El viaje de “Aitona” es el relato de cuatro amigos que en un Land Rover de hace 27 años conducen de Bilbao a Nuadibú en Mauritania. Bautizan al coche con el nombre de “Aitona”. El propósito es entregar el vehículo a Ibrahim, un disidente saharaui que huyo del Aiun a los campamentos de refugiados de Tindouf. Necesita el coche para utilizarlo de taxi. El camino esta lleno de sorpresas y contratiempos.

Kepa, Arantza, Josu y Pedro han escrito un librito con el titulo de “Aitonaren Bidaia” (“El viaje de “Aitona”). En las primeras líneas leemos: “Esta historia comienza en Bilbao, una tarde en la que, entre té y té, Jatri, nuestro amigo saharaui nos cuenta que su hijo Ibrahim habia tenido que salir huyendo de los territorios ocupados por un altercado con un policia en una tarde de intifada. Se refugio en los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia). Durante dos años trabajo duro viajando a Argelia y a Mauritania, para comprar productos que luego vendía en los propios campamentos. Ahora había decidido invertir sus ahorros y trabajar como taxista entre los diferentes campamentos, para lo cual estaba pensando hacerse con un Land Rover”.

Estaban resueltos en buscar un Land Rover y llevárselo a Ibrahim. Tras días de rastreo dieron con el vehículo deseado. Tenia 27 años y sirvió para ayudar en los quehaceres diarios a un baserritarra de Bergara. Antes de la compra definitiva pidieron consejo a Kepa, un amigo que entiende de mecánica. Se emociono tanto con el coche y con el proyecto que se sumo al viaje.

La idea es llegar hasta Nuadibú en donde les esperara Ibrahim.

Cruzan la península en dos días, sin prisas. No hay que forzar el motor que tira bien a 80 km/h. Josu, Pedro y Arantza pertenecen la colectivo Biziz Bizi, asociación de ciclistas urbanos de Bilbao. En Salamanca visitan a compañeros de la asociación Guardabarros. Pinchan en Cáceres. Llegan Algeciras. La primera parada en territorio marroquí es Chefchaouen.

De lejos se les nota que son vascos pues viajan con txapela, pues hay un dicho en euskera que dice: Txapela buruan ta ibili mundian” que viene a ser algo así como “La txapela (boina) en la cabeza y andar por el mundo”. Esto hace que los buscavidas les identifiquen y no dejen de repetirles: “Amigo, Bilbao, San Sebastián, buscas chocolate para noche loca”, expresión que les hace mucha gracia.

Gracias a la txapela en Fes les reconoce Maite, una profesora vitoriana que les invita a su casa a comer cous cous.

 Pasan el Atlas, a “Aitona” sube a duras penas, están seguros que en bicicleta avanzarían más rápido. En un atardecer llegan a Imilchil, pueblo que se encuentra a más de dos mil metros de altura. Alcanzan Zagora, la puerta del desierto, en donde se encuentra el mítico cartel de “a Tombuctú 52 jornadas” de camello.

Se enteran que no se expiden visados para Mauritania en la frontera y se ven obligados a retroceder hasta la embajada de Mauritania en Rabat. Deben de retroceder 750 kilómetros hacia el norte. Dejan “Aitona” y se suben a un autobús.

A partir de ese momento el viaje se convierte en una desesperada carrera contra el tiempo y la burocracia. Los inconvenientes y la tensión se suceden por días, horas y apuran hasta el último minuto. Milagrosamente llegan a la cita con Ibrahim en Nuadibú.

Kepa, Arantza, Josu y Pedro han editado 100 copias de un librito en donde recogen la aventura.

Arantza, Josu y Kepa estuvieron en Levando Anclas el día de Reyes Magos de 2011.

pedro@mochilaypedal.com