El escritor francés Jean Echenoz no deja de sorprendernos libro tras libro. Ya hemos comentado aquí más de una vez que atraviesa un momento creativo en estado de gracia. Todo comenzó hace ahora ocho años cuando inició su trilogía de novelas dedicada a tres grandes personalidades del siglo XX que se movieron en ámbitos muy diferentes. La primera novela fue Ravel dedicada al gran compositor de música clásica de Iparralde en sus últimos años de vida cuando compuso el Bolero. La segunda fue Correr, protagonizada por el gran atleta checo Emil Zatopek, el hombre que destrozó todos los récords de media y larga distancia tras la II Guerra Mundial. Y la tercera Relámpagos en la que fijaba sus ojos en Nikola Tesla, el gran inventor estadounidense de origen croata que descubrió la corriente continua y que esbozó miles de inventos que cambiaron el mundo. Hace dos años completaba esta trilogía con otra brillante novela, 14, en la que nos habla de la Primera Guerra Mundial de manera muy inteligente, a través de un grupo de amigos que se enrolaban para participar en un conflicto que “no duraría más de dos semanas”, como se decía en los primeros días. Todas estas novelas contaban historias de largo recorrido en un número limitado de páginas y con u
Un año se publica poco después de Lago y Nosotros tres y unos años antes de Me voy y Al piano, sus últimos experimentos extravagantes. Parece concebida como un ejercicio de estilo, pero se atisba ya en ella el brillante camino que su autor tomó casi una década después. Es una novela muy breve, tan solo setenta y cuatro páginas, que condensa el descenso a los infiernos de una mujer a lo largo de 365 días. Ella se llama Victoire y abandona París precipitadamente tras encontrar muerto en su cama a un amigo íntimo. Retira casi todos sus ahorros y toma un tren sin saber a dónde va. Acabará en Iparralde. Allí alquila una casa por tres meses, una casa que tiene que dejar porque alguien entra en ella y le roba todo su dinero. Comenzará entonces un vagabundeo por el sur de Francia en el que irá perdiendo todo: su bicicleta, sus pertenencias, su dignidad. Hasta acabar con un grupo de vagabundos que la acogen y con los que realizará diversos hurtos para sobrevivir. La extraña aparición de un amigo parisino en diferentes momentos del relato, impregna a la narración de un halo de misterio cercano a la novela negra. El posterior regreso a la capital francesa, a punto ya de perder definitivamente lo poco que le queda, su vida, cierra la historia con un sorprendente giro argumental.
Un año es un libro que no se puede considerar menor dentro de la producción de Jean Echenoz, porque contiene ya todos los elementos que encontraremos en su brillante última etapa como narrador: concisión, brillantez estilística, profundidad en el relato social y de personajes y una cierta sensación de extrañeza. Creo que es una forma muy adecuada de hincarle el diente al trabajo de este, ahora sí, grande de las letras europeas. Demos las gracias a la editorial argentina Mardulce y que su periplo por el mercado español sea provechoso.
Enrique Martín
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