Este libro no ha sido escrito para ser degustado por estómagos delicados. Este libro te deja en estado de shock. Es una fábula, una fábula malsana envuelta en un relato tenebroso, trufado de miedos infantiles y terrores maternos. Por momentos parece una historia de horror, por momentos el delirio de un enfermo o de un loco, por momentos una parábola de la realidad argentina, de la podredumbre argentina, que es argentina como podría ser de cualquier otro país. El lector no sabe a qué carta quedarse, solo sabe de los sentimientos que provoca: escalofrío, temor irracional, temblor ante lo inesperado, ante lo que vendrá.
Es difícil resumir el argumento de esta breve e inquietante novela, ciento veinticuatro páginas. La historia se articula en torno a un diálogo que mantienen, en lo que parece un hospital, una mujer muy, muy enferma, y un niño que susurra, que guía a la enferma en la búsqueda de la verdad. Pero, ¿la voz del niño conduce a la verdad ó conduce por caminos que llevan al engaño, al desastre? El niño hace recordar a la mujer lo que ha vivido en los últ
La novela recuerda un poco a Los pájaros de Hitchcock, pero rodada por un director de cine independiente. El mal está ahí, lo cotidiano se vuelve tenebroso, y nadie sabe muy bien qué pasa, ni por qué. En la película son los pájaros; en la novela los niños. Lo más curioso de todo es que el lenguaje de Distancia de rescate te atrapa por su extraña poesía, por su lirismo, por la peculiar cadencia del ritmo narrativo. Hay un fluir natural, dentro de lo irracional del relato; un medido in crescendo sin explosión final; un extrañamiento incomprensible que al final obligará al lector a hacer su propia interpretación de lo leído. Impresionante la escritora argentina Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), a la que no habíamos leído todavía. Pensamos abalanzarnos sobre sus dos libros anteriores El núcleo del disturbio y Pájaros en la boca.
Por cierto, el título de la novela, Distancia de rescate, hace referencia a la distancia de seguridad que los padres mantienen con sus hijos cuando les dejan dar su primeros pasos independientes cuando son niños pequeños. Una distancia que teóricamente hará posible que puedas llegar a tu hijo antes de que se produzca la catástrofe, lo irremediable. Pero lo que la ficción demuestra, y aquí coincide con la realidad, es que la “distancia de rescate” es un mito, porque nadie garantiza nada.
Enrique Martín
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