Una princesa vikinga enfrentada a clanes sanguinarios tiene que salir de su país a uña de drakar y descubre una tierra allá al oeste. Recorre la costa hacia el sur y llega a unas tierras desconocidas donde toma contacto con aborígenes a los que coloca su panteón de dioses, así que años más tarde no es extraño encontrar entre las divinidades de estos pueblos a Thor. ¿Puede ser este el punto Jonbar que marque una ucronía? Puede, sin duda. Después encontraremos a un Cristobal Colón que llegando a lo que más tarde sería América, en lugar de darse la vuelta y montar un turoperador entre continentes sigue navegando hasta que muere en tierras extrañas, aunque sus barcos servirán al príncipe inca Atahualpa, que huye de su hermano Huascar, para cruzar la mar océana y llegar a una Lisboa devastada por un terremoto. Y así.
Está claro que esta no es la historia que conocemos. Así pues, efectivamente, estamos ante una ucronía, un mundo donde las cosas pasaron de manera diferente.
Ahora ha decidido dar un golpe más fuerte y hacer que los personajes reales protagonicen una historia de ficción. Y además de lo mencionado anteriormente hace por ejemplo vivir a Miguel de Cervantes las peripecias de su Don Quijote. Pero digamos que el núcleo de la novela es el repaso histórico a la Europa del siglo XVI a partir de la invasión inca. Hay tantas ideas en este volumen que sorprende que el autor no haya decidido guardarse algunas para una posterior obra. Ya solo las consecuencias de algunos hechos, el que debería haber sido Felipe II es asesinado cuando es niño por ejemplo, dan un montón de posibilidades de nuevos acontecimientos. Y, al mismo tiempo, parece que Binet quiere sujetarse a la historia oficial haciendo que Enrique VIII ejecute a Thomas Moro, aunque sea por diferentes motivos a los que conocemos, ya que el anglicanismo nunca llegó a nacer.
Esta novela es absolutamente adictiva, el lector recorre sus páginas permanentemente sorprendido por la descarga de imaginación del autor y por el tratamiento de los hechos y los personajes que aborda. Y lo hace con tal verosimilitud que estamos dispuestos a aceptar que todo esto es verdad. Oye, que igual lo es y nosotros estamos en el mundo de Matrix. Totalmente en serio, esta es una de las ucronías más satisfactorias que he leído. Y Binet un autor excepcional que no solo cuenta historias atractivas sino que reflexiona sobre la vida y la literatura de manera siempre diferente. Como diría Iñaki Calvo: no os la perdáis. Civilizaciones se titula.
Félix Linares
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