El estadounidense Kim Stanley Robinson es mucho más que un magnífico escritor de ciencia-ficción. Es sobre todo un hombre de visión, un autor que es capaz de extrapolar las tendencias que se vislumbran en el día de hoy, para trazar un mapa de nuestro futuro. Lo hizo maravillosamente en la multipremiada trilogía de Marte (Marte rojo, Marte verde y Marte azul) en la que trazaba un impresionante fresco de lo que podría ser la terraformación y la colonización de un planeta por la Humanidad y en la que se analizaban todos los conflictos que podrían originarse desde multitud de puntos de vista: político, económico, social, ecológico, religioso…
Tras aquel monumental trabajo Robinson publicó otras novelas que no tuvieron tanto impacto, si excluimos Tiempos de arroz y sal en la que imaginaba una historia alternativa del mundo en la que los habitantes de Europa habían desaparecido por el desastre de la Peste Negra. Por eso, por esa falta de punch de sus últimos libros, creo yo, ha decidido intentar repetir el éxito conseguido con la trilogía de Marte, con una extensa novela, 5
El autor imagina una Humanidad que ha colonizado el Sistema Solar. Muchas de las colonias se han independizado de la Tierra, y los habitantes del planeta azul, inmerso en estériles crisis políticas y asolado por todo tipo de desastres medioambientales, miran con envidia y recelo a sus primos del espacio. En ese momento se produce un grave atentado terrorista que acaba con Termidor, la ciudad rodante de Mercurio, siempre en movimiento para escapar de la fuerza destructora del sol. Una de las ciudadanas mercurianas más relevantes, la diseñadora de ambientes y mundos Cisne Er Hong (genial, irascible y frágil) inicia una investigación con la ayuda de varios miembros relevantes de la Iniciativa Mondragón (Sí, por nuestras cooperativas), una alianza de varios mundos que apuestan por un nuevo modelo socioeconómico de colaboración y solidaridad enfrentado al capitalista. Sus principales aliados serán Fitz Wahram, científico de Titán, y Genette, inspectora de la policía interplanetaria.
Kim Stanley Robinson vuelve a encandilarnos con su capacidad para crear mundos, para imaginar la historia futura –es capaz de contar en tan solo dos páginas lo que sucede en la Tierra desde 2005 hasta 2320-, para intuir que las inteligencias artificiales llegarán a convertirse en seres conscientes y con “alma”, para construir ecosistemas, para definir al nuevo homo espacial, para intuir los nuevos peligros que acechan al crecimiento de la Humanidad. Y lo hace con diferentes prismáticos. Contando las andanzas de la protagonista de planeta en planeta; “informándonos” de la realidad social, política y científica del siglo XXIV; ofreciéndonos listas de palabras y conceptos; exponiéndonos la realidad de cada planeta y satélite; y relatándonos los pasos que van dando los “cubos” cuánticos, las inteligencias artificiales, hacia su emancipación.
Reconozco que a veces me he sentido abrumado y superado por la cantidad de “información”, que he sido incapaz de procesar en su totalidad. Pero al concluir la novela he tenido que reconocer que he aprendido muchas cosas, que he vibrado con los buenos momentos de acción y aventura que ofrece la narración y que he vuelto a congraciarme con el género de la ciencia-ficción tan de capa caída en los últimos tiempos por la falta de ideas y de ambición a la hora de plantear los asuntos. Porque este género, ya se sabe, si vale de algo es por las reflexiones que pueda aportar sobre la realidad del mundo actual. Si no, no vale nada.
Enrique Martín
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