“El cielo es azul, la tierra blanca” (ACANTILADO) de Hiromi Kawakami se subtitula “Una historia de amor”. Y es sobre todo eso, la historia de un amor desde que comienza hasta que termina. Desde que su protagonista femenina se reencuentra con el protagonista masculino. Es una historia de amor rara para un occidental. Quiero decir que es muy tópicamente japonesa, repleta de silencios y con pocos diálogos, y en los que prácticamente no hay pasión, porque esta se encuentra retenida, aplastada bajo varios kilos de impostura social.
Los dos protagonistas son muy diferentes en carácter y edad. Ella tiene 38 años, es oficinista y deambula solitaria por el mundo. A veces sale a bares y bebe mucho sake. Él tiene 30 años más, es un profesor jubilado y siempre lleva una cartera. Le gusta hablar con la gente. Ella es Tsukiko y él fue su Maestro de japonés en la escuela.
A su alrededor hay mucho vacío. Porque el paisaje no es el de la gran ciudad japonesa atestada de gente, que también. El paisaje es el de los arrabales, el de las casas bajas y apiladas y las calles repletas de bares y pequeños restaurantes. Prácticamente en toda la novela no hay más que dos ó tres personajes, además de los protagonistas: Satoru, el dueño del bar donde suelen comer y beber; Takashi, el compañero de pupitre de Tsukiko que la ronda constantemente; y la señora Ishina, otra vieja profesora que fue compañera del maestro. Poco más.
Los protagonistas pasean mucho, van a por setas, observan los cerezos en flor, se van de fin de semana a una isla, salen de picnic… y se alejan y se acercan constantemente. Pueden estar semanas sin verse, incluso meses, porque tienen miedo, miedo a lo que puede acabar pasando. En su interior se preguntan “cómo puedo estar yo liado con una jovencita que podría ser mi hija” ó “cómo puedo yo acostarme con un viejo que me dobla la edad”. Y hay otro miedo, el miedo al tiempo. “Si nos enamoramos, si empezamos a vivir juntos, ¿cuánto tiempo tendremos antes de que la edad acaba con uno de los dos?”.
Todo esto pasa por las mentes de los protagonistas, de los futuros amantes, sin que sea nunca expresado, porque es al lector al que le toca descifrar los signos, las pistas, y en eso Hiromi Kawakami es una auténtica maestra.
Una novela tierna, desafiante, serena, dura, apacible, hermosa, inquietante, esperanzadora y triste. Entendemos el éxito que tuvo en Japón, éxito que dio lugar a una película y un cómic. Eso allí, es lo más de lo más.
Enrique Martín
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Es una novela muy especial,que va penetrando poco a poco dentro de ti,al ritmo
de las estaciones ,con las setas del otoño y los cerezos en flor de la primavera,como en un
tapiz.Sientes como si acompañaras a la protagonista desde el inicio de la historia de
amor,en sus emociones interiores y en lo que muestra al exterior,junto al carismatico
maestro.Te atrapa desde el principio como si cada capitulo fuera una joya,una pequeña
historia zen,pero contada con una gran maestria combinando sutilidad y naturalidad.
La recomiendo vivamente. Me ha parecido un pequeño gran tesoro.