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González Harbour y los monstruos de la razón

Hace un tiempo os confesamos nuestra admiración por una periodista cántabra, nacida en Santander en 1965, llamada Berna González Harbour. Subdirectora del diario El País, es autora de una serie de novelas negras notabilísimas. Son cinco las publicadas hasta ahora. Una independiente, titulada Los ciervos llegan sin avisar, y las otras cuatro pertenecientes a la serie protagonizada por la comisaria de policía María Ruiz.  La primera se titulaba Verano en rojo, apareció en 2012 y nos presentaba a la protagonista investigando una serie de crímenes en el verano en el que la Roja, la selección española de fútbol, se proclamaba campeona del mundo en Sudáfrica. Luego llegaron Margen de error, Las lágrimas de Claire Jones y ahora El sueño de la razón. Todas son autoconclusivas, pero en todas vemos cómo va evolucionando la vida de la comisaria Ruiz.

En esta última novela la comisaria se encuentra apartada de su cargo y siendo investigada por acontecimientos que sucedieron en su anterior historia. Y estando en esta situación particular, de la que depende su futuro como policía, aparece en Madrid un asesino en serie que parece regir sus pasos por los cuadros de Goya. Una historia que enseguida pondrá en marcha a nuestra comisaria que no puede estar un momento quieta ni aunque se lo ordenen, ni aunque esté suspendida. Justo por esto en su investigación no podrá contar con los miembros de su grupo, con sus fieles Esteban y Martín, y tendrá que recurrir a la colaboración de dos periodistas Luna, el veterano que se las sabe todas, a la vieja usanza, y Nora, la joven que se mueve como pez en el agua por las redes sociales e Internet. También le será de gran ayuda el adolescente Eloy un okupa, un perroflauta, un chico huido de su casa y con un sentido de la ética y de la justicia a prueba de bombas, que era amigo de la primera víctima del asesino, una joven becaria llamada Sara que vivía con él en una casa ocupada. Mientras los hechos se desarrollan, en el campo sentimental María Ruiz vive en un mar de dudas, entre mantenerse fiel a Tomás, su novio o ex novio, que quedó malparado física y mentalmente tras ser atacado por un asesino en un caso anterior y que no da señales de vida, y Rodrigo un ex subdelegado del gobierno en Soria que ayudó a la comisaria en un caso anterior.

La novela es una clara metáfora de los tiempos políticos que se viven en España, con un avance de las fuerzas más ultraconservadoras y un ataque brutal a las conquistas sociales de los últimos tiempos. No es baladí que la autora haya escogido la figura del pintor Goya para personalizar esta deriva. Goya vivió dos tiempos políticos muy diferentes. Uno luminoso cuando aún gobernaba en España Carlos III, el rey alcalde, el mejor gestor de su tiempo, y otro oscuro y siniestro, el de la Guerra de la Independencia y el de la restauración monárquica en la figura de Fernando VII, uno de los reyes más abominables que se hayan sentado en el trono de España. Por eso es peculiar que la esperanza en un mundo mejor se personifique en los que están fuera del sistema, en los que lo repudian y quieren un mundo más justo, en los okupas y los que viven fuera del foco haciendo su propio camino, a los que la sociedad “bienpensante” actual, conservadores y algunos progresistas, sataniza. Y junto a ello la parte más siniestra, la de ese submundo de desesperados, de vagabundos, de deshechos del sistema que personifican el fracaso de todas las políticas sociales, el fracaso de las democracias tal y como las hemos conocido hasta ahora. Es, en este sentido, la novela más política de González Harbour, también la más extraña en relación con las anteriores porque por primera vez la búsqueda del mal se centra en un asesino en serie, una figura que nunca había aparecido en las novelas de la comisaria Ruiz, porque este tipo de criminales no es muy habitual en la crónica negra española. Como buena periodista que es, a la autora le da tiempo a reflexionar sobre el estado actual del periodismo al poner en boca del viejo reportero Luna esta frase: “Me temo que ya nadie nos cree nada, el periodismo se va a la mierda”.

Como dijo Goyael sueño de la razón… produce monstruos”, aunque no sea “precisamente el dormir lo que desata monstruos, sino renunciar a la razón, a la voluntad, a los principios, a las elecciones propias”. Y desgraciadamente España se encuentra en ese momento, el del “enfrentamiento, la guerra, la mugre, la incultura y la mezquindad” que tan bien representó en sus Pinturas Negras. Gran entrega de las historias criminales de la comisaria Ruiz. Quizás no sea la más vibrante, pero sí la que cuenta más sobre el estado actual de las cosas. Le ha salido a González Harbour una auténtica novela del género negro. Brindemos.

Enrique Martín

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