Antes del verano de 2006, cuando se produjeron los bombardeos del ejercito israelí, Líbano esperaba un millón de turistas. En la actualidad son pocos los que se animan a visitar este país Mediterráneo. Igor Urrutikoetxea fue motivado por al cultura e historia y por conocer la realidad de los campos de refugiados palestinos en el Líbano.

Igor Urrutikoetxea compro un billete de 400 euros y voló del aeropuerto de Loiu a Beirut previa escala en Frankfurt. Deseaba conocer el Líbano, un país de la extensión de Asturias. Pequeño pero rico en historia y cultura. Además Igor tenia contactos para visitar los campos de refugiados palestinos. Estuvo en ciudades como Biblos, Sidon y Tiro. Entro en el barrio chii de Beirut que fue arrasado por los bombardeos del ejercito israelí en el verano de 2006. Le sorprendió su rápida recuperación. Estuvo en tres campos de refugiados, uno de ellos el de Badadawi, cerca de Trípoli. Constato el hacinamiento de sus habitantes ya que ha duplicado la población en pocos meses. Esto ha sido debido al trasvasé de refugiados de Nahar el Bared, lugar en el que el ejercito libanés de mayo a septiembre tuvo continuos enfrentamientos con células islamistas.

Igor saco un permiso social para acercarse al sur. Estuvo en la frontera con Siria e Israel en donde están apostadas fuerzas de la ONU y se palpa la tensión.

Encontró un país lleno de contrastes en donde el 60% de la población son musulmanes y el resto cristianos. Igor se hospedo en Beirut, en casa de una amigo fotógrafo que conoció de un viaje anterior a Palestina. Le comento que hay 18 líbanos tantos como concesiones religiosas y tendencias políticas. En el Líbano hay 300 mil refugiados palestinos repartidos en 12 campos de acogida que con el tiempo se han convertido en ciudades ya que algunas datan de 1948. Las condiciones de vida y perspectiva de futuro son lamentables. Se les niega la nacionalidad libanesa y un 30% son analfabetos.