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Julia Cagé y el desmoronamiento de los periódicos

He aquí un libro urgente, de esos que se confeccionan con unas cuantas estadísticas, con un buen conocimiento de la historia y con algunas ocurrencias ante el cariz que van tomando las cosas en los medios de comunicación. Quizá las cosas cambien mañana, presumiblemente a peor. Julia Cagé es una experta en el análisis histórico de los medios, conoce muy bien su deriva, las catástrofes que han acompañado su devenir y sabe que hay que hacer algo. Y se ha puesto a la tarea. Reconozco que la parte que narra los hechos ocurridos es muy certera y el análisis de por qué hemos llegado a este punto es adecuado. También es cierto que Julia habla del terreno que conoce, por ejemplo de España solo menciona el ERE de El País, mientras que se explaya en la situación planteada en Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, donde los gigantes también se tambalean. En realidad no habla de los medios de comunicación, sino de la prensa escrita porque la radio no existe para la autora y la televisión sigue siendo un negocio, aunque a la larga seguramente tendrá más de un problema, al menos la generalista. Es decir que si alguien quiere saber lo que ha ocurrido en la caída de los periódicos este es un libro perfecto: breve, contundente, bien documentado.

El problema lo tenemos cuando empieza la especulación sobre el futuro y sus incógnitas. Bien, no hay dinero, las empresas se atrincheran, los profesionales pagan las consecuencias, el lector también, la publicidad escasea, la competencia de Internet es salvaje. Frente a este escenario ¿qué podemos hacer? Pues Julia Cagé propone recurrir a una especie de crowfunding, crear sociedades participadas por el público lector y por los trabajadores con un reparto de beneficios, en el caso de que los hubiera, algo descabellado, y con una presencia potente de los antiguos dueños del periódico, si es que los hay. Es cierto que en Estados Unidos Warren Buffet ha comprado una cincuentena de manchetas y que Jeff Bezos se ha hecho con el legendario Washington Post, pero seguramente se trata de inversiones que les permitan tener mas influencia política que amor a la información. El New York Times hace tiempo que descubrió que la versión digital no conseguía ni el veinte por ciento de la publicidad de la edición en papel y que las suscripciones no aportan el dinero suficiente para tener una plantilla que cubra con solvencia las necesidades de un periódico, de hecho las redacciones se han adelgazado y los mismos ejemplares se han quedado en nada. ¿Cuánto tiempo se puede aguantar en estas condiciones? Seguramente mucho no, y me parece que las recetas de Julia Cagé no van a inyectar vitaminas al enfermo, aunque según se comenta aquí mismo la crisis acompaña a la prensa escrita desde el final de la segunda guerra mundial, y ya pasa de setenta años.

Quizá es cierto que la televisión mató a sus competidores y no nos hemos dado cuenta porque los zombis están de moda. Salvar los medios de comunicación puede que no dé con la solución, pero hay que reconocer que la autora sabe muy bien por qué estamos donde estamos.

Félix Linares

Kike Martin

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