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Atentos a la narrativa de Carsten Stroud

Tengan cuidado con este libro, parece una cosa y es esa cosa y algunas mas. La novela empieza como un relato de terror. Un niño ha desaparecido en plena calle, una desaparición inexplicable porque en las imágenes de una cámara de seguridad se evapora entre una foto y la siguiente. Este enorme misterio, que a cualquier autor le permitiría escribir una novela de proporciones aceptables, le sirve al desconocido Carsten Stroud para ocupar las primeras páginas de su libro. Fíjense que el niño vuelve y pasa el tiempo y ocurren cosas terribles en su familia y se presenta algún misterio más y es entonces cuando termina la introducción. Y empieza la novela como un thriller de acción, un asalto, una matanza, una persecución, un espectáculo. Y después de tanta estresante velocidad la historia se remansa y la narración se convierte en una novela negra, porque estos asaltantes son de armas tomar, el botín es muy jugoso y ya se sabe que eso del honor entre bandidos es mentira.

Mientras estas cosas ocurren se van presentando otros personajes más en el tono habitual del best-seller, esos que aparecen y que el lector sabe que tendrán mucho que ver en las acciones posteriores. Incluso hay un capítulo dedicado a un juicio que podría lindar con la comedia si no fuera por los asuntos trascendentes que trata, afortunadamente porque el humor suele estropear este tipo de narraciones si no es tratado convenientemente. Y cuando ya te has olvidado del prólogo, otros hechos misteriosos empiezan a producirse en ese bonito lugar llamado Niceville, como su propio nombre indica. Vamos que uno no se aburre leyendo esta novela.

Se acepta que no es un libro exquisito, finamente cincelado con las palabras más apropiadas a la enorme tragedia humana que quiere representar. Y seguramente ninguna de sus frases permanecerá en nuestra memoria. Creo que el autor tampoco quería hacer eso, sino una obra entretenida que guste a un gran número de lectores. Y ahí es donde, me parece, ha metido la pata, porque esto de las fusiones, tan alabado en la música, en literatura no acaba de cuajar aunque el resultado sea meritorio. El lector quiere que su libro, incluso si pertenece a algún género, no se salga de los carriles en los que se le espera. Puede ocurrir que los seguidores del terror, o de la fantasía en general, se sientan perturbados por esas injerencias de géneros diferentes y que el seguidor de la novela negra no se acerque a este libro porque parece prometer cosas muy diferentes. Si se saltan los prejuicios podrán disfrutar de una buena novela, con un buen diseño de personajes, perfectamente equilibrada en sus mezclas, con un ritmo adecuado a cada segmento, con una inteligente dosificación de las sorpresas y una escritura aceptable. La leí este verano y la recupero ahora. La aprecio bastante más que a algunos títulos inservibles que me he ido echando al coleto neuronal desde entonces. Y tendremos que vigilar al autor, Carsten Stroud les recuerdo, porque quizá podamos ver más novelas suyas publicadas por aquí. Que corra la voz.

Félix Linares

Kike Martin

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