Mila Gallastegi y Asier Aranzabal a caballo por el desierto de Túnez y la estepa de Mongolia.

 

Mila Gallastegi y Asier Aranzabal son una pareja de Eibar que miman sus salidas por el mundo. Buscan lugares singulares  para luego pegarse largas caminatas a pie o a caballo. De regreso confeccionan audiovisuales que ofrecen por clubs de montaña y centros culturales. El último que han elaborado lleva el titulo: “A caballo sin fronteras. Por el desierto del Sahara y estepa y taiga de Mongolia”.

 

Mila y Asier montan diaporamas desde 2002 en donde combinan viajes, naturaleza y cultura. El primer montaje fue el sobre el trekking del Everest. En el 2003 se fueron a convivir con los Machigengas por el río Vilvanota en Perú. Los años siguientes a Etiopia, Mongolia, Sahara de Argelia (articulo premiado por la revista Pyrenaica), Indonesia en donde subieron los volcanes de Bromo y Semeru e hicieron un  trekking en Papua. En el 2007 estuvieron en Irán relacionándose con los nómadas Cascai y Shashavan. En 2008 Cachemira, Ladakh, Zanskar y peregrinaron a la cueva de Amarnath sagrada para los hinduistas (nuevamente obtuvieron el premio 2010 de la revista Pyrenaica). En el 2009 hicieron Groenlandia e Islandia. El años pasado Túnez a caballo y Escocia.

En Levando Anclas (6/2/2011) nos hablaron sobre su más reciente audiovisual: “A caballo sin fronteras”.

Durante siete días cabalgaron por el Gran Erg Oriental de Túnez. Abderrahin fue su guía, manejaba con gran destreza los caballos e incluso hacia piruetas sobre ellos. Fueron apoyados por cuatro camelleros. Hicieron carreras a galope tendido. Observaron las rosas del desierto. Llegaban hasta los marabut, las únicas construcciones en el desierto. Son tumbas de santos, parecidas a las ermitas cristianas. Junto a ellas siempre hay un pozo de agua.

Se levantaban con el sol. Se cocina un pan crujiente entre las mismas arenas del desierto. Lo más complicado para Asier y Mila era cargar el equipaje en los camellos. Cabalgaban durante tres o cuatro horas para luego tumbarse entre unos matorrales para echarse una siesta. Al atardece montaban una jaima pero la pareja de eibarreses preferían dormir al raso bajo un cielo completamente cubierto por estrellas.

En Mongolia los caballos eran más rudos. Cruzaron ríos glaciares. Tardaron 8 días para llegar hasta  los Chatan, nómadas que viven de los renos. Estuvieron con los kazajos, aficionados a la cetrería, en las montañas Altai. Subieron a un cuatro mil.

mila_asier@yahoo.es

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *