La fascinante vida literaria de Eduardo Halfon

En la colección de cuentos Signor Hoffman nos reencontramos con la voz que, en la novela Monasterio, nos condujo, hará un año, por Israel. Ese narrador, un trasunto del propio Halfon, comparte en esta nueva ocasión seis viajes, nos lleva con él, nos presta su mirada. El primero de esos viajes es Calabria, donde visita un campo de concentración preparado para los turistas y asiste a un congreso. Los tres siguientes se desarrollan en Guatemala, en lugares que parecen alejados de la capital: una playa del pacífico, un cafetal, un pueblo perdido. Estos tres relatos guatemaltecos, duros y sensuales, toman el pulso a un país exuberante, pobre, donde hay que trabajarse mucho la esperanza. El quinto cuento, muy emotivo, transcurre en Nueva York y gira en torno a una pianista de jazz. La colección se cierra con una historia, la más relevante de todas, que tiene a Polonia como escenario. Halfon se traslada allí para conocer la casa en la que vivió su abuelo polaco, que fue prisionero en Auschwitz.

Hay, por tanto, mucho tránsito en Signor Hoffman, pero el autor lo plantea como un peregrinaje a través de lo absurdo de la vida. En uno de los relatos, el narrador confiesa: “Pensé en decirle que todo viaje, cualquier viaje, no es lineal, ni circular ni concluye jamás. Pensé en decirle que todo viaje es un despropósito. Pero no dije nada.

En todo caso y como decía, lo más importante es los seis la mirada de Halfon, y los paisajes, las personas, los gestos en los que él se fija, y las emociones que traslada. Hay muchos personajes, que toman una importancia que parece estar fuera del guión preestablecido, detrás de los focos, pero él los alumbra: la joven que colabora con la fundación que lo ha invitado a ir a Calabria; la mujer que lo acompaña al piso de la pianista en Nueva York, la hija de un cafetero, la guatemalteca que le sirve la comida, la señora que le ayuda a localizar la casa de su familia en Polonia, la nueva inquilina que lo habita… Mujeres -muchas mujeres- y hombres, paisajes, olores, sabores, gestos llaman la atención del narrador que hace al lector cómplice de sus experiencias. En esos viajes echa a veces la vista atrás y recuerda historias de su familia o rememora pasajes tan hermosos como el protagonizado el escritor y compositor E.T.A. Hoffmann que, a finales del siglo XVIII, tuvo entre sus funciones inventar nombres para los judíos polacos.

Signor Hoffman, es en definitiva, una personalísima manera de mirar el mundo, y una forma extraordinaria de contar lo que se ve. Además, Halfon parece tener una obra en marcha. Como señaló Adolfo Garcia Ortega, vistos sus libros en conjunto, puede decirse que está encadenando una gran novela personal, una gran novela a la que muchos ya estamos perdidamente enganchados.

Txani Rodríguez

Kike Martin

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