Pompas de papel

El libro que hoy comentamos es un libro difícil de definir que camina a caballo entre la novela, la biografía, la memoria del autor y las reflexiones personales. El Alejandro Sawa al que hace referencia el título fue un malogrado escritor español, casi olvidado, paradigma de la bohemia, que se codeó con los mejores escritores de su época, finales del XIX y comienzos del XX, tanto en Madrid como en París, pero que nunca consiguió la fama que el creía merecerse. Si nos acordamos de él hoy en día es porque algunos de aquellos escritores le tomaron como modelo para crear algunos de sus personajes más famosos, como el Max Estrella de Valle Inclán en Luces de bohemia o el Rafael Villasús de Pio Baroja en El árbol de la ciencia. El escritor de este libro tan fascinante es valenciano y es conocido por sus libros de relatos: 29 cadáveres, El tacto del billete falso, Conozco un atajo que te llevará al infierno y Premonición. Se llama Pepe Cervera y está claro que lo de Sawa se convirtió para él en una auténtica obsesión.

Como él mismo ha reconocido intentó escribir una biografía novelada de Sawa, pero todo se vino abajo cuando encontró una biografía académica del personaje en la que se contaba todo lo que Cervera quería contar. Tras el chasco decidió dar un giro de 180 grados al proyecto. Y entonces el escritor varió el punto de vista, el protagonista de la novela no iba a ser Sawa, sino el propio Cervera y sus intentos de escribir un libro sobre Sawa. La realidad comienza entonces a difuminarse y surge un Pepe-Cervera-personaje que especula sobre los puntos oscuros de la historia de Sawa: cómo fue su infancia, cómo fue el viaje de Málaga a Madrid en busca de la gloria, cómo fueron sus primeros años en la capital de España, cómo conoció a su mujer en París, por qué su producción literaria se detuvo, cómo fue el regreso a España tras la quiebra en Francia, cómo fueron sus últimos años de enfermedad y ceguera en su casa.  Un Pepe-Cervera-personaje que nos cuenta sus angustias ante la bastedad del asunto sobre el que quiere hacer literatura, sus relaciones con los seres cercanos, con sus alumnos del taller de escritura a los que “fusila” frases y párrafos para su texto (todo inventado, claro), sus ganas de abandonar, sus reflexiones sobre el hecho literario (cómo empezar un libro, por ejemplo).

Sawa aparece ante nosotros como alguien que está ya en la historia de la literatura española, más como personaje que como escritor. Un bohemio, un ludópata, un estafador, un vividor, un irresponsable que cae viene, aunque te haga la vida imposible, un orador brillante, “un hombre persuasivo, un prestidigitador”. Un hombre inabarcable, un personaje que como dice el autor sigue estando ahí, porque, sí, “ahí, al alcance de la mano, hay un libro sobre Alejandro Sawa, ahí mismo, sí, y alguien debería escribirlo”. ¿Lo ha escrito el propio Pepe Cervera? Evidentemente no, pero ha escrito un artificio literario que merece ser leído y disfrutado como lo que es, una buena novela. Luego que cada uno crea lo que quiera creerse.

Enrique Martín