Marta Insausti. Vivir es urgente. Vuelta al mundo en una moto Royal Enfield.

Marta Insausti nos relató en en el programa de Radio Euskadi Levando anclas durante varios capítulos su aventura vital cruzando Europa y Asia con una moto Royal Enfield, un vehículo clásico de fabricación india. Antes de partir sufrió una crisis económica y  una enfermedad severa. Más que nunca vivir era urgente y tomo dirección hacia la India para visitar la Fundación Vicente Ferrer. Una vez cumplido este objetivo prosiguió y así daría  la vuelta al mundo. Llego hasta Nueva Zelanda y Chile donde tuvo que hacer una pausa debido a la pandemia. Una vez de regreso a casa nos conto sus aventuras y como afronto con valentía los múltiples obstáculos del camino. Después emprendió la ruta americana que le llevo desde Santiago de Chile hasta Nueva York. Una vez que ha completado la vuelta al planeta le hacemos esta entrevista.

Marta Insausti nació en Madrid en 1963 de familia guipuzcoana. En 2012 le diagnosticaron cáncer de mama, grado III. Se vio frente a la muerte y esta situación le cambió el sentido de la vida. Paralelamente, la crisis económica le obligó a cerrar sus empresas. Además, se divorció. Su estabilidad de antaño se esfumaba, ya nada era seguro, pero todo era posible si con ilusión empezaba de cero.

Desde los 18 años conduce en moto, su gran pasión. A lo largo de los meses de quimioterapia, Marta Insausti se evadía desplegando el mapa de Europa y dibujaba rutas en moto que presumiblemente realizaría una vez recuperada. Nunca había hecho un viaje largo en este vehículo y se prometió que eso iba a cambiar si llegaba a curarse.

Hacía años que deseaba visitar la Fundación Vicente Ferrer en la India. Se le encendió la bombilla: “¡Ahora era el momento!” Se compró una moto clásica india, una Royal Enfield a la que bautizó como “La Chiquitita”.

Arrancó el 16 de septiembre 2019 de la Puerta del Sol de Madrid. Tenía 56 años cuando tomó dirección hacia Venecia. Continuó por la costa Dálmata, los Balcanes, Bulgaria, Turquía hasta llegar a Irán en donde se le unió su hija Marta para recorrer este país juntas. Llevaba dos meses en solitario y reencontrase con su familiar fue una “bomba”. Todos los días eran super emocionantes.

Tomaron contacto con las mujeres iraníes, muy modernas, cultas, con carreras universitarias, las animaban a que siguieran su camino pues demostraban que dos mujeres solas en moto podían dar un buen ejemplo en su país.

Las dos Martas dejaron un trocito de su corazón para siempre en Irán.

El siguiente paso fue cruzar de Irán a Paquistán por la región de Beluchistán, una de las rutas más peligrosas del planeta. Fue en convoy escoltada por militares baluchis durmiendo de cuartel en cuartel.

Entró a la India por Amritsar. Una vez alcanzado el objetivo de llegar a la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur continuó con la intención de completar la vuelta al mundo. Cruzó Myanmar, llegó hasta Tailandia para luego saltar a Nueva Zelanda y Chile donde la pandemia del Covid 19 le obligo aparcar su vehículo en Santiago y regresar a Madrid.

Tras un par de años de espera, volvió a la carretera el 2 de marzo 2022 para recorrer el continente americano de sur a norte finalizando en Nueva York.

Marta Insausti ha conducido “La Chiquitina” seis meses por Europa y Asia y 9 meses por América, en total unos 50.000 kilómetros.

¿Estabas muy convencida cuando saliste en solitario de Madrid después de tantos infortunios?

Pues sí. Nunca había hecho un viaje tan largo, ni había sido aventurera. En los últimos años me habían sucedido muchas cosas, fue una debacle a todos los niveles, todo de golpe, resultó muy duro. Necesitaba tiempo para mí, debía de alejarme de la seguridad y encontrar otra vida. Recordé que desde hacía tiempo quería visitar la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur porque colaboro con un programa que se llama de “Mujer a mujer”. Me hacía ilusión poner caras a ese proyecto. A la par pensaba que tenía que hacer un viaje en moto. Se me cruzaron los cables y saltó la chipa: me iría a la India rodando en una moto y si llegaba, continuaría hacia delante hasta completar la vuelta al mundo. Se me quedó el run run y me dije: “Adelante”.  Me impuse una fecha caiga quien caiga y el 16 de septiembre de 2019 ya estaba en la carretera.

¿Cómo fue el encuentro con tu hija en Irán?

Llevaba 2 meses sola y cuando nos vimos en el aeropuerto de Teherán nos dimos un gran abrazo, nos dio la risa y exclamamos: “¡Qué fuerte, estamos muy locas!”. Fue algo único conducir dos mujeres en moto por Irán. Tuvimos el lujo de unirnos a las iraníes, no lo olvidaremos nunca, llorábamos de emoción cada dos por tres. Te das cuenta que tu viaje puede tocar la fibra de algunas personas que nos vieron como modelo a seguir. Fue muy chulo.

Casualmente en esta vuelta al mundo te has encontrado con muchas barricadas en el camino.

En Bengala (India) las carreteras estaban cortadas y había manifestaciones contra el gobierno que favorece a los hinduistas y discrimina a los islamistas. Me tuve que meter en la selva entre montañas y me caí dos veces. Llegué a la frontera con Myanmar agotada. En India dejé toda mi energía. Es muy duro circular en moto por este país.

En Ecuador estaba en la ciudad andina de Cuenca cuando se inició el paro indígena. Todas las carreteras del país quedaron cortadas. Llevaba 18 días parada. Estaba todo cerrado, no había restaurantes, los supermercados estaban totalmente desabastecidos, no había gas ni gasolina. Se convirtió en una ciudad fantasma. La situación era grave porque no tenía comida. Los extranjeros se iban del país, pero yo estaba con mi moto.

Tenía gasolina para llegar hasta Guayaquil. Contacté con una empresa de barcos de cargo que me aseguró que podía llevarme hasta Colombia. Me la jugué al tirarme a la carretera cuando todo el mundo me aconsejaba lo contrario.

Fui de barricada en barricada convenciendo a los indígenas que me dejaran pasar. Con esfuerzo continué hasta un punto en el que la carretera estaba destrozada por una excavadora. No podía avanzar. Me metí en un pueblito. No tenía qué comer y no sabía qué decisión tomar.

Se me acercó una señora y me indicó un caminito que iba por las montañas y conectaba con la carretera principal. Mi moto pesaba mucho para meterme en aquella senda, pero la mujer me animó explicándome que si había venido desde España solo tenía que ir despacito y tranquila y llegaría a mi destino. Le respondí: “Pues tiene usted razón”. Fui por un caminito solitario con paisajes bestiales, pero con el agobio de caerme. Varias horas después me incorporé a la carretera y me encontré con otro corte. Me bajé de la moto, me cambié de ropa porque estaba sudada y me senté con los indígenas. Compartimos lo único que teníamos: una bolsa de galletas mientras estábamos de cháchara. Me pasaron la moto por encima de la barricada y me acompañaron hasta la siguiente. Después de un día de auténtica aventura logré alcanzar Guayaquil.

Lo peor fue que la empresa de cargo no tenía ningún barco disponible. Me quería pegar un tiro. Por lo menos Cuenca es una ciudad bonita pero Guayaquil es una ciudad portuaria, peligrosa y cara. ¡Horrible! Menos mal que al cabo de tres días terminó el paro. A partir de ahí salí del país rapidísimo sin mirar en el retrovisor.

¿Qué te esperaba en Colombia?

Fue gracioso porque un día en Lima, mientras paseaba por la calle, observé un par de motos Royal Enfield aparcadas. Les conté a los dueños que estaba dando la vuelta al mundo en una moto similar. Me grabaron la conversación y resulta que eran unos influencers del tema de las motos, tienen miles de seguidores colombianos. Comunicaron a los moteros que cuando llegara a Colombia me cuidaran, demostrando así la hospitalidad del país. ¡No te imaginas! Me petó las redes sociales. Me esperaban en las ciudades, pueblos, carreteras … Fue una auténtica locura. No daba crédito, era como un sueño.

¿Cómo te fue en Centroamérica, una geografía que imprime carácter?

En Nicaragua la frontera fue un infierno, creo que tienen especial manía a las motos. Me trataron fatal, con despotismo, muy desagradable, antipatiquísimos. Algo así no me he encontrado en ningún otro lugar del planeta. Aparte, Nicaragua es super bonito, rodeado de volcanes, unos extintos y otros echando fuego, y los nicaragüenses encantadores.

En la frontera de Honduras había unos señores que no eran funcionarios que te pedían dinero para cruzar al país. Si no les pagabas te ponían en una larga fila al sol que no avanzaba. El que pagaba iba por otro lado e inmediatamente le atendían. Me enfadé tanto que cuando pude pasar no paré hasta llegar a El Salvador.

En este país la frontera era transparente, haciéndote la vida más sencilla. Había mucha presencia policial. Los pueblos por los que pasé eran muy tranquilos pero San Salvador es otra cosa. Hay barrios que debía cruzar deprisa porque la sensación es que no sales con vida. Escuché conversaciones en las que se decían burradas contra las mujeres. El Salvador ha vivido una guerra y eso genera mucha violencia.

Cuando llegué a Guatemala entras en el mundo maya y flipas mucho. Es muy auténtico, nada es impostado. El lago Atitlán con sus pueblos, cada uno con su forma de vida, religión y ritos mayas. Antigua es una ciudad colonial que tiene un ángel especial. Es uno de los países que una no puede quedarse sin ver. Yo digo que Guatemala e Irán han sido mis dos descubrimientos del viaje. A ambos quiero volver cuando pueda para conocerlos más despacio.

A pesar de tener en el pasaporte el sello de Irán conseguiste pasar la frontera de Estados Unidos pues valoraron que estabas viviendo una aventura épica. Pero en Nueva Orleans tuviste una grave avería en la Royal Enfield.

“La Chiquitita” hizo ¡clack, clack! y se quedó parada. La llevé a un taller concesionario de Royal Enfield: se había quedado sin aceite y ya no servía. Parece ser que, en México, en un taller al que la llevé, se la cargaron.

Al enterarme se me cayeron unos lagrimones y el mecánico se apiadó y me dejó otra Royal Enfield para que llegara hasta Nueva York. Fui por los Apalaches en pleno otoño. Era un espectáculo de colores.

Procuré llegar rápido a Nueva York para coincidir con el Día Mundial contra el Cáncer de mama, el 19 de octubre 2022. Fue un perfecto final porque la vuelta al mundo tenía el objetivo de recaudar dinero para la fundación CRIS dedicada a la investigación para el tratamiento y cura del cáncer.

Texto: Roge Blasco.

Hemos realizado un video en el que se muestra una entrevista con Marta Intxausti en Villaba-Atarrabia (Navarra). Este es el enlace en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=4acTyBGH9ow&t=122s

Este es el reportaje en euskera: https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/bidaiari/editions/bidaiari_2023-06-02-07-00/hemeroteca_articles/marta-insausti-munduari-bira-royal-enfield-motor-batean

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