No sé resistirme a las aventuras marítimas, en los libros y en la pantalla, entiéndanme. Es una cuestión que viene de mi infancia en que recorrí los siete mares acompañando a Stevenson, Salgari, Sabatini y Conrad, y por debajo a Julio Verne, y se me quedó el salitre en el cerebro. De todas las singladuras aventureras prefiero las de piratas, que suman a la excitación de la aventura el tirón de lo prohibido. Me gustan estas andanzas, menos las de la saga cinematográfica de Piratas del Caribe que ha llegado a desperdiciar las peripecias de la estimable novela de Tim Powers titulada En costas extrañas en el cuarto episodio de la serie. Me gusta especialmente, por poner un caso, Huracán en Jamaica de Richard Hughes y su excelente adaptación a la pantalla realizada por Alexander McEndrick y titulada aquí Viento en las velas.
Todo esto sirve para decir que a mí me llega una novela de piratas y me pongo a leerla inmediatamente. Es lo que me ha pasado con La fuerza y el viento de Oscar Lobato. De acuerdo, la vida ha cambiado y la literatura también. Ya no podemos desplegar las velas y disparar cañonazos, pero los piratas actuales, retratados en este libro, todavía practican el ab
Lobato conoce bien los hechos que narra porque algunos le han tocado vivirlos como periodista y, los inventados, han sido dotados de verosimilitud hasta extremos enfermizos en un afán porque todo resulta plausible. Lo mejor es que lo consigue y, además, todo resulta emocionante. Aunque hay un personaje principal en el relato, ese pirata dispuesto a salir adelante como sea, enamorado del mar, de la navegación, de la seguridad económica, iniciador de múltiples aventuras, negocios, empeños, le acompañan en papeles importantes sus compañeros de diferentes andanzas; el marinero eficaz siempre seguro, necesario para abordar con seguridad sus peligrosas actividades; el vividor que solo piratea de manera circunstancial porque lo suyo es el amor y el arte, vamos que trabaja en el cine y gracias a ello seduce a múltiples damas, y que llega a conocer a Juan Luis Galiardo, un personaje más de la novela.
Hay que reconocer que Oscar Lobato se ha trabajado bien La fuerza y el viento. La acción no decae en ningún momento, las peripecias resultan creíbles, los personajes están bien diseñados y progresan adecuadamente. Esta es una buena novela de aventuras. No es poca cosa, pero, además, es una acerada visión sobre varias décadas todavía no explicadas totalmente. Una de mis mejores lecturas de verano.
Félix Linares
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