Esta es una novela negra, pero una novela negra de corte casi sociológico, porque nos habla de una zona del planeta bastante desconocida por estos lares: de la Carelia, un país a caballo entre Finlandia y Rusia. Un lugar del mundo que se vio convulsionado durante la caída del muro en 1989, cuando las autoridades finlandesas ofrecieron la nacionalidad a todos aquellos ciudadanos ex soviéticos de origen carelio que quisieran volver a “su país”. Lo curioso es que en estos momentos hay cuatro Carelias: una república rusa del mismo nombre, dos regiones en Finlandia, la Carelia Septentrional y la Carelia Meridional, y el denominado Istmo Careliano que está integrado en el entorno de San Petersburgo.
Es en este paisaje donde el finlandés Matti Rönkä (1959), que nació y creció en Carelia del Norte, ha situado las aventuras de su detective privado Víktor Kärppä que conforman una serie ya de seis novelas. Kärppä que, como indica el título de la novela, tiene una cara de asesino que echa para atrás, es uno de esos carelios de origen ruso, que hizo todo tipo de barbaridades cuando estaba enrolado en el ejército soviético. Su vida no es muy edificante. Mientras resuelve los escasos asuntos que le llegan como detective, se saca unos extras haciendo pequeños “trabajos” para un mafioso llamado Ryzhkov y sirviendo de soplón al inspector Korhonen, que para más inri no le tiene en gran estima. Además tienen que espiar para la embajada rusa, a cambio de no “molestar” a la madre enferma de Kärppä, que vive en la Carelia rusa.
Todo se le complica aún más a nuestro detective cuando decide aceptar el encargo de un marido atribulado, Aarne Larsonn, de buscar a su mujer desaparecida, Sirje Lillepuu. Y se complica porque la mujer es hermana de Jaak Lillepuu uno de los más salvajes mafiosos de la zona. Entre viaje y viaje por todas las Carolias, Kärppä se ve envuelto en una trama de mil demonios, donde nada es lo que parece (y créanme cuando digo que en este caso el tópico responde perfectamente a la situación). Menos mal que Kärppä se ha echado una novia joven, osada y dulce que consigue darle un poco de calor a su vida.
Una novela endiablada en el ritmo, que se lee en un suspiro –son tan solo 233 páginas-, donde todo funciona como un metrónomo y donde las piezas de un rompecabezas enrevesado se unen con una facilidad pasmosa. Ya estamos deseando leer la segunda entrega de la serie de nuestro detective corrupto, pero menos, y de buen corazón.
Enrique Martín
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