Fueron más de doscientas entrevistas a militares y civiles españoles, estadounidenses, salvadoreños, iraquíes, alemanes, ingleses, checos y daneses las que realizó Álvaro Colomer para documentarse antes de escribir Aunque caminen por el valle de la muerte. Y a esas entrevistas hay que sumarle viajes a Irak y a El Salvador y lecturas varias. Con todos esos testimonios e impresiones, el catalán ha reconstruido unos hechos concretos de la manera que le ha parecido más lógico porque como él mismo dice en una nota, hay tantas verdades o versiones como puntos de vista. Los hechos concretos tienen, claro, unas coordenadas muy concretas: 4 de abril de 2004, Irak. Nos referimos, en concreto, a la batalla de Najaf, ciudad santa.
En aquella época, conviene recordarlo, el Partido Popular había perdido las elecciones y el PSOE aún no había tomado posesión de la cartera de Defensa.
La novela, que es una ficción basada en hechos reales, arranca presentándonos a personajes de distintas nacionalidades y circunstancias, siempre antes de la batalla. Sabremos así porque decidieron entrar en el ejército, cuáles son sus motivaciones, quién les espera en sus casas. De esta forma, conectamos con ese grupo de hombres, y con las debilidades o ambiciones que se esconden bajo sus uniformes militares. Colomer se maneja con seguridad en una prosa que contiene, por supuesto, terminología y jerga bélica, y sabe crear escenas bien servidas de testosterona; pero también es capaz de conmovernos con páginas de gran belleza formal y con giros de la trama muy emotivos. Además, combina la rigidez del lenguaje militar con giros coloquiales, tanto que a veces parece que nos habla un viejo conocido, alguien cercano.
Aunque caminen por el valle de la muerte se abre con la siguiente dedicatoria: A todos aquellos a quienes no se les reconoce el valor. Y esa dedicatoria está relacionada, por supuesto, con aquella batalla, y con el silencio posterior, que poco tiene que ver con la calma que sobreviene a las tormentas. Para comprender mejor las dimensiones atronadoras de ese silencio, merece y mucho la pena leer esta novela que, estructurada en capítulos cortos en los que se alterna el protagonismo de los distintos personajes, nos revelará un capítulo un tanto surrealista, narrado con una solidez extraordinaria.
Txani Rodríguez
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