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Vila-Matas baja la guardia y nos mosquea

No estamos aquí para descubrir a Enrique Vila-Matas porque todo el mundo sabe ya que es un gran escritor, agudo, inteligente, ingenioso como pocos, juguetón, escritor elevado, pensador profundo, documentado hasta la extenuación, exquisito, detallista, casi perfecto. Su enorme cultura le permite escribir sobre cualquier cosa, su penetrante inteligencia le hace ser un lúcido analista de la realidad. Llegados aquí podemos decir que se lo aceptamos todo y eso quizá ya no está tan bien. Por ejemplo se permite extraer una novela corta, Porque ella no lo pidió, del volumen en que aparecía originalmente, Exploradores del abismo para ser publicada en un volumen diferente con ilustraciones inéditas. Este libro hablaba de una relación entre Vila-Matas y una mujer que le proponía que le escribiera una vida y ella procuraría cumplirla. El típico artefacto literario tan querido por el autor.

En esa onda estaría también la nueva novela de Enrique Vila-Matas, Marienbad eléctrico, que cuenta los encuentros con Dominique González-Foerster y el enriquecimiento intelectual común que suponen. Es también una novela corta, poco más de cien páginas, ilustrada con unas cuantas fotografías que tratan de apuntalar la idea de que estamos ante una obra de autoficción, aunque lo mismo servirían para acompañar una obra de ficción total. De hecho, como ya he confesado en anteriores ocasiones, suelo tomarme la autoficción por ficción a secas, idea sustentada en este caso por la atribución a Enrique de unas cuantas anécdotas que alimentan esta leyenda. En cualquier caso, ¿qué más da? Lo que ya me parece un poco mas preocupante es que a la férrea estructura de obras anteriores, oponga Vila-Matas en sus títulos mas recientes cierto desorden, una sensación de crecer sin idea previa, escritos al parecer tal y como se le ocurren las cosas al escritor, añadiendo a cada tronco unas ramas que lo embellezcan con asuntos que un tipo de la cultura del autor puede sacar de su cabeza sin esfuerzo aparente. Y, si se me permite, sin la profundidad de pensamiento que encontrábamos antes.

Podríamos asumir que Enrique Vila-Matas ya ha dado sus grandes obras, pero sigo resistiéndome a la idea. Eso sí la lista de personajes es abrumadora: Eduardo Lago, Nabokov, Sherlock Holmes, Johnson y Boswell, Rimbaud, Marguerite Duras, Roberto Calasso, Klaus Kinski, Buster Keaton, Cioran y Beckett, eso solo en el primer capítulo. Y hoteles, y lugares exóticos, y películas raras y el encanto de su escritura. Pero hay algo que hace sospechar. El auténtico Vila-Matas jamás habría reconocido que no había entendido una película, aunque sea tan críptica como El año pasado en Marienbad de Alain Resnais, y aquí lo hace. ¿Qué está pasando? En serio, tengo la impresión de que el autor se despreocupa, porque sabe que su público espera ansioso sus nuevos libros. Bien, hay que decirle que no puede permitirse bajar la guardia. Y que le queremos, pero que no hay nada más peligroso que un amor traicionado. Pase por esta vez, Enrique. Te esperamos a la siguiente.

Félix Linares

Kike Martin

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