Archivo de la categoría: biografía

Viendo a Philip Roth desde fuera y con cariño (demasiado)

Este es, obviamente, un libro para los conocedores de la obra del famoso escritor estadounidense, preferentemente para aquellos que le admiran. También lo hace la autora, que, por cierto, no tiene ningún parentesco con Philip a pesar de que el apellido de este y el segundo nombre de ella es el mismo, que es firme partidaria de la literatura de Roth y demuestra su admiración desde la primera página. Nada que objetar si este entusiasmo no se viera tan frecuentemente manifestado. Por ejemplo Claudia alaba las obras mayores del escritor y se limita a comentar que tal título tuvo una recepción popular tibia o aquella otra fue un relativo fracaso en las menos grandes. Y también que no oculte o disimule las zonas oscuras de su biografía, por ejemplo las locuras que hizo Philip Roth tras el éxito de El mal de Portnoy, y que el propio autor no duda en asumir, y que quedan aquí enumeradas superficialmente, y no todas.LIBRO Roth desencadenado

Dicho esto queda por aceptar que, ahora mismo, este es un libro necesario, porque no hay otro, para cualquier aficionado a la literatura, porque va presentando todas las obras del autor, y centrando las circunstancias en que fueron escritas, y dando detalles biográficos no demasiado exhaustivos pero suficientes y sirviendo de complemento a la lectura de sus novelas y relatos. Otra cosa es que no descubramos aquí a la persona y si al escritor a través de su trabajo que queda bastante bien retratado. Particularmente yo creo que Roth pasó de retratar su adolescencia a hablar de su vejez con muy escasos títulos intermedios y aún menos que hablen de cosas ajenas a él mismo. Es, en ese sentido un tipo con un ego gigantesco que ha estado permanentemente enfrentado a otros escritores a los que siempre trató de demostrar que él era muy bueno, el mejor.

En ese sentido las opiniones de Saul Bellow, Bernard Malamaud, John Updike o Norman Mailer quizá arrojarían mas luz sobre la autentica dimensión de Roth. Por supuesto en este libro se pueden encontrar detalles que podríamos desconocer. Particularmente he descubierto que la etapa de decaimiento que siguió al éxito de El mal de Portnoy estuvo muy acompañada de su obsesión por Kafka y Chejov, o que eso le llevara a montar una editorial que publicaba narrativa de los países del este de Europa, principalmente checoslovaca.

Bien, puede que este libro no sea fiel a su título, que aquí Roth no esté desencadenado. Puede que este autor no sea ese viejito amable que charla con la autora como si su vida hubiera sido un lugar tranquilo (al respecto pueden comparar la versión que aquí se hace de su relación con Claire Bloom con la versión que esta da en su autobiografía Adiós a una casa de muñecas), pero siempre es interesante tener una guía que nos aproxime mas a este escritor que ha dado tantas muestras de talento, y algunos títulos olvidables. Solo para fans.

Félix Linares

Daniel Titinger recupera a Julio Ramón Ribeyro, un gigante

Un hombre flaco, la biografía del maestro peruano Julio Ramón Ribeyro escrita por Daniel Titinger y publicada por la Universidad Diego Portales arranca con una primera frase digna de sus cuentos: “Julio Ramón Ribeyro no iba a sobrevivir a su segunda muerte.” Y así fue, el primer domingo de diciembre de 1994, con sesenta y cinco años, tras ganar el Premio Juan Rulfo, que es el reconocimiento más importante de América Latina, el escritor peruano cedía ante la muerte.

Ribeyro nació en Lima en 1929. Aprendió rápido a escribir y la lectura le subyugó tempranamente. En 1949 publicó en una revista su primer cuento y se sintió un joven escritor. Pero en su familia necesitaban dinero –su padre había fallecido en 1946- y la literatura no parecía el negocio más lucrativo. Adoraba a su madre, pero cuando terminó la universidad viajó a Madrid becado por el Instituto de Cultura Hispánica para estudiar Periodismo. “Solo ansío viajar -anotó en su diario-. Cambiar de panorama. Irme donde nadie me conozca. Aquí ya soy definitivamente como han querido que sea”. Tras Madrid, llegó París. Ocupó empleos variopintos. “Era, entoncesLIBRO Un hombre flaco, un escritor tan pobre que a veces debía interrumpir la escritura de su diario por falta de lapicero”, leemos. Fue en París donde empezó a escribir sobre Lima. Sobre los obreros, la clase media y la pobreza. “Si soy peruano -concluyó- debo escribir sobre el Perú que es lo que mejor conozco”. A finales de 1955 viajó a Munich y en su regreso a Francia trabajó de nuevo como obrero. No quería volver a Lima porque eso significaría buscar un trabajo, casarse, hacer una vida ordinaria y olvidarse para siempre de la literatura. Entre tanto, fue publicando sus relatos y comenzó a cosechar elogios. Pronto, recomendado por Vargas Llosa, ocupó un puesto de redactor en France-Press, y conocería a la mujer que iba a convertirse en su esposa, Alida Cordero. Se casó en 1966. Hacía vida familiar. En Lima dejaron de publicarse noticias suyas.

En 1973 llegó el año de las operaciones. Estuvo muy grave pero sobrevivió y retomó la escritura. A principios de los 90 su nombre sonaba como candidato al Premio Cervantes. Y en 1992 decidió regresar a Lima. Su mujer, en cambio se quedó en París, aunque no se divorciarían nunca. En aquellos años, cuentan sus allegados, bebía, fumaba, ya no escribía y frecuentaba a los amigos. Le gustaban las mujeres y se comportaba como un joven, “algo -comentan- insólito para alguien de su edad.

En todo caso, el hombre que, delgadísimo, falleció un domingo de diciembre fue, como lo fueron sus personajes, “tímido, modesto y silencioso”. En 1971 le dijo al poeta César Calvo algo que en mi opinión es muy cierto: que en todo el mundo conviven varias personalidades. De sí mismo, afirmó: “Por un lado, existe el escritor; por otro lado, el bohemio; por otro lado, el hombre de su casa, el padre de familia que no es escritor ni bohemio. Y el niño de siete años que corría frente al mar y se iba a escuchar audiciones en Radio Miraflores. Y también una especie de aventurero frustrado, de viajero que ya no viaja, de seductor que ya no seduce”.

En todo caso, de sus facetas destaca, en esta biografía bien armada, apoyada en numerosas entrevistas y clara de Daniel Titinger, la faceta de Ribeyro que más nos interesa: la de escritor, excelente cuentista y artífice de uno de los diarios más brillantes que conozco.

Txani Rodríguez

Flavia Company, reinventando la autobiografía

_P8Y6773.jpgLa escritora hispano-argentina Flavia Company (Buenos Aires, 1963) acaba de publicar en la editorial Páginas de Espuma el libro de relatos Por mis muertos. Cuando tenía nueve años su familia decidió dejar Argentina y volver a Cataluña de donde era originaria parte de ella. La niña Flavia se rompió en dos, aunque ahora ya es una catalana más que tiene una larga carrera literaria. Ha publicado cuatro libros de cuentos, uno de ellos de microrrelatos, ocho novelas (entre las que sobresale La isla de la última verdad) y un curioso poema narrativo titulado Volver antes que ir.  Si hemos hecho mención al comienzo de este comentario a la biografía de la escritora no es simplemente por una cuestión informativa, sino porque Por mis muertos es una especie de autobiografía de la autora con ficción de fondo. Es decir, que casi todo lo que se cuenta es verdad, pero que la forma de contarlo se aproxima a lo literario, a lo subjetivo. Un libro magnífico que funciona como un volumen de relatos de ficción, un volumen que habla de la vida, sus amarguras, derrotas, triunfos, nostalgias, incertidumbres, amores, desamores y esperanzas. Pincha y escucha la charla.

La extraordinaria historia de Madame de Montehermoso

Toca hoy salir del carril de la narrativa para saltar al de la biografía, vías que a veces se cruzan porque siempre hay algo inventado, bueno especulado, en la revisión de la realidad, en las autobiografías ya ni hablamos. Y lo traemos aquí porque este libro, Madame de Montehermoso, es un libro muy curioso por varios motivos. En primer lugar habla de un personaje casi desconocido, y en palabras de su editor, maltratado por la historia. Después resulta que el biógrafo es un entusiasta lo que hace de esta biografía casi una hagiografía. Y, para que nada falte, es una semblanza absolutamente desequilibrada. Reconozco que cada día me gustan más los libros imperfectos, escritos desde las tripas y no desde el cálculo. Si están pensando que este libro parece poco recomendable están ustedes muy equivocados.LIBRO.Madame de Montehermoso

En principio el personaje central es apasionante y los episodios históricos por los que atravesó, al menos durante una etapa de su vida, fascinantes. La dama en cuestión tuvo una juventud verdaderamente movida hace más de doscientos años, allá cuando las guerras napoleónicas. Casada con un individuo con el que mantenía una relación distante, las escasas referencias que aporta el biógrafo dan pie para múltiples interpretaciones, parece que cayó arrebatadamente enamorada en los brazos de José Bonaparte, el hermano de Napoleón, rey de España durante un rato. Pero el paniaguado de Pepe Botella no parecía un tipo capaz de comprometerse, sí parece que el término ya se usaba por entonces, y el destino de la marquesa resultó desdichado. Es en este punto donde conviene bramar un poco contra los historiadores capaces de reproducir el contrato de compra de una casa y no atreverse a enriquecer las peripecias de los protagonistas con alguna ingeniosa conclusión.

Bien, hablando del biógrafo, como decíamos rendido incondicionalmente a los pies de la dama, debemos asombrarnos ante la asunción de los valores de la época en la clase alta. Todo le parece bien, que, esa es otra, ¿porqué se le filtran sus filias y fobias si pretende ser tan neutral y basado solo en la documentación?, de manera que tenemos un elogioso retrato de los nobles, de los ricos, de los poderosos, por no hablar de un par de referencias a Dios que dejan bastante perplejo al lector. Así que este libro es partidario de la retratada, aunque, paradójicamente desde los tiempos actuales resulte de un políticamente incorrecto que acaba resultando simpático. Todo el mundo ocupa su lugar tradicional, cualquier acción se justifica porque así eran las cosas, los nobles e incluso sus criados eran guapos y limpios y el resto vete a saber, porque ni siquiera conocemos las inquietudes sociales y políticas de la época. Y eso teniendo en cuenta que el historiador apenas rebasa la cincuentena resulta muy curioso.

El libro lleva el subtítulo de Marquesa de los Placeres y Dama de Carrese, porque la dama, después de tanto desengaño se apartó del mundo, se montó una finca en Carrese y allí vivió hasta el final de sus días. Y así llegamos al desequilibrio de este libro porque Monsieur Ichas, vecino de la zona, dedica la mayor parte de su estudio a la estancia de la marquesa en tierras del Bearn, como si allí hubiera vivido las más grandes aventuras de su vida y liquida en unas pocas páginas los apasionantes acontecimientos que acompañaron su juventud. Parece un libro encargado por alguna oficina de turismo de la zona para potenciar las visitas acompañadas del recuerdo de una persona famosa, aunque, lo que son las cosas, acaban cobrando mayor protagonismo su marido, mas tarde su hija y después la comunidad, quedando ella en un lugar secundario.

Es pues un libro extraño, breve, fascinante. Y cuando llegamos al final descubrimos la parte más importante del mismo. En el epílogo del editor Ernesto Santaolalla encontramos, primero una reivindicación de la protagonista, acompañada de alguna anécdota curiosa y después una soflama apocalíptica, en plan Gatopardo, somos los últimos leones, etcétera, sobre los tiempos por venir que se convierte en lo mejor de la edición. Si no tienen la intención de comprar el libro, que merece la pena y mucho, no deberían perderse estas páginas incendiarias. Pueden aprovechar para leerlas en cualquier librería. Seguro que después querrán tener la edición completa y se harán con un ejemplar. Una curiosa, y breve, biografía de la Marquesa de Montehermoso, por si se preguntaban a quien pertenecían las huellas dejadas en Vitoria por el personaje, que no debe quedar en el olvido.

Félix Linares

Fracaso de Maiakovski, triunfo de Juan Bonilla

Si la vida de Vladimir Maiakovski es interesante de por sí, imaginen que la recrea uno de los autores  en lengua castellana más potentes de los últimos años. Dirán que exagero, pero es que a mí el pulso de la escritura de Juan Bonilla me convence. Tengo grabados  en mi memoria varios pasajes de algunos relatos suyos, créanme. Bien, ¿qué ha hecho el jerezano en este libro? Fundamentalmente una biografía heterodoxa, libre en la forma, trufada de ficción y provista de un brío insólito desde la primera página hasta la última (y atención que la última frase es redonda). LIBRO.Prohibido entrar sin pantalonesDa la sensación de que Bonilla se ha sumergido, incluso obsesionado, con Maiakovski y que la desenvoltura de su narrativa convierte en novelesca esta recreación de su vida. Además la disección no se detiene en el poeta sino que alcanza al régimen que  primero lo aupó y después lo fagocitó.

En Prohibido entrar sin pantalones podemos conocer la época del genio ruso y las luchas que enfrentaba a simbolistas, futuristas  y familia cercana: cubofututistas, acmeistas… Podemos también escuchar el eco de su estilo poético: No plantéis ningún árbol. Más bien/ quemad un bosque./ No tengáis ningún hijo./ Más bien pagadle un buen aborto a/vuestra novia embarazada./ No escribáis ningún libro./ Más bien matad a puñetazos a un poeta.

Como decíamos, la controvertida vida de Maikovski es impresionante en sí misma: comprometido con el comunismo, el estalinismo terminó por asfixiarle. Como el propio Bonilla afirma: “Maiakovski estaba hecho de vísceras, no de ideología: quiero decir, su ideología es completamente visceral”. La escritura de Bonilla corresponde a esa visceralidad y, en ocasiones, asume apartarse del academicismo para recalar en la forma de expresión que ahora mismo se escucha en la calle. “La novela está escrita para que Maiakovski la apruebe“,  ha declarado Bonilla.

Prohibido entrar sin pantalones supone la descripción de un fracaso y nos introduce en la trastienda del autor, en la época convulsa que vivió, en las decepciones y zozobras emocionales que le agitaron, en las traiciones de las que fue víctima, en la rutina que acabó por consumirle. Y todo recreado, firmado, ya digo, por el gran Juan Bonilla.

Txani Rodriguez

Knausgard, la recreación de una vida sueca

Quizá para demostrar que no todo es novela negra en los países nórdicos, algunas editoriales han empezado a publicar otros trabajos de autores muy diferentes. Es una buena idea porque, además de descubrir la variedad de estilos y temas literarios que se pueden encontrar en el norte de Europa, quizá algún lector de historias policíacas pueda sentirse tentado a probar estos relatos. Por supuesto allí también son muy aficionados al “basado en hechos reales”. De hecho esta novela de Karl Ove Knausgard le tiene a él de protagonista, el padre del título es el suyo y las peripecias que narra le suceden a él.

Conviene aclarar antes de seguir que el bueno de Karl, y esto queda claro en la propia narración, se puso a la tarea de ser novelista a toda costa en su temprana juventud, pero a pesar de haber publicado un libro no acababa de encontrar tono, estilo e historias que contar para el segundo, así que tuvo esa idea que a cualquier candidato a escritor le ha asaltado en un momento, o varios, de su vida: contar sus propias vivencias. Y puestos a hacerlo decidió hacerlo a lo grande, o al menos así le ha salido al final porque el Maquetaci—n 1hombre se ha hecho con una serie de seis títulos, escritos, y publicados, en un tiempo record. Aquí ha llegado el primero de la serie que, como su título indica, trata de las relaciones paterno-filiales y, sobre todo, de sus consecuencias.

Permítanme que especule sobre el sistema de trabajo a tenor de lo leído y el tiempo, menos de dos años, invertido en la escritura de, si todos los tomos tienen la longitud de este, tres mil páginas. Parece que Knausgard se ha puesto a escribir de forma volcánica, conforme aparecían las ideas en su cerebro y sin demasiado orden. Si así ha sido declaremos nuestra admiración porque el trabajo le que quedado muy fino. Pero, naturalmente, esto ha debilitado la estructura. Verán la novela comienza con los recuerdos de infancia del protagonista, pasan en un segundo capítulo a apuntar su situación actual, o al menos actual cuando escribía estas páginas, sigue con la adolescencia del personaje, comienza una segunda parte donde sigue de forma más extensa con las dudas y dificultades para encauzar su carrera de escritor y, casi en la mitad del tomo retorna al pasado para enfrentar la muerte de su padre. Y él y su hermano, del que apenas sabíamos nada, se ponen a arreglar los asuntos, y la casa, del fallecido. Cada parte se explica en sí misma, pero quizá un poquito de orden hubiera beneficiado a la historia, y al lector. Pero, oigan, cada escritor es muy libre de hacer lo que quiera. Y Karl Ove Knausgard lo hace muy bien.

Otra cosa es la importancia concedida a diferentes cuestiones. Puede que en la visita al supermercado me interesen las diferencias entre productos con vistas a una operación de limpieza general, pero las divagaciones sobre este asunto me resultan poco apasionantes en un relato, pero eso sí, todo es real como la vida misma. Otro problema que tengo con este libro es la duración de las secuencias. Ya entiendo que para cualquier persona es importante su adolescencia, pero dedicar cincuenta páginas a una Nochevieja en la que no pasa nada mas allá del deambular del protagonista de fiesta en juerga, que tienen en común que en ninguna le hacen caso, quizá sea un poco excesivo. No sé, estoy confuso con la obra de Karl Ove Knausgard, pero entiendo que mis problemas con este texto derivan de mis manías, así que voy a recomendarles la lectura del libro y luego ustedes ya deciden si quieren seguir con el ciclo que, por cierto, se titula Mi lucha. Muy fino no ha estado ahí el autor.

Félix Linares

Lecturas de fin de semana. Edoardo Nesi, el canto a un mundo que se fue

Edoardo Nesi es un autor de prestigio en Italia, que sin embargo nunca había sido traducido entre nosotros. Finalmente nos llega su primera obra gracias a que el año pasado ganó el prestigioso Premio Strega. Y lo consiguió con un libro muy curioso, La historia de mi gente (Salamandra) que no es una novela, el mundo habitual en el que se mueve el escritor, sino un relato autobiográfico.LIBRO.La historia de mi gente

Y es que Edoardo Nesi además de escritor fue durante quince años codirector con su padre y su primo de una empresa textil que fundaron sus abuelos. Se llamaba Nesi y hermanos y estaba ubicada en Prato, en la Toscana, la región textil por antonomasia de Italia. El libro narra las experiencias de Nesi como empresario y su constante lucha interior entre su yo-patrón y su yo-artista. Ser empresario suponía viajar, comprar, firmar contratos… Ser escritor suponía viajar, escribir, firmar contratos… y ser envidiado por los empresarios cultos (¡Ay, quién pudiera ser intelectual como tú!).

El libro está trufado de anécdotas y vivencias: un verano luminoso leyendo a Fitzgerald, las vidas de abuelos y padres, las relaciones con los trabajadores cuando todo el mundo era feliz y ganaba mucho dinero, el amor por los libros… Y sobre todo de momentos tristes: la llegada de la globalización, la pérdida de los mercados, la bajada de los salarios, los primeros despidos y al final la venta de la empresa y el adiós a un mundo artesanal que había sobrevivido siglos.

Es un libro muy hermoso que reflexiona, sin amargura y sin especial nostalgia, sobre un tiempo que se fue, un tiempo de relaciones laborales amables en los momentos de la bonanza económica, en los que todos parecían formar parte de una familia y estar orgullosos del trabajo desarrollado. Quizás no fue siempre así, y es la imagen que el escritor traslada, pero lo interesante es que él lo cuenta bien, se moja y se emociona. El lector se quedará con alguna imagen en la retina, como esa manifestación que une a trabajadores con bata y a viejos patrones patricios que llegan en sus Mercedes para decir adiós en las calles de Prato a un mundo que se fue.

Enrique Martín

La vida y la obra de Charles Dickens, según Claire Tomalin

En el año de su bicentenario parece razonable leer alguna obra relacionada con Charles Dickens, aunque solo sea por los buenos ratos que nos ha hecho pasar. Pero seguramente con la abundancia y la distancia ya no sabemos muy bien cuales de sus escritos hemos leído, los que nos han contado y aquellos que conocemos solo por sus adaptaciones cinematográficas. En esa encrucijada he creído lo más oportuno dedicar un tiempo a la biografía del escritor más reciente, y según las reseñas una de las más completas. Lo es, desde luego, completa. Casi diría que demasiado. Igual no es necesario saber con detalle quienes cenaron con Dickens en cierta ocasión si de aquella reunión no salió algo importante para la historia del biografiado. Pero estas minucias aparecen con frecuencia en esta obra. LIBRO.Charles DickensCosas de historiadores que buscan certificado para todo. Y ya que lo tienen lo incluyen. Me quedo en la anécdota. La verdad es que esta biografía de Dickens parece una versión corregida y aumentada de algunas de las que ya se habían publicado y contiene todos los hechos destacados, y algunos irrelevantes, de la vida del autor. Así que es un buen trabajo recopilador. Está correctamente escrita, sin duda por debajo de la escritura del homenajeado, pero ¿quién puede hacerle sombra a alguien que escribe frases monumentales cada tres líneas con tal aparente facilidad? Y, además, va dejando entrever la postura de la autora frente a la vida y la obra del bueno de Charles. Y nos parece que no le gusta, bueno aprecia algo su obra, pero desde luego no le gusta Dickens en su relación con las mujeres. Los últimos años del escritor transcurrieron sentimentalmente entre su relación con una jovencita a cuya familia mantenía y el abandono de su mujer de la que se fue distanciando poco a poco. Esa especie de indecisión es la que parece reprochar Tomalin a Dickens quizá porque presenta demasiadas sombras, como la discutida existencia de un hijo extramatrimonial, y a un historiador le gustan más las luces que iluminan los hechos. Por otra parte, y como todos los biógrafos del escritor, da gran importancia a su estancia de año y pico en una fábrica de betún a la tierna edad de once años. Tengan en cuenta que esto ocurría a principios del siglo XIX, cuando la revolución industrial llenó las fábricas de niños de corta edad, algunos más jóvenes que Dickens y que el mozo tuvo cierto enchufe porque su tarea era la de colocar etiquetas en los tarros y además con vistas a la calle, lo que, al parecer, era lo que más le molestaba, es decir que le vieran ejerciendo trabajos manuales. Vamos, que Dickens era un pijo venido a menos por las deudas de su padre. Y miren como rentabilizó su estancia, lo bien que le vino a Oliver Twist y a otros personajes el conocimiento de primera mano de las condiciones laborales de la época. Tomalin parece tener una actitud ambivalente ante la obra de Dickens. A veces elogia algunas obras, las menos conocidas, en ocasiones ataca a las más famosas y siempre hace más hincapié en los relativos fracasos que en los estruendosos éxitos. La verdad es que sus interpretaciones añaden algo de interés a una serie de acontecimientos que resultan bien conocidos por los seguidores del escritor, aunque uno se pregunta qué es lo que buscaba la autora cuando decidió escribir esta obra. Quizá su visión de las cosas ha cambiado a lo largo de la investigación y ha hecho que cambie su opinión sobre Dickens. Está bien la obra, que nunca alcanza el encanto de las obras originales de Dickens, pero de las que es un buen complemento.

Félix Linares

Las cartas de Saul Bellow a escritores, amigos y gentes del mundo del libro

Salomon Bellow nació en 1915,  en el seno de una familia rusa de origen judío que tras emigrar a Canadá se estableció en Estados Unidos. Algunos datos más sobre este escritor inmenso: fue profesor en varias universidades norteamericanas, publicó sus primer libro en 1944 y en el año 1976 recibió el Premio Pulitzer y el Nóbel de Literatura. También le concedieron la Medalla Nacional de las Artes y en tres ocasiones el Premio Nacional del Libro. Algunos de los títulos que figuran en su extensa obra son Herzog o El legado de Humboldt. Referente de la literatura de la posguerra, el análisis de la cultura contemporánea, la preocupación por la identidad personal y la integridad espiritual ante la modernidad y la experiencia de los judíos en Estados Unidos son algunos de sus temas característicos.LIBRO.Cartas

Durante años, las traducciones de los libros de Bellow al castellano han sido desiguales, algo que condicionó nuestra recepción de la obra autor, pero solventado desde hace tiempo este problema (ahora podemos encontrar ediciones y traducciones muy buenas) hemos tenido la oportunidad de acercarnos a su literatura, a menudo de tintes autobiográficos, a su prosa sorprendente y llena de matices, a sus personajes inolvidables. Bellow, de alguna manera, se dejaba ver en sus libros, pero ahora podemos observarlo aún con más nitidez desde otra perspectiva. Decimos todo esto porque la editorial Alfabia acaba de publicar Cartas, un volumen que recoge la correspondencia que el autor mantuvo con viejos amigos, amantes, agentes, editores, periodistas…

Este analista brillante y poderosísimo narrador escribió a cuatro generaciones de escritores: la anterior a la suya, la suya, y dos posteriores. Faulkner, Philipth Roth, John Cheever, James Salter o Martin Amis son algunos de los ilustres destinatarios de sus misivas. Pero el volumen comienza con una carta dirigida a su novia Jetta. Le anuncia que rompe la relación con ella. Bellow tenía diecisiete años y en ese breve texto queda demostrado que ya era un formidable escritor. En su caso, se revelaba además como un gran escritor de cartas. “A los grandes autores no siempre se les dan muy bien las cartas; de hecho, podría hacerse una lista considerable de figuras de primera fila que eran correspondientes superficiales”, afirma Benjamin Taylor, autor del prólogo de este libro. Entre los que engrandecieron el género, él destaca, entre otros, a Virginia Wolf, a William Maxwell, a Flannery O´Connor y, por supuesto, a Bellow. Instantáneamente dramático y también muy divertido, como sucede en muchos pasajes de sus novelas y relatos, con sus cartas configuró  un autorretrato exhaustivo que es también el retrato de una época; algo semejante a la autobiografía que Bellow nunca escribió.

Txani Rodríguez

Fernández de la Sota encuentra a Juan Larrea.

El poeta, periodista y escritor José Fernández de la Sota (Bilbao, 1960) acaba de publicar en Muelle de Uribitarte Editores Juan Larrea, versión terrestre. El libro relata la biografía personal del poeta vasco Juan Larrea, un artista único y vanguardista, que fue miembro de la Generación del 27, y el auténtico dinamizador cultural del exilio republicano en México. Fernández de la Sota ha publicado nueve libros de poemas, entre los que destacan Todos los santos, Material de construcción, Cumbre de mar y Aprender a irse, todo ellos premiados. También ha escrito libros de cuentos como Suerte de perros y otros relatos y Negrita con diamantes. Con el autor hemos charlado.