Llevo un mes dando vueltas con este post, sabiendo lo que quiero escribir pero a falta de hilo y agujas para armar el relato, con la intención de vencer a la procrastinación.
Curiosamente, irónicamente, el tema que me trae hasta aquí es una reflexión sobre el valor del tiempo… ¿Será que las palabras juegan a las escondidas? ¿Qué debemos cazarlas y luego montar el puzzle?
EL TIEMPO, cuán valioso, cuán efímero, muchas veces tan ignorado. Cuántas veces enfocamos nuestra vida a tener por tener, a acumular por acumular… Pero, ¿qué pasaría si tuvieras todo lo que deseas en esta vida (amor, salud, dinero…) y no tuvieras tiempo para disfrutarlo, saborearlo? ¿Realmente valdría la pena?…
Cuando tus raíces se extienden más allá de los mares y el amor se expande, cuando tu vida necesita lentes bifocales, para ver aquí y también un poco más allá, el tiempo adquiere un mayor valor.
Ya ha pasado casi un mes de haber vivido tres intensas semanas en compañía de personas a quienes amo y, que a cuentagotas puedo disfrutar en el mismo espacio porque, físicamente, diez mil kilómetros nos separan a diario.
Será por eso, que cada año que pasa valoro más el tiempo.
Porque mientras tú no estás el reloj sigue corriendo y te pierdes detalles que durante el día a día son casi imperceptibles.
De repente los juegos e intereses de tus sobrin@s ya no son los mismos que hace un año atrás, que la más pequeña ha pasado de apenas mantenerse sentada a caminar y escabullirse para subir escaleras…
Y aprendes a valorar los minutos compartidos.
Te das cuenta también, de lo importante que es atender y escuchar lo que tienen que contar tus mayores, saborear sus palabras, mimarlos, quererlos… porque no podemos congelar el tiempo.
Y te ríes, te emocionas, conversas, compartes, escuchas, disfrutas, valoras, VIVES cada minuto como si fuera el último…
Pero no importa hasta donde extiendas tus raíces, el valor que otorgues al tiempo puede incrementar tu bienestar y plenitud. Así que comparto contigo una serie de actividades que Sonja Liubomirsky (**) propone para “Saborear las alegrías de la vida”:
Ayer, buscando aguja e hilo para hilvanar estas líneas me puse a ver algunas fotos de esos pequeños GRANDES momentos vividos durante esas semanas. La nostalgia toca a la puerta en esos momentos pero la gratitud me embarga porque esas pequeñas dosis de amor concentrado enriquecen el alma y dan sentido a la vida.
Porque al fin de cuentas, el tiempo se escurre en nuestras manos, como un reloj de arena al que no podemos dar vuelta. Podemos resignarnos y ser meros espectadores o vivir intensamente. Exprimir cada grano de arena hasta convertirlo en cristales de aumento que nos permitan ver los detalles y el valor de las experiencias vividas. Y por qué no, salar nuestra vida con aquellos granos que vienen acompañados del salitre de los momentos más duros, sabiendo que, como dice el cuento “El anillo del rey”, “esto también pasará”.
Y tú, ¿cómo valoras el tiempo?
(**) Lyubomirsky, S. (2008). La ciencia de la felicidad. Un método probado para conseguir el bienestar. Barcelona: Ediciones Urano S.A.
Llevo un tiempo con una melodía triste sonando en mi cabeza. No me imposibilita seguir…
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Excelente pensamiento muy positivo para los que tenemos familiares y amigos lejos gracias Adriana Gabriela Racca
Gracias Gustavo! Me alegra saber que estas líneas puedan serte útiles ;) Un gran abrazo.
Buenísimo el post. Reciba un cordial saludo.