Así comienza Lord Jim, de Joseph Conrad. Esta célebre novela publicada por entregas entre 1899 y 1900, no aparecería en forma de libro hasta 17 años después. Un lapso de tiempo más que suficiente, para que su autor, el ex marino de origen polaco Joseph Conrad, se preparara para responder todas las críticas que se le dirigieron. Éstas hacían referencia a que la narración se le había ido de las manos. Lo que debía ser una novela corta, se había convertido en una obra demasiado extensa. Resultaba poco creíble que Marlowe, el mismo personaje narrador de El corazón de las tinieblas, contara esta dilatada historia sin interrupción a lo largo de toda una noche, ante una audiencia inagotable. El autor respondió a estas críticas con ironía en el prólogo a la primera edición de Lord Jim en forma de libro. Una ironía justificada si tenemos en cuenta el grado de interés e intensidad que llega a alcanzar esta novela, donde no solo se nos ofrecen aventuras exóticas en tierras y mares lejanos, sino también, como acostumbraba su autor, profundos dilemas existenciales. El que enfrenta Lord Jim es nada menos que el de la recuperación del honor perdido, y con él la autoestima y el sentido de la vida.
Cuando Jim, el joven primer oficial del Patna, en un momento de debilidad, abandona el barco ante el peligro de naufragio, dejando a su suerte a los pasajeros, no es consciente de lo decisivo que ha sido el error cometido. Desde ese instante, su vida será una continua lucha contra la infamia que cae sobre su nombre y una búsqueda desesperada del olvido y la redención que le llevarán, ayudado por su amigo Marlowe, a un Oriente cada vez más lejano, hasta las imaginarias tierras de Patusan, cerca de Malasia, donde su coraje en la lucha contra los bandidos acabará por granjearle la admiración de los nativos. Estos le llamarán Lord Jim, y entre ellos encontrará la aceptación y el amor.
Pero ni por un momento imaginen que esta soberbia historia de segundas oportunidades aprovechadas, tenga un desenlace halagüeño. Cumpliendo su destino trágico, Lord Jim alcanza la redención suprema, en un final a la altura del heroico personaje y del gran arte de su creador. Joseph Conrad, que adoptó el inglés como lengua literaria convirtiéndose en uno de sus grandes estilistas, consiguió con Lord Jim una de sus obras maestras; de entre todas sus novelas es la preferida del público, y de quien les habla.
Javier Aspiazu
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