Analfabetoa idazle recoge en once capítulos los momentos más decisivos de la vida de la grandísima escritora húngara Agota Kristof. Con un lenguaje preciso, directo, casi desnudo, pero capaz de emocionar, la autora de El Gran Cuaderno recuerda cómo se convirtió en una lectora precoz y cómo, también pronto, empezó a escribir, hacia los catorce años, cuando con su padre encarcelado, la ingresaron en un internado, frío y austero, en el que, al menos, estaba alimentada y podía estudiar, aunque apenas pudiera ver a su familia. “Isiltasun behartuko ordu horietan zehar, egutegi gisako bat idazten hasten naiz”. Cuenta cómo, tras el alemán del dominio austriaco, llegó al terminar la Segunda Guerra Mundial la ocupación soviética, que se prolongó hasta 1991, y que les obligó a tener que aprender y enseñar, sin ninguna afección, ruso: “Herri mailako sabotaje intelektual baten aurrean gaude, berezko erresistentzia pasivo baten aurrean, adostu gabea, begi-bistakoa”.
Kristof relata también cómo, cuando tenía veintiún años, junto con su marido y su hijo de cuatro meses, se escapa de Hungría, pasa algún tiempo en un centro de refugiados austriaco y
Durante el tiempo en el que no se manejaba con el francés no podía leer y se pregunta cómo puedo soportarlo. Pero consiguió dominar la lengua, aunque nunca será para ella como su lengua materna, y tendrá que afrontar el reto de escribir en francés: “Frantsesez idatzi; beharturik nago. Erronka da hau. Analfabeto baten erronka.” Pero ella asume el reto y lo supera con creces. Escribe obras de teatro y finalmente una novela que manda a las tres editoriales parisinas más importantes, convencida de que se la publicarían. Para su sorpresa, le llegan dos rechazos, pero la tercera decide publicar aquel manuscrito. Se trataba de El Gran Cuaderno, uno de los libros más importantes de la narrativa europea contemporánea que pronto se convirtió en un éxito.
En Analfabetoa idazle, Kristof comparte cuál es, en su opinión, la manera de crear una obra literaria: “Pazientziaz idatzi eta setaz idatzi, idazten denarekiko fedea behin ere galdu gabe egiten da bat idazle.”
La encargada de la traducción, que a mí me ha parecido muy buena, ha sido Eskarne Mujika Gallastegi, que también ha traído al euskera los libros Koaderno Handia, Atzo y Berdin dio.
Txani Rodríguez
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