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La brillante canción de Eduardo Halfon

Canción es la nueva entrega de este “proyecto en marcha” que es la obra de Eduardo Halfon, en la que reconstruye su vida y la de sus ascendientes a través de la autoficción. Por tanto, esta nueva novela breve se emparenta con otras como Monasterio o Duelo, pero también con libros de relatos como El boxeador polaco o Signor Hoffamn. En Canción un narrador llamado Eduardo Halfon reconstruye el secuestro de su abuelo libanés, un judío libanés, que tras  huir de Beirut en 1917, se asienta en París, donde prosperó económicamente, para terminar instalándose en 1930, en Guatemala, país en el que nació el autor de este libro, si bien terminó de crecer en Florida. Al abuelo del narrador lo secuestran unos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Rebeldes, que surgieron para contrapesar la excesiva monitorización del país por parte de Estados Unidos.

Como decía, el secuestro es el desencadenante de este libro que sin embargo arranca en Tokio, ciudad al que el narrador Halfon ha sido invitado. Nunca antes había estado en Japón. Y nunca antes me habían solicitado ser un escritor libanés. Escritor judío, sí. Escritor guatemalteco, claro. Escritor latinoamericano, por supuesto. Escritor centroamericano, cada vez menos. Escritor estadounidense, cada vez menos. Escritor español cuando ha sido preferible viajar con ese pasaporte. Escritor polaco, en una ocasión (…).” De esta manera, y ya desde las primeras páginas, Halfon nos resitúa en el que es su gran tema: los mecanismos a través de los cuales generamos nuestra identidad (o identidades). Hay un pasaje elocuente en este sentido: a su muerte, el abuelo le deja al protagonista una caja en la que hay un sello a presión, unas tarjetas de visita y papel fino. En todos esos objetos se leía un nombre: Eduardo Halfon. “Mi abuelo, pensé, me había dejado todas esas cosas, porque yo era el único que aun podía usarlas, porque yo era el único otro Eduardo Halfon. Mi herencia, literalmente, textualmente, era mi nombre.

Cuando secuestran al abuelo, Halfon es un niño, y parte de esa entrañable mirada infantil se cuela en estas páginas que sin embargo se convierte en rigurosa crónica periodística en algunos tramos para ilustrar cuál era la situación política del país y quiénes fueron los secuestradores. Encontramos también en Canción una reflexión indirecta sobre la fuerza del amor y sobre la manera en la que el deseo se impone por encima de los malos recuerdos. La vida se impone sobre la muerte, en definitiva, da igual que sea en las inmediaciones del muro de Palestina, como sucede en Monasterio,  o en Auschwitz o, como en esta ocasión, mientras se recuentan los tormentos de los supervivientes de Hiroshima.

Canción es, por tanto, una nueva muestra de la magia narrativa de Halfon, que realmente consigue arrullar al lector con un estilo único, un estilo que se puede observar de cerca, para adivinar las costuras, pero que no se deja ver fácilmente porque tiene que ver con la intuición, con la selección de elementos, con decidir qué contar, cuándo y cómo.

Txani Rodríguez

La memoria elegante y detallista de Eduardo Halfon

El protagonista de Duelo -un trasunto del propio Halfon, conocido ya por sus lectores, que van para militancia- decide investigar la misteriosa muerte de un niño de su familia, acontecida años atrás. Para aclarar aquellos hechos, perdidos en la neblina del tiempo, viajará hasta Guatemala, el país donde creció. Ese punto de partida, permite al autor de Monasterio bucear en la memoria y recordar la historia de su familia: “Mi abuelo se había tapado la boca con una mano y me había balbuceado algo en español mientras yo descubría con espanto la dentadura postiza a su lado, sobre la mesa de noche, brillante y rosada en un vaso de agua. Jamás se me había ocurrido que, al llegar a Guatemala en 1946, cuando tenía apenas veinticinco años, después de la guerra, después de ser prisionero en distintos campos de concentración,  mi abuelo polaco había perdido ya todos sus dientes”. Sabremos que sus abuelos paternos fueron judíos árabes y los maternos, polacos; que emigraron primero a Guatemala, y a Estados Unidos, después, cuando el protagonista era apenas un niño; tan joven era que se habituó por completo al inglés y olvidó el castellano. “La lengua es una escafandra”, se apunta en este libro, y se reflexiona sobre lo necesaria que es la lengua para sobrevivir en un ambiente ajeno.

Dotado de una habilidad narrativa extraordinaria, Halfon, uno de los escritores más singulares del panorama literario actual y dueño de un personalísimo proyecto, aborda el tema de la identidad, uno de sus grandes temas, sin ninguna duda. Esa inquietud, filtrada a lo largo de toda la novela -corta, como nos viene acostumbrando-, se manifiesta por claridad en párrafos como el siguiente: “¿Usted no es de por aquí, verdad don? Me preguntó ya sentado y remando hacia atrás con la raqueta roja. Yo me ajusté el poncho en los hombros y tomé un sorbo caliente de café. A veces, le dije sonriendo.” O en diálogos como este: “Dígame, joven, usted y sus hermanos crecieron fuera del país, ¿verdad?, me preguntó don Isidoro mientras emitía un vaho de humo, y yo le dije que sí, que nos fuimos del país de niños, a Estados Unidos, y pasamos muchos años allá. Tantos años, le dije, que a veces siento que ya no soy de aquí.

Duelo está planteado como un doble viaje porque hay un viaje interior, hacia los recuerdos y revelaciones del personaje; y otro físico, a su país natal, a los lugares de su infancia, donde resonarán los ecos de las voces de sus seres queridos. El relato desprende elegancia y fuerza, y alcanza grandes dotes de emoción e intensidad que el guatemalteco conjura, como suele hacer, con pinceladas eróticas o humorísticas. Chejov decía que la verosimilitud está en el detalle, y lo cierto es que Halfon trabaja muy bien el detalle; ese cuidado, es quizás, una de sus mayores fortalezas junto con una intuición, podríamos decir, para saber qué contar y qué no, qué detallar y que obviar.  Duelo es una historia sobre el amor a la familia -también sobre las heridas en las familias-, magistralmente resuelta a través de la particular mirada del autor.

Txani Rodríguez

Saturno, los prometedores inicios de Eduardo Halfon

Saturno es una nouvelle, o más bien un cuento largo, que rescata la editorial Jekyll & Jill. Digo que rescata porque la pieza había sido publicada en 2003 en Guatemala. Junto con Pan y cerveza conformaba el libro Esto no es una pipa, Saturno, la ópera prima del que es uno de mis escritores favoritos, la verdad: me refiero a Eduardo Halfon. Bien, dicho esto, contaré que Saturno es la carta de un hijo a su padre, es una carta llena de reproches, dirigida a un receptor improbable, firmada por un emisor que se sintió ignorado y despreciado por alguien que debió haberlo querido. “Dirigirse la palabra, padre, no es hablar. Sentarse a comer juntos no es estar juntos. (…) Su presencia solo la percibía cuando me ignoraba.”, leemos.

Desde ese estado ánimo, el remitente repasa la relación de numerosos autores con sus progenitores. Así sabemos que Hemingway solía decir que nunca se sintió más cercano a alguien que a su padre, o que Klaus Mann dejó anotado lo siguiente: “Me juzgan como el hijo de mi padre”. Sin duda, Saturno ofrece un catálogo de relumbrón sobre relaciones paterno-filiales. Pero es también un catálogo luctuoso porque todos los escritores que refiere decidieron en algún momento terminar con sus vidas. Silvia Plath, Yukio Mishima o Virginia Woolf son algunos de los nombres que desfilan en este texto sobre el que planea también la sombra de un desenlace trágico.

Saturno, según mis cálculos, fue escrito por Halfon cuando este contaba treinta y dos años. No es que fuera joven, pero creo que, aunque su dominio de la escritura era ya incontestable, aún no era el Halfon de El boxeador polaco o de Monasterio. Sin embargo, una de sus grandes inquietudes, ampliamente explorada en su obra, la concerniente a la identidad, ya aparece en estas páginas: “No me siento latino, padre. ¿Recuerda cuando se lo dije? Tampoco me siento europeo. Ni americano, ni polaco, ni árabe. No me siento nada. Aún menos judío, padre”.

En todo caso, Saturno es un texto elegante y, sin embargo, desgarrado, muy bien editado, que no defraudará a los seguidores del guatemalteco y sorprenderá a quienes no le conozcan aún. Y no quiero dejarlo aquí, así que valga este comentario como una recomendación, digamos, global de la obra de Halfon. Por eso, tengo que añadir que la editorial riojana Fulgencio Pimentel acaba de publicar otro libro de este autor, Clases de chapín. Se trata de un volumen que compila y concluye la trilogía completa iniciada en 2007 con Clases de hebreo, seguida en 2009 con Clases de dibujo y cerrada con Clases de machete. En él nos encontraremos cuentos ligados a su biografía y a sus grandes temas. Un motivo para suscribir lo que de este autor señala García Ortega: “Vistos sus libros en conjunto, Halfon está encadenando una gran novela personal.” Completamente de acuerdo.

Txani Rodríguez

La primera entrega de novedades de abril de 2017

YASMINA REZA

Babilonia      (ANAGRAMA)  206 páginas

La dramaturga, novelista y actriz Yasmina Reza (Nantes, 1959) es una de las grandes de la literatura francesa contemporánea. Sus obras de teatro (Arte, El hombre del azar o Un dios salvaje) se representan en todo el mundo. Sus novelas (Una desolación, Ninguna parte o Felices los felices) se traducen a multitud de idiomas. Babilonia es su última obra narrativa y ha recibido el prestigioso premio Renaudot. Cuenta la historia de una pareja, Elisabeth y Pierre que ronda los sesenta, que decide organizar una fiesta de primavera en su domicilio a la que invita a amigos y vecinos. Así conocen a sus vecinos de arriba el matrimonio que forman Jean-Lino y Lydie. Horas después de terminada la fiesta, de madrugada, cuando están durmiendo, llama a la puerta Jean-Lino que les contará una historia increíble y les pedirá que hagan algo que cambiará sus vidas. Inquietante Reza, como siempre.

SIMONETTA AGNELLO HORNBY

Café amargo         (TUSQUETS)  363 páginas

Nacida en Palermo en 1945 y con seis novelas publicadas, Simonetta Agnello Hornby se ha convertido en una de las escritoras italianas más conocidas fuera de su país. Debutó con una gran novela, La Mennulara, que recordaba al Tomaso di Lampedusa de El Gatopardo. A esta novela la siguieron La tía marquesa y Boca sellada, que compartían el mismo escenario que la anterior, Sicilia. Después llegarían Entre la bruma, ambientada en Londres, ciudad en la que vive y trabaja como abogada, La monja y el capitán y El veneno de las adelfas. En Café amargo cuenta la historia de Maria una hermosa joven de familia socialista que se casa con un bon vivant, Pietro Sala, catorce años mayor que ella. A pesar de todo el matrimonio funciona, hasta que durante un viaje a Trípoli se enamorará perdidamente de un joven al que parecer estar unido desde siempre. Italia entre los años 20 y la II Guerra Mundial.

EDUARDO HALFON

Saturno       (JEKYLL&JILL)    68 páginas

Eduardo Halfon (Guatemala, 1971) es un magnífico escritor que ha hecho de su vida y viajes materia literaria. Lo demuestran libros como El ángel literario, El boxeador polaco, La pirueta, Monasterio y Signor Hoffman, los dos últimos comentados por Txani Rodríguez en Pompas de Papel. En muchos de ellos el autor cuenta cómo son sus descacharrantes y divertidas relaciones con su familia judía, tanto en su país como en Israel. Ahora la editorial Jekyll and Jill rescata una pequeña novela que formaba parte de un libro que incluía otro texto, que llevaba por título Esto no es una pipa, Saturno y que se publicó en 2003. La nouvelle es una larga carta en la que un narrador desquiciado escribe a su padre, severo y devorador. Una carta amarga que describe los trágicos últimos momentos de una larga lista de escritores suicidas. Este relato fue publicado originalmente en 2003 y consagró a su autor.

RAMÓN DÍAZ ETEROVIC

La oscura memoria de las armas   (TXALAPARTA)  308 páginas

La editorial navarra Txalaparta prosigue la edición de las novelas negras del chileno Ramón Díez Eterovic (Punta Arenas, 1956), un autor muy comprometido socialmente que ha publicado también cuentos y poesía. Las novelas están protagonizadas por Heredia, un detective privado cincuentón. Tras publicarse entre nosotros Nunca enamores a un forastero y Ángeles y solitarios, llega este La oscura memoria de las armas en la que Heredia investiga, a instancias de su eterna novia Griseta, el asesinato, sin aparentes razones ni pistas, de Virginia Reyes. Durante la investigación Heredia se reencuentra con fantasmas del pasado y con torturas y torturadores de la dictadura de Pinochet. El personaje de Heredia es tan famoso en Chile que la televisión nacional hizo una serie con sus aventuras.

MICHAEL SEIDMAN

Antifascismos 1936-1945        (ALIANZA)  442 páginas

Michael Seidman (Filadelfia, 1959) es uno de los historiadores e hispanistas más innovadores, independientes y reconocidos de su generación. Algunos de sus libros han sido traducidos al castellano, como Los obreros contra el trabajo, una historia alternativa de la clase obrera durante el siglo XX, A ras del suelo, una visión social de retaguardia en la Guerra Civil española, que completó en La victoria nacional. La eficacia contrarrevolucionaria en la Guerra Civil. En su nuevo libro analiza el “antifascismo”, es decir la ideología que se opuso a los fascismos de la primera mitad del siglo XX y que según su autor ha sido poco analizado. Lo estudia en varios países, España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos y lo divide en dos, el “antifascismo revolucionario” y el “antifascismo contrarrevolucionario”. El primero se impuso en España y el segundo en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Curioso.

La fascinante vida literaria de Eduardo Halfon

En la colección de cuentos Signor Hoffman nos reencontramos con la voz que, en la novela Monasterio, nos condujo, hará un año, por Israel. Ese narrador, un trasunto del propio Halfon, comparte en esta nueva ocasión seis viajes, nos lleva con él, nos presta su mirada. El primero de esos viajes es Calabria, donde visita un campo de concentración preparado para los turistas y asiste a un congreso. Los tres siguientes se desarrollan en Guatemala, en lugares que parecen alejados de la capital: una playa del pacífico, un cafetal, un pueblo perdido. Estos tres relatos guatemaltecos, duros y sensuales, toman el pulso a un país exuberante, pobre, donde hay que trabajarse mucho la esperanza. El quinto cuento, muy emotivo, transcurre en Nueva York y gira en torno a una pianista de jazz. La colección se cierra con una historia, la más relevante de todas, que tiene a Polonia como escenario. Halfon se traslada allí para conocer la casa en la que vivió su abuelo polaco, que fue prisionero en Auschwitz.LIBRO Signor Hoffman

Hay, por tanto, mucho tránsito en Signor Hoffman, pero el autor lo plantea como un peregrinaje a través de lo absurdo de la vida. En uno de los relatos, el narrador confiesa: “Pensé en decirle que todo viaje, cualquier viaje, no es lineal, ni circular ni concluye jamás. Pensé en decirle que todo viaje es un despropósito. Pero no dije nada.

En todo caso y como decía, lo más importante es los seis la mirada de Halfon, y los paisajes, las personas, los gestos en los que él se fija, y las emociones que traslada. Hay muchos personajes, que toman una importancia que parece estar fuera del guión preestablecido, detrás de los focos, pero él los alumbra: la joven que colabora con la fundación que lo ha invitado a ir a Calabria; la mujer que lo acompaña al piso de la pianista en Nueva York, la hija de un cafetero, la guatemalteca que le sirve la comida, la señora que le ayuda a localizar la casa de su familia en Polonia, la nueva inquilina que lo habita… Mujeres -muchas mujeres- y hombres, paisajes, olores, sabores, gestos llaman la atención del narrador que hace al lector cómplice de sus experiencias. En esos viajes echa a veces la vista atrás y recuerda historias de su familia o rememora pasajes tan hermosos como el protagonizado el escritor y compositor E.T.A. Hoffmann que, a finales del siglo XVIII, tuvo entre sus funciones inventar nombres para los judíos polacos.

Signor Hoffman, es en definitiva, una personalísima manera de mirar el mundo, y una forma extraordinaria de contar lo que se ve. Además, Halfon parece tener una obra en marcha. Como señaló Adolfo Garcia Ortega, vistos sus libros en conjunto, puede decirse que está encadenando una gran novela personal, una gran novela a la que muchos ya estamos perdidamente enganchados.

Txani Rodríguez

El poema. Lucía Morán, guatemalteca

FOTO Lucía MoránQuisiera poner de moda,
beber café cortado
a la hora justa cuando la tarde
empieza a despedirse
con la luz del crepúsculo
no preguntés
por qué
me gustaría nada más
que cada quien
eligiera un alguien
para conversar
sobre la vida, sus pasiones, los desamores
las esperanzas, lo que nos pica o no, el noticiero
y el obituario infelíz
que ahora
suele hacer compañía
a las noticias.
No sé, me parece
que necesitamos conversar más
sobre quiénes somos
escarbar dentro y presentarnos cada día
con nuestros descubrimientos oportunos
quizá poquito a poco
nos reconozcamos
mutuamente
como en la imagen
de un espejo.
Se me ocurre que un café cortado
puede ser una deliciosa invitación
a esta subversión íntima.

Este poema se titula Quisiera poner de moda, y está escrito por Lucía Morán, una escritora nacida en 1968 en Guatemala. Es directora de la Asociación Mujeres Transformando el Mundo, un centro de acción legal a favor de las mujeres en Guatemala. Su primer poemario lo publicó en 1999 Duendes y espejos. Tiene más de media docena de poemarios, el último de 2007 A ojos cerrados y corazón abierto. Su obra poética es conocida fuera de Guatemala, porque en algunas antologías poéticas publicadas en diferentes países latinoamericanos ha sido incluido alguno de sus poemas.

Goizalde Landabaso

 

El tocho. El presidente de Miguel Ángel Asturias

LIBRO.El señor Presidente“¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbre¡…

Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del Mercado, perdidos en la sombra de la catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola.

Así comienza El señor presidente de Miguel Ángel Asturias, novela que el autor guatemalteco, ganador del premio Nobel, publicó en 1946, catorce años después de haberla concluido, cuando ya casi no tenía esperanzas de verla impresa.

Conocido hasta el momento por las Leyendas de Guatemala, que habían tenido ya cierto reconocimiento, El señor Presidente es la primera novela del autor. En el momento de su redacción, a fines de los años veinte y primeros treinta, Asturias vivía en París en contacto con las vanguardias literarias del momento, algo que se aprecia sobremanera en un texto sorprendente que combina diversos estilos y registros. Desde el primer párrafo maravilla la calidad poética de la novela, su audacia metafórica e imaginación verbal. El autor combina imágenes de filiación modernista con metáforas surrealistas (algunas de ellas verdaderas greguerías al estilo de Gómez de la Serna), en el curso de una trama realista que intenta, además, reproducir el habla popular con sus expresiones locales. Una atractiva mezcla de vanguardia e indigenismo que convierte al lenguaje en verdadero imán para los lectores de esta historia.

El señor Presidente se asienta en los recuerdos de infancia y adolescencia de su autor, cuando gobernaba en Guatemala el dictador Manuel Estrada Cabrera, al que nunca se nombra, pero cuya figura resulta perfectamente reconocible. El asesinato por un mendigo del coronel Parrales, es utilizado por el Presidente para perseguir a supuestos enemigos políticos, como el general Canales y el licenciado Abel Carvajal, a quienes se acusa del crimen. El general logra huir pero su hija, Camila, queda a merced de uno de los hombres de confianza del dictador, al que conocemos como Miguel “Cara de Ángel”, personaje con rasgos melodramáticos, “bello y malo como Satán”, que se debate entre la obediencia al dictador y el amor que empieza a sentir por Camila. Pero la novela es, además de esto, un profundo estudio sobre el miedo: a través de la variada fauna de personajes secundarios, conocemos la intrincada red de espías y clientes que sirven al Presidente para extender el temor a su figura y su poder casi absoluto. Cualquier reticente puede ser detenido y morir de la manera más cruel.

Estamos ante una de las primeras incursiones en un género, el del dictador latinoamericano, que haría fortuna posteriormente en novelas de Alejo Carpentier, Roa Bastos, García Márquez o Vargas Llosa; pero dudo que cualquiera de ellos alcanzara la altura literaria, el esplendor lingüístico logrado por Miguel Ángel Asturias en esta obra maestra que es El señor Presidente.

Javier Aspiazu

Eduardo Halfon, excelencia guatemalteca

Monasterio es la nueva novela  de Eduardo Halfon.  Este escritor guatemalteco, nacido en 1971, es autor de una extensa obra y algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, serbio, portugués y holandés. En 2011 recibió la importante beca Guggenheim.

El narrador de Monasterio, que es en algún grado –no sabría precisar hasta cuál- un trasunto del propio Halfon, nos cuenta su llegada a Jerusalén, acompañado de su hermano. En el aeropuerto de Tel Aviv se reencuentra con una mujer muy sensual con la que vivió un romance, o mejor dicho una promesa de romance, breve pero intenso. Pronto sabremos también que han viajado a Israel desde Guatemala para asistir a la boda de su hermana con un judío ortodoxo. LIBRO.MonasterioA través del relato de ese viaje, el narrador recorre la historia de su familia. Y lo hace de un modo natural, secuencial.  Por ejemplo, cuando un taxista le comenta, al saberle judío, que todos los árabes son malos, que había que matarlos, conocemos su pensamiento. “Iba a decirle -leemos- que mi abuelo había sido un judío árabe de Beirut, y mi abuela, una árabe judía de Alejandría, y mi otra abuela una árabe judía de Alepo y que eso entonces me hacía a mí un poco árabe.”  El narrador que apuntala su relato con una mezcla de emoción, confidencia, sinceridad y cercanía, recuerda también otro viaje anterior, a Varsovia. Quiso entonces conocer la casa de su familia, en Polonia, y visitar Auschwitz, donde había estado su abuelo, pero no reunió el valor suficiente.

La novela reflexiona sobre el conflicto palestino israelí y brinda un diálogo interesante sobre el muro que les separa. Comentan los protagonistas que los israelíes lo llaman cerca de separación, o cerca antiterrorista. Los palestinos lo llaman el muro de la segregación o el nuevo muro de la vergüenza o el muro del apartheid. Los medios de comunicación internacionales lo  llaman según su sesgo político muro o cerca o valla o barrera. Pero como dice la acompañante del narrador, “más allá de su nombre es lo que es”.

En resumen, Halfon reflexiona en esta novela breve sobre la identidad, sobre lo que somos realmente, sobre la legitimidad o no que tiene disfrazarse para sobrevivir, para salvarse, aunque finalmente nadie se salve. Además del tono de la novela, me parece destacable que mientras el protagonista profundiza en asuntos importantes, cercanos a la ética, la política y la filosofía, se sienta, en algunos momentos, mecido o zarandeado, depende, por el deseo sexual que le despierta la mujer que le acompaña. La vida en definitiva que se impone una vez y otra, definiendo la historia.

Txani Rodríguez