Las cartas de Saul Bellow a escritores, amigos y gentes del mundo del libro

Salomon Bellow nació en 1915,  en el seno de una familia rusa de origen judío que tras emigrar a Canadá se estableció en Estados Unidos. Algunos datos más sobre este escritor inmenso: fue profesor en varias universidades norteamericanas, publicó sus primer libro en 1944 y en el año 1976 recibió el Premio Pulitzer y el Nóbel de Literatura. También le concedieron la Medalla Nacional de las Artes y en tres ocasiones el Premio Nacional del Libro. Algunos de los títulos que figuran en su extensa obra son Herzog o El legado de Humboldt. Referente de la literatura de la posguerra, el análisis de la cultura contemporánea, la preocupación por la identidad personal y la integridad espiritual ante la modernidad y la experiencia de los judíos en Estados Unidos son algunos de sus temas característicos.

Durante años, las traducciones de los libros de Bellow al castellano han sido desiguales, algo que condicionó nuestra recepción de la obra autor, pero solventado desde hace tiempo este problema (ahora podemos encontrar ediciones y traducciones muy buenas) hemos tenido la oportunidad de acercarnos a su literatura, a menudo de tintes autobiográficos, a su prosa sorprendente y llena de matices, a sus personajes inolvidables. Bellow, de alguna manera, se dejaba ver en sus libros, pero ahora podemos observarlo aún con más nitidez desde otra perspectiva. Decimos todo esto porque la editorial Alfabia acaba de publicar Cartas, un volumen que recoge la correspondencia que el autor mantuvo con viejos amigos, amantes, agentes, editores, periodistas…

Este analista brillante y poderosísimo narrador escribió a cuatro generaciones de escritores: la anterior a la suya, la suya, y dos posteriores. Faulkner, Philipth Roth, John Cheever, James Salter o Martin Amis son algunos de los ilustres destinatarios de sus misivas. Pero el volumen comienza con una carta dirigida a su novia Jetta. Le anuncia que rompe la relación con ella. Bellow tenía diecisiete años y en ese breve texto queda demostrado que ya era un formidable escritor. En su caso, se revelaba además como un gran escritor de cartas. “A los grandes autores no siempre se les dan muy bien las cartas; de hecho, podría hacerse una lista considerable de figuras de primera fila que eran correspondientes superficiales”, afirma Benjamin Taylor, autor del prólogo de este libro. Entre los que engrandecieron el género, él destaca, entre otros, a Virginia Wolf, a William Maxwell, a Flannery O´Connor y, por supuesto, a Bellow. Instantáneamente dramático y también muy divertido, como sucede en muchos pasajes de sus novelas y relatos, con sus cartas configuró  un autorretrato exhaustivo que es también el retrato de una época; algo semejante a la autobiografía que Bellow nunca escribió.

Txani Rodríguez

Kike Martin

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