Algo grande, algo importante empieza cuando uno inicia la lectura de Las Meninas, la soberbia novela gráfica que firman Santiago García y Javier Olivares y que acaba de publicar la editorial Astiberri. Ya desde la portada, con esa imagen del pintor Velázquez oscura y tenebrista, de mirada intensa, casi salvaje, percibimos que en las páginas que vienen a continuación nos espera una historia apasionante, y así es, pero no sólo. García y Olivares han juntado fuerza y talento para contarnos la vida y obra de un genio, Diego de Silva y Velázquez, el gran pintor del Siglo de Oro. Y junto a la magna figura del artista, el universo que le rodea: una época irrepetible, un gran mundo de imperios y conquistas y un pequeño mundo de envidias, intrigas, debilidades y pasiones humanas. Velázquez es un titán, un creador sin igual. Su luz ilumina la corte de Felipe IV y causa asombro en Europa. Es consciente de su genio y de la admiración que despierta pero, como todos los grandes creadores, sufre su particular tormento interior en busca de su obra definitiva.
Hay, además, una circunstancia que aviva
Atrapados por la lectura, contemplamos el ascenso de Velázquez en la Corte, viajamos con él hasta Italia, escuchamos sus diálogos con otro genio de la pintura, José Ribera “El Españoleto”, y con el gran escultor Bernini. Somos testigos de su historia de amor con la joven Flaminia, modelo de su célebre cuadro La Venus del espejo, y con él volvemos a Madrid, a consumir la última etapa de su vida en la que Velázquez logra su obra maestra, Las Meninas, esa cima de la pintura universal que logra el milagro: detener la vida un instante y convertirnos en observadores y, a la vez, en observados. Y todo ello en un relato que consigue no ser plano. La narración está salpicada de saltos temporales, en los que vemos la influencia de este gran cuadro en pintores como Goya, Picasso y Dalí, el dramaturgo Buero Vallejo o el filósofo Michel Foucault.
Atención a esta novela gráfica, Las Meninas, con un guión sólido hasta decir basta de Santiago García y unos dibujos atrevidos y sugerentes de Javier Olivares. Uno de los cómics del año, sin duda. Otra muesca en la larga lista de éxitos de la editorial vasca Astiberri.
Iñaki Calvo
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