Inteligencia emocional

Sin inclusión no hay equipo

¿Por qué unos equipos funcionan y otros no? ¿Por qué un equipo de gente inteligente puede funcionar tan torpemente? Si algo es bueno ¿El doble no debiera ser mucho mejor?

El omnipresente Google, también ha caído en la tentación de estas preguntas y ha dedicado tiempo y esfuerzo al “por qué unos equipos tropiezan donde otros cogen carrerilla”. En 2012, se embarcó en el Proyecto Aristóteles. Y encontró que la seguridad psicológica (además de comunicación, confianza, distribución de tareas, y entender bien cuál es el objetivo final) es la clave de bóveda.

Nokia aprendió la lección en sus propias carnes: perdiendo su posición de liderazgo. ¿Por qué? Quedó atrapada en una “telaraña tejida por miedos”: los de la alta dirección hacia la competencia y frente al accionariado. Miedos que se traducían en presión hacia los mandos medios. Y “under pressure” éstos últimos temían a sus superiores e iguales de forma que no compartían información negativa. Bajo presión, lo prudente es racionar la sinceridad profesional. Así que el miedo venció en la carrera por el Smartphone.

Timothy R. Clark en su libro “Las 4 etapas de la seguridad psicológica: el camino de la innovación a través de la inclusión” llega a la misma conclusión. En su opinión, “la seguridad psicológica es una condición en la que te sientes incluido, seguro para aprender, seguro para contribuir y seguro para desafiar el statu quo, todo ello sin miedo a ser avergonzado, marginado o castigado”.

Permiso y respeto son los ejes donde se ubica la seguridad psicológica. En su defecto, paternalismo y explotación –dos caras, una misma moneda- son su resultado.

Si no te dan permiso te acabas recluyendo en tu zona de alcanfor. Ahí, no hay error. Te mece, te acuna, y como en la “parábola de la rana hervida” mientras la temperatura va subiendo, te sientes calentito. Cuando te das cuenta, estás en el punto de cocción. Acabas “hervido”.

Por otro lado, la explotación entra por la puerta cuando el respeto salta por la ventana. Cuando alguien confunde al equipo con una ferretería poblada de fusibles tan necesarios como intercambiables, les exprime todo su jugo sin apreciar el valor de cada persona. Sin valorar su singularidad. Entonces el equipo acaba “fundido”.

Nadie es un don nadie. Así que ni hervido ni fundido. Sea cual sea el problema, la solución está en el equipo. Sin seguridad psicológica, no hay equipo posible.

Mientras esto escribo leo que seis de cada siete personas en el mundo sufren sentimientos de inseguridad. Lo dice el Programa de naciones unidas para el desarrollo (PNUD).

Sin inclusión no hay equipo posible.

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