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Daniel Kahneman, la psicología aplicada a la economía

“La segunda parte actualiza el estudio de la heurística de los juicios y examina un problema mayor: ¿por qué nos resulta tan difícil pensar estadísticamente? Pensamos asociativamente, pensamos metafóricamente y pensamos causalmente con facilidad, pero hacerlo estadísticamente requiere pensar en muchas cosas a la vez, algo para lo que el sistema 1 no está diseñado.

Las dificultades del pensamiento estadístico contribuyen a conformar el tema principal posterior: que describe una desconcertante limitación de nuestra mente: nuestra excesiva confianza en lo que creemos saber y nuestra aparente incapacidad para reconocer las dimensiones de nuestra ignorancia y la incertidumbre del mundo en que vivimos. Somos propensos a sobrestimar lo que entendemos del mundo y a subestimar el papel del azar en los acontecimientos. El exceso de confianza es alimentado por la certeza ilusoria de las retrospecciones.

Posteriormente, dialogamos con la disciplina de la economía acerca de la naturaleza de la decisión y la suposición de que los agentes económicos son racionales.”

Estos son párrafos de la introducción de Pensar rápido, pensar despacio, de Daniel Kahneman, publicado por Debate.

Lo advertimos de entrada. Este es un gran libro, gran libro de más de 650 páginas y gran libro de muchas horas de gran disfrute. Así ha sido para mí durante no pocos días de este verano. En él nos encontramos a Daniel Kahneman, un psicólogo Premio Nobel de Economía. No debe ser cualquiera este psicólogo para que los economistas le hayan reconocido su aportación con el Nobel de 2002. Pero quien dice Nobel de Economía, podría de otros campos, de la Paz, por ejemplo, porque la aportación que nos hace esta obra analiza nuestra forma de pensar, por tanto nuestra forma de ser y los muchos autoengaños que nos llevan a juzgar y comportarnos tal como lo hacemos.

Según esta magistral obra de divulgación que recoge avances de los últimos 30 años que todavía no han llegado al acervo general, nuestra forma de pensar es muy primitiva, muy de huir de los riesgos, muy de juzgar demasiado rápido sin pararnos a sopesar los hechos y los motivos. Y es que el sistema de pensamiento secundario es perezoso, por lo cual resulta víctima del pensamiento primario, más rápido e instintivo, que con un par de recuerdos es capaz de presentarnos una película verosímil aunque totalmente ficticia.

También aprendemos que hay varios yo en cada uno de nosotros. Principalmente el yo que experimenta y el yo que recuerda, muy distintos entre sí por que lo que recordamos es una reelaboración de lo vivido.

No vamos a seguir con los contenidos pero diremos para concluir que es esta una obra que puede que imponga mucho respeto a quien la aborde, pero que en ningún caso defraudará a quien la concluya.

Jokin Aldazabal

Kike Martin

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