Salvador Rodríguez comenzó su vuelta al mundo en bicicleta en Granada en enero de 2006. En un inicio su intención era cruzar África. Fueron 800 días y le quedaron fuerzas suficientes como para proseguir por Asia y América. Ha escrito dos libros”Un viaje de cuento. África” y “Un viajes de cuenta. Asia”. Este último lo escribió en Japón y durante los días de lluvia – cuando no hacia bueno para pedalear- en América. Son 326 paginas en el que se recopilan cuatro años de vivencias desde Oriente Medio a Japón. Salva Rodríguez nos habla desde Mendoza (Argentina).
Salva Rodríguez es profesor de educación física. Hace 8 años dejo el instituto donde daba clases en Granada para pedalear por el orbe. Lleva 130.000 kilómetros en un viaje que considera que es de cuento. De hecho Salva ya se ha convertido en una leyenda. Es muy querido por otros cicloturistas con los que se ha cruzado en el camino.
Transcribo a continuación una parte de la conservación que manteníamos con Salva en el programa de Radio Euskadi “Levando Anclas” . Se emitió el 9 de febrero de 2014.
Saliste para cruzar África y ya vas por el tercer continente.
Salva: “No creo que nadie salga de casa pensando: voy a dar la vuelta al mundo. En principio era solamente África. Quise conocer Japón y la ruta Asia me fascino. Cuando llegue a mi destino descanse dos meses. En Tokio pensé y pensé hasta que decidí continuar y completar al vuelta al mundo yéndome América.
La anterior conexión te localizamos en Medellín. Emitimos la entrevista en “Levando Anclas” el 7 de octubre de 2012. ¿Qué ha sucedido desde entonces?
Salva: “Ha sido un tiempo muy intenso. He llegado a pedalear por una ruta no seguida por los ciclistas. Habitualmente nos ceñimos a los Andes pero por motivo de las estaciones, cuando llegue a Colombia era la época lluviosa en los Andes de Ecuador y Perú, eso me llevo a dar un grandísimo rodeo y de esta manera conocí la Amazonia de Venezuela y Brasil. Pase un mes entre barcos, canoas por el río Negro, Orinoco… He conocido la selva de la parte norte de Sudamérica que me dejo fascinado.
Cruce de Puerto Ayacucho (Venezuela) a Manazos (Brasil). Fui saltando de barco en barco. Pare en las comunidades indígenas esperando al siguiente transporte. Hay que tener tiempo y ganas de aventura porque nunca sabes cuando vas a continuar viaje.”
Llegase a La Gran Sabana venezolana.
Salva: “La Gran Sabana es muy hermosa, es uno de sus lugares que creemos solo existen en las películas de Walt Disney, con esos río de color añil, esas cascadas…
Me cautivo muchísimo la zona de los Llanos de Colombia, es la planicie que separa la cuenca amazónica de los Andes. Atravesé unos mil kilómetros en donde solo había un pueblo. Fueron días y días pedaleando por rodadas, arena y fincas inmensas. No hay hoteles ni restaurantes. Tenia que llamar a alas fincas para que me acogieran y así lo hacían porque saben que no hay otra opción. Además estaban sorprendidos de verme por ahí rodando.”
“La pista es remotísima ya que ocho meses al año esta inundada. La hospitalidad destaca por encima de todo. La vivencia con esas familias tan aisladas ha sido fantástica. Si ellos no te ayudan no puedes seguir hacia delante ya que no puedes poner la tienda de campaña en medio de un barrizal o una laguna.”
¿Qué siente cuando te adentras en territorio desconocido?
“Esos tramos duros, el no saber que va pasar, a mi me da mucha vida, emoción. A lo largo de estos 8 años viajando tengo la certeza de que el ser humano es lo mejor de este planeta. Saber que me voy a encontrar con gente me da confianza”.
Te fuiste de regreso a Colombia para alcanzar los Andes.
Salva: “Cruce los Llanos colombianos y subí a Bogota en donde agarre vertiente más oriental de los Andes ya que en este país se divide en tres ramales. Cruzando los Andes una y otra vez he llegado hasta Mendoza. Han sido unos 50 pasos de 4000 metros, 5 de ellos superiores a 5000 metros. Estoy muy cansado y muy delgado. Estoy tratando de recupérame para enfrentarme con los vientos de Patagonia.”
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