Pompas de papel

Giorgio Faletti (Asti, 1950) era muy popular en Italia como comediante y cantante. Hasta que en 2002 dio el salto a la escritura con una novela negra que se convirtió en un éxito en medio mundo, Yo mato. Siguieron otras muchas, ambientadas en Estados Unidos y convertidas en grandes best-sellers. Hasta que hace dos años publicó Apuntes de un vendedor de mujeres, su primera novela ambientada en territorio italiano, y conquistó, además de al público, a la crítica. La novela transcurría en los años setenta, los años de plomo en el momento en que Aldo Moro era secuestrado y la sociedad italiana perdía definitivamente la inocencia.

Ahora siguiendo esa línea abierta con los Apuntes…, Faletti nos deleita con una novela que tiene al mundo del fútbol como protagonista. Pero no al fútbol dorado de las grandes estrellas, el glamour y los millones. No, Faletti se centra en Tres actos y dos partes (los tres actos de la tragedia, los dos tiempos del partido de fútbol) en lo que acontece en el fútbol de plata, en la segunda división, en este caso la italiana, donde van a parar muchos sueños rotos. Con este panorama de fondo, el autor nos cuenta una historia de perdedores, la de Silvano Masoero y su hijo Roberto. El padre fue un boxeador de renombre que amañó un combate y pagó con la cárcel. Rehabilitado se ha convertido en el utillero del equipo de su ciudad, un equipo que está a punto de subir a Primera División. Para lograrlo solo tiene que ganar el último partido del campeonato en casa. Su hijo, con el que no se lleva nada bien, es la estrella de ese equipo y como sucedió con su padre ha tomado una decisión equivocada: junto a otros compañeros han decidido dejarse ganar para conseguir una fortuna en las apuestas. Pero Silvano lo descubre y comienza una carrera contrarreloj para evitar que su hijo acabe destrozando su vida.

Una novela que habla de la dignidad perdida y recobrada, de lo que es capaz un padre de hacer por su hijo y de la búsqueda del amor más allá de los cincuenta. Una novela repleta de personajes inolvidables (el padre, el hijo, la camarera Rosa, el presidente engreído, el entrenador sabio, el mafioso de turno), con las dosis justas de misterio y de esperanza. Joyita.

Enrique Martín