Amaia Aranzabal fue la primera alpinista vasca en subir a un ocho mil. Estuvo en la cumbre del Cho Oyu junto con Josu Bereziartua el 16 de septiembre de 1992. Desde allí observaron la cumbre del Everest que a las pocas semanas, el 1 de octubre, alcanzaría Josu. La montaña más alta de la tierra ha estado muy presente en la memoria de esta pareja de alpinista como un gran simbólico. Durante 25 días han caminado para observarla de cerca con sus hijos Ainhoa de 11 años y Aintzel de 8 años.

Amaia Aranzabal, alpinista de Bergara, y Josu Bereziartua de Azpeitia con seis ochomiles (el último el Nanga Parbat 2005) han realizado una larga caminata hacia el Everest con sus niños Ainoa y Aintzel. Llegaron a Katmandú y en lugar de viajar en avioneta a Lukla donde parte el trekking hacia el campamento base del Everest, quisieron emular a las antiguas expediciones y partieron desde más abajo, en la localidad de Giri. Contrataron un par de porteadores y comenzaron a caminar. Con jornadas de hasta ocho horas. Los chavales iban bastante entrenados ya que los domingos salen con los padres al monte.

La cuota máxima fueron los 5.500 metros del Kala Patar, el mejor mirador del Everest.. Tuvieron que pasar el collado de Chola 5.350 metros, ascendiendo el Gokio Ri de 5.400 metros desde donde bajarían a Lukla en donde finalizaron el trekking después de 25 días.

Amaia y Josu nos contaron que se emocionaron más ellos y que los hijos cuando contemplaron el Everest. Quizás porque en cada rincón de su casa tiene un poster de las montañas del Himalaya y lo tenia asumido. Pero seguro que el día de mañana si vuelven echaran más de una lagrima cuando recuerden que de niños estuvieron allí en familia.

Ainoa y Aintzel aprendieron de la vida austera y sacrificada de los niños de las montañas de Nepal. Para ellos un lápiz es un lujo y desde pequeños cargan con mucho peso a la espalada.