jonasson hace un repaso apasionante y cómico de los principales hitos políticos del siglo XX –a la manera de la película Forrest Gump-, a la par que nos ofrece una vibrante trama de enredos, persecuciones y situaciones chuscas que aprovecha para no dejar títere con cabeza. Todo ello centrado en la figura entrañable, humana, cercana y noble de un personaje experto en explosivos que se muestra escéptico ante las grandes ideas absolutas que quisieron cambiar el mundo y que produjeron y producen muertos, injusticia, persecuciones y miseria. Novelas como estas certifican que la risa puede ser un elemento revolucionario de primera magnitud. No se pierdan una de las sorpresas del año.
Enrique Martín
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Totalmente de acuerdo he disfrutado mucho leyendola y me he reido que con la que esta cayendo no es poco,Allan nos enseña como vivir los acontecimientos dejando que ellos te lleven sin agobiarse en ningun momento pese a lo ddramatico de las situaciones.
Totalmente recomendable.