Inteligencia emocional

Tu capacidad y derecho a aburrirte …

Dice mi amigo Luis que ya no nos aburrimos como antes. Y estoy muy de acuerdo. Esos momentos dedicados al arte y la ciencia de no hacer nada, a ver la vida pasar, están condenados a extinguirse. 

Y es que no gozan de buena prensa en esta sociedad tan “happy_crática” donde “divertirse” “sé feliz” … se han convertido en nuevos mandamientos. Una nueva condena. Y si la obsesión por el tiempo nos hizo esclavos del reloj (tic tac tic tac) aburrirse hoy está proscrito. Así que “amuermarse” es una actitud rebelde. ¡Muy punk! 

Y, según abandonamos los momentos de “muermo” perdemos la capacidad de aburrirnos. Se extingue y desaparece de nuestro repertorio comportamental. Como la curiosidad: o se cultiva o se seca.

Y con esta merma, también perdemos capacidades adaptativas. Porque ese “cansancio del ánimo provocado por la falta de estímulo” aviva la autorreflexión, la creatividad y la “red neural por defecto” que conduce a un mejor funcionamiento cerebral.

Así que reivindico el derecho a aburrirse. Y reclamo su papel como origen y motor de la historia. Lo siento por Marx (“la lucha de clases”). Y por Juan el Evangelista (“en el principio era el Verbo”). 

Así lo describía Kierkegaard en un inspirador relato: Los dioses estaban aburridos; por eso crearon seres humanos. A Adán, a Eva, y -sucesivamente- al resto. Para Soren, fue el aburrimiento quien pobló el mundo.

No andaban descaminados los ochenteros Kaka de Luxe. Del aburrimiento nació su canción “Pero me aburro”. y -a partir de ahí- mi mente empieza a girarComo vinilo sobre el plato. 

Porque “hace falta estar aburridísimo para ponerse a pensar”. Santiago Alba Rico. También para ponerse a leer y escribir. 

Incluso este aburrido post.

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