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Uriarte o la vida anodina contada de forma extraordinaria

Con este epílogo de tan solo 55 páginas, el ex crítico literario –por hablar del único trabajo que ha realizado en su vida- Iñaki Uriarte (Nueva York, 1946) pone punto final a la publicación en la editorial Pepitas de Calabaza de sus diarios. Estos han aparecido en tres volúmenes. En uno recogía los textos escritos y seleccionados entre 1999 y 2003, en otro los escritos entre 2004 y 2007 y en el epílogo final los escritos entre 2008 y 2010. La editorial ha tenido el buen gusto de publicar, a la vez que este pequeño texto, un volumen en el que se han reunido los tres volúmenes.

Iñaki Uriarte se suele presentar a sí mismo como un vasco nacido en Estados Unidos, que dice ser de Donostia y vive en Bilbao. En la selección de los textos escritos en sus diarios encontramos anécdotas vitales, historias sobre sus amigos y enemigos, relatos de viajes, pequeños apuntes sobre la situación política vasca, digresiones filosóficas, reseñas literarias y múltiples reflexiones sobre el arte del buen vivir, como ésta: “Trabajar es como estar enfermo. En cuanto se te pasa, te pones contentoâ€. Uriarte sigue afirmando no ser un escritor y asegura que tan sólo ha publicado estos textos porque agradaban a los que los leían. Y también recalca que este es el punto y final a su carrera literaria, porque nunca ha pretendido ser escritor. Es una mala noticia para todos aquellos que hemos disfrutado con su forma de escribir, con su forma de afrontar la vida, con sus reflexiones sobre el entorno. Una forma de escribir que ha cautivado a propios y extraños fuera de Euskadi. Vila-Matas aseguraba que estábamos ante un escritor único. Frédéric Beigbeder, tras la publicación de una selección de estos escritos en Francia, decía haber quedado rendido ante su forma de escribir y de ver la vida, “tan de Montesquieuâ€, autor al que venera Uriarte.

En esta última entrega de sus diarios el autor asegura que “nadie se ríe de uno mismo en serio†y que “las leyes de la evolución nos determinaron para vivir más preocupados que despreocupadosâ€. También confiesa que “como últimamente estamos viendo a poca gente, hablamos menos en casa†y que se siente abrumado a veces por la gente: “Tras cinco horas de parloteo en una reunión de unas diez personas, vuelvo a casa. Me tumbo en el sofá y abro un libro. Qué descanso, qué orden, qué puntos, qué comas, qué comillasâ€. Incluso tiene tiempo para agradecer algunas críticas a su trabajo: “Mi agradecimiento para esta reseñista que recomienda mis libros e informa con exactitud a sus lectores de la condición social del autor: un señor que no se dedica a escribir y que escribe lo que le da la ganaâ€. También se nos informa de la muerte de su gato Borges (le habíamos cogido tanto cariño), mientras se despide de sus lectores sin mencionarnos, con un “los echaremos de menosâ€, como se despidió de Uriarte y su pareja un maitre del hotel en el que se alojaron en Luxor, durante un viaje a Egipto. Nos da la impresión de que el escritor “que no quiere escribir†nos ha tomado un cierto cariño porque ante el comentario del maitre contesta que él también les echará de menos: nos echará de menos, tal vez.

Da pena pensar que nunca más volveremos a leer nuevos textos de Iñaki Uriarte, un extraordinario y efímero escritor, con letras mayúsculas.

Enrique Martín

Pedro Ugarte, confidencias de vida y literatura

Los libros de notas de los escritores ejercen sobre mí una atracción innegable, y sospecho que es un género que interesa a la mayoría de los amantes de la literatura. Solemos llegar a esos trabajos con la expectativa de conocer mejor al autor, de conocer la esencia de su pensamiento, su actitud vital, quizás, su grado de esperanza, pero sucede que no siempre el autor se deja ver y que, por ello, estos libros de notas resulten un tanto fríos. No es el caso de Lecturas pendientes (anotaciones sobre literatura), el nuevo libro de Pedro Ugarte, adscrito a este género ensayístico. El bilbaíno convierte a los lectores en confidentes, y aunque la literatura sea el eje central, en realidad,  de lo que nos habla, con mucha  honestidad, diría yo, es de la vida misma.

En Lecturas pendientes, Ugarte recuerda cómo nació su vocación de escritor: “Nunca he querido hacer ninguna otra cosa que no sea escribir. No sé cómo ni por qué se alojó esa idea en mi cabeza. Ni puedo explicarla, ni puedo entenderla, ni me importa demasiado no poder hacerloâ€. Comparte con nosotros cuáles son sus autores favoritos, los sinsabores y las satisfacciones del oficio de la escritura y a qué insospechados pliegues de la memoria lo devuelven algunos pasajes de sus lecturas…; la memoria, la infancia, tan presentes en este libro donde asegura que la patria no es la infancia sino la inocencia. “No tuve una relación demasiado estrecha con mi padre. Pero hubo un tiempo, en verano, en que íbamos los dos juntos desde Zarauz a Guetaria a comer un par de nécoras y a beber yo un mosto dulce y él un vino blanco helado. Hablábamos de cosas imposibles, esas cosas que jamás podrían compartir un hombre de cincuenta y seis años y un niño de doce. Esa conversación imposible, impracticable, que se repetía y terminaba siempre en el fracaso fue una patria. La míaâ€.

La enfermedad, la vejez y el paso del tiempo están también presentes en estos apuntes y en ocasiones, aborda esas cuestiones desde el  sentido del humor, tan necesario: “Muchas cosas cambian cuando envejeces: por ejemplo, el modo de no mirarme que tenían antes las mujeres es totalmente distinto al modo de no mirarme que tienen ahoraâ€. Otro apunte sobre la vejez en un tono bien distinto: “Leyendo los diarios, los ensayos o los libros de memorias de muchos escritores ancianos, el tremendismo se convierte en una fórmula de estilo. Todo son juicios altisonantes, admoniciones morales: el mundo se derrumba, la civilización se corrompe, donde no domina el dinero domina la ambición. Todo se vuelve apocalíptico, aterrador, irrespirable. Si llego a la vejez, espero hacerlo con la lucidez suficiente como para no confundir mi propia extinción con la del mundoâ€.

El amor por Bilbao, observaciones muy afiladas sobre el euskera o sobre lo que sería para él un vasco típico, pasajes sobre la familia, sobre la paternidad o sobre las relaciones de pareja, ocupan su lugar en unas páginas en las que Ugarte se define como liberal y católico.

Con un tono a veces un tanto pesimista, otras, melancólico, otras critico o irónico, pero dominado siempre por el realismo y por el esfuerzo consciente de tratar de analizar su subjetividad con cierta distancia, Lecturas pendientes logra que el lector dialogue también consigo mismo. Literatura a raudales: opiniones sobre el cuento, sobre la novela, sobre la crítica, sobre la amistad con algunos autores y sobre ciertas decepciones.  Entradas extensas o  tan breves como aforismos. Un ejemplo más: “El amor no es un sentimiento, el amor es una decisión. Entender esto es entenderlo todo“. Un libro este, en definitiva, para tomar nota y para tomar notas también.

Txani Rodríguez

El universo íntimo de Francisco Javier Irazoki y todos lo demás

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, 1954) fue periodista musical en Madrid, formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas y desde 1993 reside en París donde cursó estudios musicales. Ha publicado multitud de libros de poemas y de poemas en prosa. En 1992 la Universidad del País Vasco editó toda la poesía que había escrito hasta entonces en el magnífico volumen Cielos segados. Es uno de esos grandes poetas desconocidos para el gran público (como pasa con casi todos los poetas). En Orquesta de desaparecidos, como cuenta su amigo y colega Fernando Aramburu, “continua la serie de textos breves en prosa que inició en 2006 con “Los hombres intermitentesâ€. Amplía así el delicado dibujo de sus paisajes personales, combinando las notas de evocación, directamente autobiográficas, con esa especial destreza suya para la creación de imágenes y símbolosâ€. La verdad es que estamos ante un escritor único e insustituible.

En este libro que se desarrolla entre París, Lesaka, Madrid, Nueva York y Londres, Irazoki habla de muchas cosas: de la poesía como de esa mirada intensa que nos despierta; de la necesidad de huir del malditismo; de la calidad creativa que nunca debería ser considerada fruto de las derrotas íntimas; del amor a un idioma, que de rebote debería hacerte amar todos los demás idiomas; de lo conveniente que es recorrer a solas el camino como “un pequeño coleccionista de asombrosâ€; de la necesidad de esos fuertes vientos mentales que arranquen los jardines, postigos, vigas y escaleras de todas las patrias; de triunfar sin haber herido; de no negar nunca el trato cordial al disidente; de querer entender al que no piensa como uno piensa; o de nacer en una ciudad con “clima de tristeza sin fundamentoâ€.

Por el libro de Irazoki pulula mucha gente: el desconocido poeta Eloy Sánchez Rosillo, el supereditor Jesús Munarriz, el omnívoro cineasta Orson Welles, el dramaturgo eterno William Shakespeare, el apreciado novelista Pío Baroja, la madre que no tuvo calzado hasta ser adulta y el padre que siempre fue sensato, un tío que se volvió loco por desamor, la hermana que sabía buscar palabras, un viejo republicano que le acogió en Madrid, el alegre carpintero Altxafero, el surrealista bondadoso y divertido Fernando Aramburu, el abandonado poeta loco Leopoldo María Panero, la referencia William Faulkner, el escritor Pablo Antoñana que regaló su suerte, el portentoso Ramiro Pinilla, el poeta Gabriel Aresti que sin enemigos se recostaría aliviado en la nobleza de los lobos, el poeta musical Cesar Vallejo, el discreto Gao Xingjian que ganó un Nobel de Literatura, el músico siempre en crisis Sonny Rollins y cuatro grandes que desgraciadamente nunca tocaron juntos: Mozart, Thelonius Monk, Bach y Jimi Hendrix.

Orquesta de desaparecidos es un descenso, sin botella de oxígeno, a las profundidades del pensamiento y las referencias vitales y creativas de un escritor asombroso.  Un autor humilde que esconde en sus escritos una gran sabiduría. Si todos los pensadores del mundo tuvieran un cuarto de la altura moral de este tipo, la Humanidad sería un vergel. Grande Irazoki.

Enrique Martín

Iñaki Uriarte, prosigue el encantamiento

Abrir la tercera parte de los Diarios de Iñaki Uriarte es como reemprender la conversación con un amigo que hace tiempo que no vemos pero con quien, a pesar de la distancia, nos sentimos cómodos. “¿Dónde lo dejamos la última vez?â€, podríamos preguntar antes de empezar a leer este libro. Aquí reaparecen renovados el gato Borges y Montaigne; algunos viajes como el que hizo a Nueva York para pronunciar una conferencia en el Instituto Cervantes; Benidorm o la Provenza; las referencias a sus lecturas; reflexiones filosóficas; malestares; anécdotas más livianas o citas abiertamente humorísticas. Pero en definitiva, nos reencontramos con un punto de vista sobre la vida muy concreto: profundo, lúcido, divertido, sosegado.

Se mantiene por tanto el autor en la línea de los dos anteriores tomos. Hay, sin embargo, una ruptura en este volumen: en una de las primeras entradas que le leímos decía que iba a escribir como si hablara solo. Efectivamente, eso parece aún, que habla solo. LIBRO Diarios Iñaki UriarteEl tono no se ha alterado, pero quien firma esta nueva entrega –parte de ella, al menos- ya no es un escritor inédito. Uriarte publicó en 2010 y este diario alcanza esas fechas. “Yo estoy seguro de que ahora escribo menos páginas en estos archivos porque tengo galeríaâ€. En este tomo, relata que decidió publicar sus páginas mientras lavaban el coche a las afueras de Benidorm: “Tengo una docena de lectores que los han pasado bien al leerlas, tengo la venia de dos críticos severos, tengo el ofrecimiento de una pequeña editorial medio anarquista de Logroño, que seguro será cuidadosa. La situación parece perfecta (…). Hay muchas razones por las que intentar publicar algo. Una de ellas echarlo de casa.†Lo que vino a partir de ahí, es conocido: publicó, tuvo un recibimiento extraordinario por parte de la crítica y de los lectores y mereció algunos reconocimientos, entre ellos, el Premio Euskadi de Literatura.

Ahora, podemos internarnos también en la trastienda de su exitoso itinerario: el mal genio antes de las presentaciones, el ánimo inquieto, la insatisfacción ante las entrevistas, cierto miedo, al menos moderado, a escribir y bastante perplejidad: “Estoy sorprendido con la aceptación que ha tenido el libro entre personas de condición muy diferente. Desde gente que apenas lee hasta personas de sólido juicio literario. Yo pensaba haber publicado un diario “socialmente incorrectoâ€, con unas cuantas opiniones no muy acordes a las ordenanzas, pero esto no parece haberse visto, o no se le ha dado importancia. Debe de haber algo en el tono, en el estilo, lo que sea, que me ha permitido decir que he vivido como un “okupaâ€, tomo drogas, abomino del trabajo y creo que no hay que tener hijos, sin que por ello se me caiga el peloâ€.

En todo caso, este Uriarte ya editado sigue siendo el mismo de los dos primeros tomos y por ello el libro satisfará, en mi opinión, las expectativas de los lectores. Puede haber incluso algo más de humor. Dos muestras, desde la capital de Bizkaia escribe: “Hay gente en esta ciudad que admira a Unamuno porque era de Bilbao†o “Ese instante de alarma y temor a no entenderlo cuando anuncian que te van a contar un chisteâ€. Ese tipo de observaciones, que a veces suenan a confidencias, posibilitan que la vida misma tome relieve en estas páginas sencillas, francas, cercanas. “Copiar citas, contar cosas que me afectan escribir bobadas, banalidades, mis banalidades, pues sé que puedo haber leído veinte mil palabras en un día, pero me voy más contento a la cama si he apuntado en cualquier sitio una mía.†Esa confortabilidad que le proporciona al autor tomar estas notas se trasvasa –la alquimia de la literatura- a quien lea estas páginas que nos dan que pensar, claro que sí, pero de buen rollo.

Txani Rodríguez

Xuan Bello, el esplendor de la literatura en lengua asturiana

Este libro habla de muchas cosas. Y de todas ellas habla muy bien. Habla de lo cercano y lo lejano, de la aldea y la ciudad, del verano como patria, del pasado como país extranjero, de la vida como batalla perdida, de los cuentos escritos, de lo cascarrabias que nos volvemos cuando nos vamos haciendo mayores.

Este libro habla del terruño y el nacionalismo, de caminos por recorrer, de escribir para que no se pierda, de la nieve y la memoria, de la defensa de las pequeñas lenguas, de lugares a los que dedicar un poema, de la obligación de continuar las cosas y de la importancia de irse de vez en cuando.

En este libro se reflexiona sobre la incomodidad de no estar en el sitio en el que hay que estar, sobre la nostalgia del mar, sobre la lejanía de la muerte durante la infancia, sobre el pLIBRO.La nieveeligro de conseguir los sueños, sobre los vascos, los gallegos y los asturianos, sobre la Asturias apartada de todo, sobre el vacío, la luna y los lunáticos y sobre lo pequeño que es ahora el mundo.

En este libro se reflexiona sobre las bendiciones del otoño, sobre las Navidades y el deseo de estar con los de casa, sobre amar al 60%, sobre el temor y la pasión a los viajes, sobre la muerte de una amiga, sobre la posibilidad de tener “otra vidaâ€, sobre la observación de los cielos, sobre las utopías cotidianas y sobre las malas compañías y la envidia.

En este libro hay muchos lugares: Paniceiros, Braga, Oviedo, Roma, Lisboa, Nueva York, París, Maryland, Oporto, Mallorca… Y también abundan los escritores: Eugenio de Andrade, Chesterton, Dino Buzzati, Robert Graves, Chaucer, Gabriel Aresti, Javier Almuzara, Hilario Barrero, Ruy Cinetti, Fernando Pessoa, Alicia Castro, Fulgencio Argüelles, Josep Pla…

En La nieve y otros complementos circunstanciales (Xordica) hay un escritor y un hombre. Hay una persona que se pregunta por la vida, por la literatura, por el tiempo que pasa y por el que vendrá, que despotrica algo –con razón- y añora mucho. Se llama Xuan Bello y escribe en una lengua, el asturiano, que algunos iletrados ni consideran lengua. Una lengua en la que Bello escribió un libro hermosísimo que emociona cuando lo lees y cuando tiempo después recuerdas los buenos momentos que nos proporcionó, Historia Universal de Paniceiros.

Xuan Bello es un poeta que escribe en prosa, un ciudadano comprometido con sus gentes y su lengua, un artesano (que palabra más exacta para definir lo que hace) del arte de juntar palabras. Cuando le leemos nos hace sentirnos en casa, aunque el oficio no le salga gratis: “Escribo para inventarme, para mudar de camisa como las serpientes. Y duele, claro que dueleâ€. Muchas gracias por el esfuerzo y por la hospitalidad.

Enrique Martín

Lecturas para el fin de semana. Las andanzas de Miguel Sánchez-Ostiz

Miguel Sánchez-Ostiz (Iruña, 1950) casi todo lo hace bien. Ha publicado novelas, libros de poemas, crónicas de viaje, ensayos biográficos y literarios y ha escrito multitud de artículos periodísticos. Por destacar algunos libros en su amplia producción, podríamos citar Las pirañas, No existe tal lugar, En Bayona, bajos los porches, Cuaderno boliviano y Cornejas de Budapest. También es un consumado escritor de diarios donde desmenuza su vida, sus lecturas y el mundo que le rodea. Lo hace apasionadamente, como es él, y sin pelos en la lengua.LIBRO.Idas y venidas

Idas y venidas (Pamiela) recoge sus reflexiones de los años 2009 y 2010 y es una continuación de su anterior entrega Vivir de buena gana. Como su titula indica hay muchos viajes en esta entrega. Un constante deambular gozoso donde la mirada curiosa y culta de Sánchez-Ostiz nos descubre aspectos sorprendentes de la realidad. Descubrimos Dublín, sus rincones, sus escritores y sus gentes. Nos asomamos a la vieja Pamplona, a la de los recuerdos de niñez, y paseamos por Bilbao, Donostia, Madrid y Baiona. Pasamos largas estancias en el valle de Baztán, donde el escritor tiene una casa, y descubrimos sus historias secretas, sus paisajes asombrosos, su tradición fronteriza. Volvemos la vista atrás gracias al nombre de una calle, al recuerdo de una muerte. Nos asaltan los retos de la memoria histórica y los flases ensangrentados de una guerra inmisericorde y de una posguerra salvaje: “recordemos a las víctimas, pero también pongamos nombre a los verdugosâ€, viene a decir el autor. Y también asoma la realidad: el final de ETA, el estallido de la crisis económica, la llegada de los inmigrantes (los nuevos ciudadanos). Y como no sus escritores, sus comentarios entusiásticos sobre Baroja, Stevenson, Quignard… Un libro repleto de vida vivida y de gran literatura. Como diría Sherlock Holmes: “Literatura, Watson, literaturaâ€.

Enrique Martín

Miguel Sánchez-Ostiz, el diario como forma de vida… literaria

FOTO.Miguel Sánchez-OstizEl escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz (Iruña, 1950) acaba de publicar en la editorial Pamiela una nueva entrega de sus diarios titulada Idas y venidas. Sánchez-Ostiz ha publicado novelas, libros de poemas, crónicas de viaje, ensayos biográficos y literarios y ha escrito multitud de artículos periodísticos. Por destacar algunos libros en su amplia producción, podríamos citar Las pirañas, No existe tal lugar, En Bayona, bajos los porches, Cuaderno boliviano y Cornejas de Budapest. También es un consumado escritor de diarios donde desmenuza su vida, sus lecturas y el mundo que le rodea. Lo hace apasionadamente y sin pelos en la lengua. Idas y venidas recoge sus reflexiones de los años 2009 y 2010 y es una continuación de su anterior entrega Vivir de buena gana. Como su titulo indica hay muchos viajes en esta entrega. Un constante deambular gozoso donde la mirada curiosa y culta de Sánchez-Ostiz nos descubre aspectos sorprendentes de la realidad. Dublín, Pamplona, Bilbao, Donostia, Madrid y Baiona; el valle de Baztán; la memoria histórica y los flases ensangrentados de una guerra inmisericorde; y el final de ETA, y el estallido de la crisis económica, y la llegada de los inmigrantes (los nuevos ciudadanos); y como no,  sus escritores, sus comentarios entusiásticos sobre Baroja, Stevenson, Quignard… Pincha y escucha la charla.

Las cartas de Saul Bellow a escritores, amigos y gentes del mundo del libro

Salomon Bellow nació en 1915,  en el seno de una familia rusa de origen judío que tras emigrar a Canadá se estableció en Estados Unidos. Algunos datos más sobre este escritor inmenso: fue profesor en varias universidades norteamericanas, publicó sus primer libro en 1944 y en el año 1976 recibió el Premio Pulitzer y el Nóbel de Literatura. También le concedieron la Medalla Nacional de las Artes y en tres ocasiones el Premio Nacional del Libro. Algunos de los títulos que figuran en su extensa obra son Herzog o El legado de Humboldt. Referente de la literatura de la posguerra, el análisis de la cultura contemporánea, la preocupación por la identidad personal y la integridad espiritual ante la modernidad y la experiencia de los judíos en Estados Unidos son algunos de sus temas característicos.LIBRO.Cartas

Durante años, las traducciones de los libros de Bellow al castellano han sido desiguales, algo que condicionó nuestra recepción de la obra autor, pero solventado desde hace tiempo este problema (ahora podemos encontrar ediciones y traducciones muy buenas) hemos tenido la oportunidad de acercarnos a su literatura, a menudo de tintes autobiográficos, a su prosa sorprendente y llena de matices, a sus personajes inolvidables. Bellow, de alguna manera, se dejaba ver en sus libros, pero ahora podemos observarlo aún con más nitidez desde otra perspectiva. Decimos todo esto porque la editorial Alfabia acaba de publicar Cartas, un volumen que recoge la correspondencia que el autor mantuvo con viejos amigos, amantes, agentes, editores, periodistas…

Este analista brillante y poderosísimo narrador escribió a cuatro generaciones de escritores: la anterior a la suya, la suya, y dos posteriores. Faulkner, Philipth Roth, John Cheever, James Salter o Martin Amis son algunos de los ilustres destinatarios de sus misivas. Pero el volumen comienza con una carta dirigida a su novia Jetta. Le anuncia que rompe la relación con ella. Bellow tenía diecisiete años y en ese breve texto queda demostrado que ya era un formidable escritor. En su caso, se revelaba además como un gran escritor de cartas. “A los grandes autores no siempre se les dan muy bien las cartas; de hecho, podría hacerse una lista considerable de figuras de primera fila que eran correspondientes superficialesâ€, afirma Benjamin Taylor, autor del prólogo de este libro. Entre los que engrandecieron el género, él destaca, entre otros, a Virginia Wolf, a William Maxwell, a Flannery O´Connor y, por supuesto, a Bellow. Instantáneamente dramático y también muy divertido, como sucede en muchos pasajes de sus novelas y relatos, con sus cartas configuró  un autorretrato exhaustivo que es también el retrato de una época; algo semejante a la autobiografía que Bellow nunca escribió.

Txani Rodríguez

Iñaki Uriarte y sus diarios, continúa el goce

Cuando hace poco más de un año, reseñamos en “Pompas de papel†del primer volumen de los diarios de Iñaki Uriarte, hablamos de un “asombroso escritor secretoâ€. Y en efecto, así era. Tras varios años tomando notas para sí mismo, sin conocer muy bien el objetivo último de su escritura,- quizá para leerse más adelante, para que no solo queden fotos suyas sino algo de lo que pensó, por entretenimiento o por guardar impresiones y recuerdos “como quien  acumula monedas en una huchaâ€- Uriarte, animado por algunos amigos, se decidió al fin a publicar. Su condición de “escritor secreto†desapareció de forma inmediata y la extraordinaria calidad de sus textos corrió de boca en boca. La primera parte de los diarios le reportó un gran reconocimiento, páginas admirativas en la prensa, un viaje de vuelta a su ciudad natal, Nueva York, y esta misma semana el Premio Euskadi de Ensayo y el Premio Tigre. Algo, en fin, fuera de lo común.LIBRO.Diarios

Por supuesto, se había generado cierta expectación con la segunda entrega de sus diarios, los que van de los años 2004 a 2007 y que ahora nos ocupan. Bien, si hace un año recibíamos la impresión de que nos hablaba un amigo, alguien con quien tuviéramos cierta confianza, en esta ocasión, asistiremos al recuentro con el amigo aquel. Es la misma voz, desprovista de retórica, la que nos conduce de forma natural, por supuesto, al mismo hombre. Lo contrario, hubiera resultado, al menos, desconcertante. En estas nuevas entradas nos encontraremos con “viejos conocidosâ€: Montaigne, el gato Borges, Benidorm, Toni Etxea…, todos llegan, sin embargo, renovados.  Siempre sereno, Uriarte aparece a veces pensativo: “Hay rostros con un fondo de tristeza que son como una prueba viviente de que la felicidad existe y de que la conocieron.†Otras, irónico: “Cada vez que nos vemos me reprocha que una vez le dije que me parece demasiado susceptible.†Algunas, crítico: “Esencia del pensamiento conservador: creer en las elites, creer que hay personas mejores que otras y que se merecen más. Y lo que suele ser risible: creer que tú eres una de ellas.â€

Sin duda, estas páginas, en las que nos habla de sus lecturas, de reuniones con amigos –muchos de ellos, escritores- y con familiares,  de sus “pecados†de juventud, de algunos viajes, de grandes asuntos  y  de otros tan concretos como el tiempo que ha de emplearse en ver un cuadro, vuelven a conformar, como lo hicieran las de sus primeros diarios, una nueva explosión de alta literatura firmada por alguien que repite convencido que él no es escritor. En este punto, claro, mostraremos nuestro desacuerdo.

 Txani Rodríguez

Manuel Jabois o el divertido arte de escribir artículos

Irse a Madrid y otras columnas (Pepitas de Calabaza) reúne una selección de textos de Manuel Jabois, publicados en Diario de Pontevedra, El Progreso y el blog de la revista digital FronteraD, que sus numerosos seguidores disfrutarán y que permitirá que otros lectores conozcan a este periodista gallego, artífice de Apuntes en sucio, una visitadísima página web.

A los veinticinco años, ganó el Premio Nacional de Periodismo Julio Camba y la verdad es que su estilo nos recuerda al del célebre autor de Vilanova de Arousa, aunque el propio Jabois nombra, además, otra influencia muy notable: “Yo me hice periodista porque no queda otra — cuenta en el prólogo al libro—, y durante las últimas semanas de 1998 me iba a la biblioteca de San Xenxo a leer prensa local y aprender el oficio de corresponsal de pueblo, que yo creLIBRO.Irse a Madridía hereditario, como el de relojero. Había llegado por mi abuelo, a quien habían encargado buscar un sustituto a razón de 50.000 pesetas al mesâ€. “Cuando ahora -añade- alguien me pregunta si esa mirada mía procede de algún autor famoso a quien yo haya leído de paso, procuro contestar intachable que la mirada me vino en la genética como a otros el rubio del pelo, y que esa mirada es la que mi abuelo tenía hacia las cosas, una mirada entre sobrepasada y terriblemente cínicaâ€. Efectivamente, podemos emplear esos dos calificativos en este Irse a Madrid. Donde encontramos las crónicas, algunas disparatadas de un periodista apasionado de su profesión que se aparta de los temas convencionales y la actualidad para dar cuenta de una reunión de vecinos o de otra de empresarios de locales de alterne, de la llegada a Pontevedra del circo de Ãngel Cristo o de algún viejo profesor. Todo le vale a Jabois: el licor de orujo, el chándal de Fidel Castro, las cuestas de Vigo y hasta su barriga. Su tono de extrañamiento y su capacidad humorística, hacen que, poco a poco, vayamos imaginándonos a un periodista a menudo brillante, a veces algo desorientado, mujeriego, noctámbulo, pero muy tranquilo, al que la vida y sus cosas se le ponen por delante de manera un tanto insidiosa. “Se pueden ser muchas cosas en la vida — relata en una columna en la que se descubre de repente como un asunto a abordar en una reunión de su comunidad— y yo he sido unas cuantas, todas ellas discretas, pintorescas y municipales como jurado de un concurso de tortilla de patatas en el Instituto de Hostelería Carlos Oroza. Con lo que no había contado nunca es con ser punto del orden del día. Esa ambición la tenía yo aparcada. La sensación no era ni de éxito ni de fracaso, como cuando te dan la plaza de notario en un ayuntamiento del Bajo Aragónâ€. Provisto de un tono cercano a la autoparodia — “hablar de mi es un tema que me tiene fascinadoâ€â€” y con un talento extraordinario para hacer literatura como quien no quiere la cosa, Manuel Jabois convierte la anécdota en algo trascendental, lo oficial en anecdótico, el personaje en persona y esta compilación de columnas en una crónica contemporánea tan lúcida como descacharrante.

Txani Rodríguez