Aitor Iguiñitz Oyarzabal. Cuatro continentes en bicicleta durante 16 años.

Aitor Iguiñitz Oyarzabal (Andoain, 1977) practicaba la escalada, había ascendido montañas en los Pirineos, Alpes y el Himalaya. Le gustaba leer libros de montaña y viajes. Motivado por todo ello, a partir del 13 de octubre de 2006 quiso hacer un alto en el trabajo de técnico electrónico, y voló al continente asiático con la idea de estar entre un año y dos viajando en bicicleta. Encontró tantas oportunidades y alicientes en el camino que finalmente han sido 16 años de aventuras y 125.000 kilómetros pedaleados por todos los continentes menos la Antártida.

Aitor Iguiñitz cruzo el Tíbet en solitario de manera clandestina. En 2008 conoció a Laura Martínez Calderón en Nepal, congeniaron también que decidieron regresar juntos hasta Andoain.

A la altura de Samarkanda, conocieron a Daisuke Nakanish, un cicloviajero japonés que llevaba en bici 10 años, y les hablo maravillas de África y los Países Árabes. Cambiaron el rumbo con la idea de visitar estos destinos.

Laura tuvo una caída con fractura en Angola, se vio obligada a volar a Madrid, Aitor continuo por su cuenta, pero sufrió una infección de riñones entre Congo y Camerún. La solución fue regresar a casa.

Una vez recuperados, Laura y Aitor trabajaron para ahorrar y continuar por la Ruta de la Seda hacia Tayikistán y Mongolia. En diciembre de 2011 ya estaban de nuevo en la carretera.

Recibieron una invitación para el Festival Internacional de Viajeros de Dubái (2014) y un jeque les invito a su casa del desierto durante un mes.

Posteriormente cruzaron la cordillera del Himalaya en bicicleta por su cuenta, de manera intuitiva.

Se quedaron 4 meses en Nueva Zelanda. Laura se dedicó a escribir el libro “El mundo es mi casa”.

En primavera de 2017 llegaron a Alaska con la idea de rodar por el continente americano. Laura se bajó de la bicicleta en Salt Lake City, la capital de Utah, después de casi 10 años de andadura. Aitor tiro para adelante hasta finalizar en Ushuaia en junio 2022.

Ahora organiza viajes al Himalaya.

Nos reunimos con Aitor en el parque de Otieta en Andoain para que nos transmita como han sido los 16 años alrededor del mundo.

Antes de volar a Katmandú apenas habías montado en bicicleta. ¿Qué te animo a pedalear por Asia?

Mi objetivo inicial era conocer bien Nepal, el Himalaya y sus gentes, para ello realice varios trekkings durante de 2 o 3 meses.

Te metiste a fondo en esta cordillera porque fuiste al Tíbet en solitario, sin guía y de manera clandestina ¿Cómo hiciste para pasar los controles?

Después de caminar con la mochila y el saco me subí a la bicicleta para ir a Vietnam. Me metí en China con la intención de volver a Nepal por el Tíbet, pero necesitaba permisos, no se podía ir solo, opté por hacerlo de manera ilegal. Acampaba un poco antes del control, esperaba a que dieran la 1 o 2 de la madrugada, los libraba gracias a la oscuridad de la noche. Salte unos 8 controles durante 2 meses. No me pillaron y puede llegar a Nepal.

Le conociste a Laura Martínez Calderón cuando llegaste de Tíbet a Nepal ¿Cambio el estilo del viaje?

Conocí a Laura en el parque nacional de Bardiya en la región de Terai al sur de Nepal. Le conté mi idea de volver a Andoain en bicicleta. Fuimos a Katmandú, compramos una nueva bicicleta, colocamos el equipaje de Laura atado a la parrilla y pusimos dirección hacia Andoain. El hecho de compartir con otra persona cambió muchísimo el viaje. Fue una buena decisión y una suerte haber coincidido con Laura.

Subisteis por la carretera del Karakorum y del Pamir hasta llegar a Samarcanda donde coincidisteis con el cicloviajero japonés Daisuke. ¿Qué sucedió para que os hiciera cambiar los planes?

Daisuke llevaba viajando en bici 10 años, venía de África y de los países árabes. Desayunando con él en el hotel agarramos el mapa y nos señaló su trayecto, nos convenio y animados nos fuimos hacia África.

Llegasteis a Irán, Dubái, Omán, Yemen y navegando en un carguero que transportaba vacas desembarcasteis en Yibuti. Una vez en el continente africano, tirasteis por la costa este hasta Sudáfrica y luego por la costa oeste hacia arriba. ¿Parece que los leones os dieron un gran susto en Namibia?

Tuvimos un encontronazo con leones. Estábamos acampados por la noche y vinieron unos leones a merodear. Nos rodearon la tienda. Esperamos a ver qué ocurría con bastante miedo. Gracias que paso un animal y los leones lo cazaron, así que en lugar de comernos a nosotros se comieron aquella pieza y desaparecieron.

Después en Angola Laura tuvo una caída, paradójicamente en una carretera en prefectas condiciones.

Saliendo de Luanda el asfalto era excelente, recién estrenado, sin ningún bache. En una bajada Laura perdió el control de la bici y se pegó un castañazo fracturándose el hombro. No se recuperaba y decidimos que la mejor solución era que volviera a su casa en Alcalá de Henares.

Tu continuaste en solitario, pero entre Congo y Camerún padeciste alguna infección.

Me puse hacer un montón de kilómetros 100, 120, 130, no bebí el agua necesaria, no orinaba apenas. Me provoco una infección en los riñones que me hizo estar bastante fastidiado con fiebres altas, orinando sangre, fui a un hospital, pero no mejoraba. Al final también decidí que la mejor opción era volver a casa y después ya veríamos qué hacíamos.

Una vez sanos trabajasteis para ahorrar dinero y vuelta al camino. ¿Como te has financiado un viaje que se ha prologado 16 años?

He ido haciendo diferentes trabajos por diferentes lugares del mundo como Sudáfrica, Angola, Andoain, Norteamérica. Lo bueno de la bici es que puedes ser totalmente independiente, cargas con tienda de campaña y cocinas cuando necesitas cocinar. He ido a muchos lugares remotos en los que no había hospedajes. Mucha gente te invita a dormir en su casa, en su cabaña, en lo que sea, al final el viaje se puede hacer muy barato y hiendo de esta manera es como acabas durmiendo lugares que nunca hubiera pensado como en una cárcel. He acabado en casas de las gentes más ricas del mundo como cuando fuimos invitados por un jeque en Dubái y como contraste en hogares de familias muy humildes. Vivir estas experiencias ha sido una maravilla.

Ya que nombrado Dubái, fuisteis invitados al festival internacional de viajeros, ahí un jeque os invitó a vivir con él en el desierto. ¿Fue otra de las grandes sorpresas del viaje?

La invitación fue estar 10 días en el Festival Internacional de Viajeros de Dubai con todo pagado en un hotel cinco estrellas. Una vez que se acabó el evento, tuvimos la suerte de que este jeque nos invitó a pasar una temporada viviendo con él en su casa del desierto y a poder ver cómo es la vida de esta gente por dentro.

Una de las curiosidades es que eres vegetariano y no te has separado de tu olla express en estos 16 años ¿Cómo te has defendido por el mundo para cocinar y alimentarte?

El no comer carne limita, para conseguir la proteína necesaria hay que comer mucho hidrato de carbono, vitaminas y minerales y la olla express me ha facilitado un montón cocinar de forma rápida las legumbres.

En 2017 saltasteis de Nueva Zelanda hacia Alaska, cruzasteis Canadá, y en Estados Unidos y Laura decidió parar mientras tu continuaste bajando por todo el continente americano.

Otra vez me vi viajando solo. Poquito a poquito recorrí México, Centroamérica, en Colombia me subí a los andes y continue por toda la cordillera sudamericana ya que mi pasión siempre ha sido la montaña. Cuando tenía oportunidad también escalaba algún 6000 con el que disfrutaba un montón.

¿Costó mucho que Laura se quedara y te encontraras solo en el camino?

Los primeros días miraba para la derecha y la izquierda y me convencí que estaba solo así que carretera y manta y tirar hacia abajo por la geografía americana. Es verdad que a veces cocinaba para dos personas, pero como tengo un saque tremendo me lo comía todo. Apenas me costó estar solo.

En esta vuelta por los cuatro continentes has conocido grandes cordilleras. Estamos hablando los Andes, pero anteriormente el Himalaya, el Karakorum, el Pamir: ¿Qué ha representado para ti ir a esos lugares tan recónditos? ¿Porque los has ido buscando a propósito?

Me gusta sobre todo el tipo de vida que lleva la gente en esos lugares. Una vida muy tranquila, muy básica, muy humilde y me encanta relacionarme con esa gente, vivir con ellos, conocer cómo funcionan, como viven. También la vista de las montañas de los glaciares colgando de esas montañas me ha maravillado siempre y siempre he ido buscando eso.

¿Hay que ser muy duro para viajar durante tanto tiempo y superar miedos y las continuas sorpresas que te ofrece la siguiente curva del camino?

Más que duro te tiene que gustar muchísimo porque al ser una vida tan básica si no te gusta, si lo haces por medio obligación, al final acabas dejándolo. A mí me apasionaba viajar en bici. Quería saber qué había más allá de la siguiente curva y eso era lo que me ha empujado a continuar y continuar.

De Alaska, al norte de América, hasta el sur de América para terminar en Ushuaia en Argentina. ¿Cuánto tiempo te ha llevado?

Han sido seis años en el que también me pilló el COVID, tuve que parar, al final yendo solo y viajando es que ya no es su viaje es una vida. Conoces a gente que hace que te enamores de alguien otra vez, que te pares y pienses:” ¿Por qué voy a continuar en bici si estoy a gusto aquí?”. Pues me quedo vivo lo que tenga que vivir, cuando se acaba continúo. Han sido cinco años en los que más que viajar ha sido vivir, vivir el viaje.

¿Al conocer tanta gente y tomarle cariño la despedida tiene que ser difícil?

Eso es eso es lo más duro del viaje, a lo que no me acostumbrado, últimamente lo he empezado a llevar un poquito mejor, pero las despedidas, siendo honestos es muy difícil que vuelvas a ver a la persona que ha sido tan buena contigo, a la que has tenido una conexión tan buena que la vuelvas a ver por lo que decir adiós… digo hasta luego siempre, pero sabiendo que casi seguro va a ser un adiós, que no lo vuelva a ver. Eso es eso es lo más duro del viaje.

¿Qué sucede cuando llegas a Ushuaia, al final del trayecto y dejas de pedalear después de tanto tiempo encima de tu bicicleta querida?

Siempre decía que iba a dejar de viajar en bici cuando no disfruta de la bici o cuando encontrase algo mejor que hacer. Ya por Ecuador por Perú, empecé a sentir que ya era hora de finalizar el viaje y empezar con otra cosa y que mejor lugar que llegar al fin del mundo, a Ushuaia y dejar de viajar allí.

¿Qué oportunidades te ha brindado el viaje durante 16 años?

Me ha dado la oportunidad de aprender de otras culturas, religiones, gentes, formas de vivir. Ha sido muy enriquecedor, de hecho, me ha cambiado la vida.

No has dejado de conocer geografías. Has vuelto de nuevo a Nepal, al Himalaya y ahora organizas grupos para que vayan allí a realizar trekkings bastantes especiales porque previamente, los últimos meses, has estado explorando valles y montañas.

Desde hace años tenía en mente  llevar a la gente a conocer aquellos lugares que a mí tanto me gustan. Siempre he tenido tendencia a salirme un poquito de los lugares más transitados y estos últimos meses me he metido en valles que no son tan conocidos para ver qué se puede organizar. Ya tengo algunos grupos completos con los que estoy deseando llevarlos a conocerlos. En octubre 2023 lleve a unos amigos al trekking del Kanchengunja. Hemos estado todos encantados y eso me motiva más aun para seguir con esto.

Aitor Iguinitz organiza un viaje para julio 2024 a Ladakh (Himalaya de la India), para subir el Kange Yatse 2 de 6200 metros. Una buena oportunidad para experimentar lo que es subir a 6000 metros. Contacto: wwwmundunomada.com

1 thought on “Aitor Iguiñitz Oyarzabal. Cuatro continentes en bicicleta durante 16 años.

  1. Marcelo Díaz

    hola Roge,
    como siempre un placer leerte y escucharte…
    te he intentado contactar por mail y por whatsapp pero nada.
    Ya hablaremos cuando esté de vuelta por Iparralde.

    Abrazo grande!

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