Si tienes oportunidad, pégale un vistazo al “Dilema de España” de Luis Garicano

Mi amigo Pablo me lo recomendó en el tramo final del verano 2014 (¡qué lejos queda!) y me ayudó a entender la entrada del otoño. Vaya por delante que no comparto muchas de las propuestas de Garicano, pero me encanta disfrutar de esa discrepancia cuando leo un libro. Inquietantes reflexiones las suyas. Para muestra, un botón.

[…]La sociedad resultante será una de mayores, discutiendo ideas antiguas, en casas viejas, que han consumido gran parte de la riqueza que generaremos en el futuro.

Sugerentes algunas de sus observaciones. En particular, ésta:

La respuesta al crecimiento está en las nuevas ideas. Son las nuevas ideas las que nos permiten hacer más con los mismos recursos. Como una receta que permite cambiar los mismos ingredientes para preparar nuevos platos, las ideas permiten crear más con menos. Y se pueden hacer copias infinitas. No tienen rendimientos decrecientes.

Y para nuevas recetas, necesitamos nuevos modelos mentales. Y, por ende, nuevos modelos de aprendizaje a lo largo y –sobre todo- ancho de la vida.

En su rescate, me encuentro “Armonizar educación con empleo en España: un reto a 5 años” (IESE 2014) que plantea las siguientes demandas a los anteriores retos:

  • Personas flexibles, con facilidad para integrarse en equipos y nuevos entornos.
  • Conductas y espíritu emprendedor.
  • Gran capacidad para compartir resultados, objetivos y planteamientos tanto a nivel individual como colectivo.
  • Personas activas emocionalmente con un fuerte componente de automotivación y una visión muy activa para generar motivación en los demás.
  • Personas que sean capaces de mirar al futuro, a lo desconocido, sin miedo; es más, personas que prefieren desenvolverse en entornos sin referencias. La sociedad y la empresa “líquida” demandan no anclarse ni en el pasado ni en lo aprendido.

Mientras el sistema, primero educativo y luego formativo, no enfoque el desarrollo humano de una manera integral, conocimientos y conductas, las empresas se verán abocadas a invertir en un tipo de formación cada vez más conductual.

Que un documento titulado “Armonizar educación y empleo” dedique 1 de sus 4 capítulos a “La formación emocional: el papel de las actitudes” es llamativo. ¿Premonitorio?

Y además ¡Sorpresa! Volvemos a la centralidad de las “habilidades blandas” en la profesionalidad: flexibilidad, equipos, adaptación, automotivación, emprendimiento, generosidad, “activas emocionalmente”; capaces de mirar al futuro, a lo desconocido, sin miedo…

Son las competencias personales la clave para responder a los desafíos actuales y futuros. Son éstas, las competencias llave para responder al dilema. Si las nuevas ideas son la respuesta al crecimiento, son las competencias personales la materia prima.

¿Acabaremos por entenderlo?

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Javier Riaño

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