Miguel Gutiérrez Garitano: ciudades perdidas y amenazadas.

Miguel Gutiérrez Garitano posee una biblioteca familiar con libros de geografía y exploraciones con autenticas joyas algunas publicadas en el siglo XIX. Es autor de 6 libros en el que recoge sus aventuras en los Andes de Perú o selvas de Guinea Ecuatorial. También ha recorrido parte de la Amazonia, cordilleras de Brasil, el desierto del Sahara, ha navegado a vela por el Ártico y ha recogido el testimonio en conflictos bélicos en Iraq, Sahara Occidental o más reciente Ucrania. Su último libro es “Hay dragones” sobre sus estancias en Iraq y la guerra contra el Estado Islámico. Fue testigo de la batalla de Mosul.

Miguel Gutiérrez Garitano (Gasteiz, 1977) es escritor, licenciado en historia y periodismo y explorador de geografías no demasiado conocidas. Se ha internado por las selvas de Guinea Ecuatorial, la Amazonia brasileña, los Andes de Perú, ha navegado por el Ártico, ha buscado restos arqueológicos en el Punjab de Paquistán, ha sido reportero de guerra en Iraq y es voluntario humanitario en la guerra de Ucrania desde sus inicios.

Miguel Gutiérrez Garitano preside la Sociedad Geográfica La Exploradora creada originariamente por el explorador vitoriano Manuel Iradier en 1868 y refundada en 2015.

Es autor de seis libros. El primero en publicarse fue “La aventura del Muni” (2010) basado en dos viajes por Guinea Ecuatorial en los que participa en ceremonias tribales, y el último “Hay dragones. Un escritor en la guerra contra en Estado Islámico” en el que narra sus dos estancias en el Kurdistán iraquí y su experiencia como periodista en la liberación de Mosul.

Paseamos con Miguel por Gasteiz. Nos muestra la biblioteca familiar con miles de libros sobre exploradores y viajeros, alguno editados en siglo XIX. Pasamos por el Círculo Vitoriano, lugar de nacimiento de La Exploradora y cuyo lema era “Conocer lo desconocido”. Terminamos en el parque de la Florida, junto a la estatua de Manuel Iradier, donde comenzamos a grabar esta entrevista.

¿Por qué nos has citado ante este monumento?

Mi interés por el viaje y el estudio me lo inculcó la figura de Manuel Iradier. Me llamó la atención primero porque era un paisano de Vitoria y luego porque era un personaje de excepción para la época. Tenía un gran afán por saber con espíritu renacentista y pacifista, de hecho, huye de la guerra Carlista porque se niega a matar a los que considera sus hermanos. Se fue al País del Muni (Guinea Ecuatorial) para estudiar sus etnias y mapear geografías de las que no se tenía conocimiento en Europa.

Cuando yo era niño solía jugar en la Sociedad Africanista Manuel Iradier, una ONG que también se dedicaba al estudio científico, a la cual pertenecía mi tío Kike Gutiérrez y Álvaro Iradier (biznieto del explorador). Fue el caldo de cultivo para alimentar en mí una curiosidad que se ha ido desarrollando en el tiempo.

De manera que en 2002 y 2005 decidiste ir a Guinea Ecuatorial. Amistades locales te iniciaron en la religión bwiti, un credo basado en el culto a los antepasados que ha permanecido en secreto hasta hace pocos años. Esta vivencia la recoges en el libro “La aventura del Muni”. ¿Te llegaste a convertir en un bandji o adepto?

Efectivamente. Iradier describió estas ceremonias ancestrales, me pareció algo maravilloso escribir sobre ellas y recuperarlas. El bwiti es la religión de la iboga. A través de ella los bandjis trascienden el mundo terrenal para adentrarse en el Más Allá. Estuve en cuatro lugares diferentes, algunos muy en el interior de la selva, en aldeas a las faldas del monte Mitra. Eran ceremonias muy puras. Todavía debían ocultarse como lo hacían las brujas aquí con los aquelarres. Los templos “banjas” son de quita y pon para desmontarlos rápidos. Tienen un punto de furtivismo.

Desde tu primer libro hasta el actual “Hay dragones” te gusta involucrarte con las gentes del lugar ya sea en ceremonias antiquísimas, como reportero en la batalla de Mosul o activista humanitario en Ucrania ¿Qué te incita a meterte tan a fondo allá donde vas?

He tenido unas obsesiones personales de las que me he percatado a posteriori. Es el caso de las ciudades que se han perdido en el tiempo y las amenazadas. Tengo fascinación por los restos que se encuentran en las selvas y cordilleras y que solo puedes saber de su existencia a través del estudio histórico, la arqueología y la exploración.

Me obsesiona estar en localidades como por ejemplo Bajmut, en Ucrania, que ha sido totalmente destruida. Era una ciudad de veraneo, luminosa, bonita, ajardinada pero fue volatizada, ahora es un infierno. También tuve necesidad de ir a Kiev cuando fue asediada, estar con sus gentes y escuchar lo que cuentan.

Cuando me metí a estudiar periodismo tenía la idea de ser corresponsal de guerra. Ahora me considero “escritor de guerra” que es algo distinto.

Me he movido cada vez más hacia el activismo pues en estos lugares ves mucho sufrimiento y tomas partido y el periodista tiene como labor contar lo que sucede con objetividad y no decantarse. Por ejemplo, en Ucrania estoy volcado en la ayuda humanitaria hacia los ciudadanos.

En realidad, todo tiene que ver con la historia, yo soy licenciado en esta disciplina por eso me interesan los pueblos y lo que les sucedió en otro tiempo y en la actualidad.

¿De ahí viene tu interés por la arqueología y el haber organizado seis expediciones a Vilcabamba en los Andes de Perú?

El reino inca de Vilcabamba tenía varias ciudades, muchas de las cuales todavía no han sido descubiertas como Choquetira.

También estuve con mi hermano Rafa en el Sahara Occidental recorriendo el muro que levantó Marruecos- Pasamos a Mauritania en busca de las ciudades perdidas, cuna de los almorávides que conquistaron Al-Ándalus.

Ciudades desaparecidas y habría que añadir geografías que debido al cambio climático se modifican ¿Por ello la Sociedad Geográfica la Exploradora emprendió una navegación por el Ártico desde Upernavik (Groenlandia) al archipiélago de Ellesmere (Canadá)?

Entre 2015 y 2016 se produjo un deshielo muy fuerte en el Ártico y se pudo navegar por donde antes hubía hielo. Al año siguiente organizamos una expedición a vela para grabar en lugares aun prístinos. La nave estaba tripulada por Mike Stewart y Nikolai Litau que posee el récord de latitud norte en un barco velero de 16 metros sin ser atrapado por los hielos.

En aquella ocasión hubo mucho hielo, hicimos unas grabaciones muy buenas con las que quiero montar un pequeño documental de una zona que desgraciadamente tiende a extinguirse por el calentamiento global.

Tu último libro es “Hay dragones” ¿El título hace mención a territorios de peligro?

Hago un juego de ideas con los mapas medievales: cuando los cartógrafos no sabían lo que había o intuían riesgo, dibujaban monstruos o dragones en señal de precaución.

Esos dragones siguen en nuestra geografía actual. Me pareció un ejemplo perfecto el Estado Islámico pues desde los Jemeres Rojos no se había visto tal nivel de salvajismo. Mostraban por medio de youtubers profesionales, muchos de ellos occidentales, cómo quemaban viva a la gente, como cortaban cabezas, como tiraban a homosexuales desde edificios. Aquello me pareció el alma más oscura del hombre y me fui a Mosul capital del autoproclamado califato del ISIS.

Conversas con voluntarios occidentales que combaten en el ejercito kurdo iraquí para liberar Mosul ¿Qué tipo de personajes fuiste conociendo?

Hay que señalar que el Estado Islámico tenía más de 5000 voluntarios europeos y en cambio en el lado contrario había unos 200 aproximadamente. Conviví con alguno de ellos y les hice entrevistas. Había un poco de todo. Algunos eran fanáticos de ideologías fascistas, había también comunistas, había militares profesionales que estaban retirados y pensaban que podían aportar ayuda a los kurdos en sus entrenamientos.

Uno de los voluntarios más famosos era el estadounidense Matthew VanDycke, un idealista de la democracia y en contra el totalitarismo. Era cineasta, anteriormente combatió en Libia y Siria. Consiguió que las comunidades de cristianos más castigadas por el EI aceptaran ser preparadas por su equipo. Más tarde cruzó el Atlántico a vela y ahora me lo he encontrado combatiendo en Ucrania.

Fuiste testigo de la batalla por la toma de Mosul y del fin del EI. En el libro hay un capítulo dedicado a la ciudad de Sinjar a la que lo nombras como el “Gernika iraquí” ¿Qué te transmitieron?

Sinjar es el corazón del mundo yazidí, una minoría religiosa. Los sunitas radicales consideran a esta gente “adoradores del demonio” y tratan de exterminarlos a todos menos a las mujeres jóvenes, para convertirlas en esclavas sexuales.

Han cometido un genocidio con lo yazidís. Entrevisté a testigos de barbaridades. Estuve en un hospital que utilizaban estancias como violadero, un imán las casaba y después las violaban.

Recoger el testimonio de tanto horror hace mella. Para cerrar la entrevista de manera más agradable ¿de todas las aventuras vividas con qué momento álgido y positivo te quedas?

Con algunos que rayan la experiencia religiosa. Bajo las estrellas en el desierto del Tiris, acampado con los guerrilleros del Polisario en un desierto de otro mundo, descendiendo en kayak por el alto Madre de Dios, en una llanura remota, cuya visión me hizo pensar en el verdadero paraíso, o en los silencios árticos de un glaciar en la isla de Ellesmere a la vista de focas y osos polares… Cuando he conocido a personas extraordinarias y preciosas que existen en todos los países y culturas, ahí me he sentido un privilegiado.

Texto: Roge Blasco.

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