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Al noroeste, 50 km de costa mediterránea con uso acotado a 6 millas náuticas (unos 11 km) y fuertemente vigilada por la armada vecina. Desde diciembre de 2021, además de las preexistentes vallas, alambradas y torres de vigilancia, el resto del territorio queda delimitado por 65 km de un muro de hormigón, hierro y acero que recorre por completo el perímetro de una franja de tierra de 41 kilómetros de largo y entre 6 y 12 de ancho, con una superficie de 365 km², y una población que no llega a los dos millones y medio de habitantes. Cada placa del muro tiene una altura de 26 metros. Veinte enterrados para prevenir incursiones subterráneas, y seis sobre el suelo, para evitar saltos, y que además cuenta con sensores de movimiento, cámaras, radares y armas accionadas por control remoto. Junto a todo este control perimétrico, desde 2007 se ha impuesto un férreo bloqueo en los suministros de electricidad, gas, agua, alimentos, medicinas y combustible que desde el 7 de octubre han quedado cerrados completamente.
El perímetro amurallado, además de adentrarse en el mar 400 m tanto en el borde sur como el norte, cuenta con ocho pasos fronterizos, todos bajo el mismo control: siete con Israel, de los que sólo dos están operativos, ahora cerrados, y uno con Egipto, el único que se ha abierto para dejar pasar una mínima parte de la ayuda humanitaria necesaria para la población gazatí. Estos pasos son las únicas vías (terrestres) de entrada y salida del territorio.
El aeropuerto internacional inaugurado en 1998 fue bombardeado en 2001 y, por si alguien pensaba que quedaba algo que pudiera usarse, recibió una segunda lluvia de misiles en 2012.
Hablamos de la Franja de Gaza. Una auténtica cárcel al aire libre con vistas al mar.
El pasado 7 de octubre, desde ella, grupos armados de Hamás, con el lanzamiento de cohetes y el despliegue de combatientes, atacaron por sorpresa varios enclaves del sur de Israel asesinando deliberadamente a más de 1.400 personas, en su mayoría civiles, hiriendo a unas 3.300 y llevándose a más de 200 rehenes civiles y prisioneros militares.
A este acto, Israel respondió declarando la guerra a los militantes de Hamás el día 8, autorizando “acciones militares significativas” contra ellos. Desde entonces, a consecuencia de los bombardeos israelíes, según algunas fuentes, hasta hoy han fallecido más de cinco mil personas, de las que el 40% son niñas y niños, el 22% mujeres y personas ancianas y más de 15.000 han resultado heridas.
Mientras las tropas israelíes se preparan para una inminente incursión por tierra por el norte de la Franja, un millón de personas gazatíes desplazadas, huyendo hacia el sur, se enfrentan a una dificilísima situación de supervivencia.
Hago mías, una vez más, las palabras del pasado 8 de octubre de Margaret Karram, presidenta del Movimiento de los Focolares, nacida en Haifa, Israel, en el seno de una familia árabe-palestina y católica:
“No hay palabras para expresar el infinito dolor que siento en el corazón por las poblaciones de Israel y Palestina; por los muertos, los heridos, los rehenes, los desaparecidos y sus familias, que el último y gravísimo estallido de violencia ha causado en mi tierra.
Con profunda fe, junto a todo el Movimiento de los Focolares, me uno al llamamiento del Papa Francisco, al del Patriarcado Latino de Jerusalén, a las palabras de paz de los líderes de las distintas Iglesias cristianas y de los líderes de las Religiones –en particular de la región israelí-palestina– para pedir que se detengan las armas y que se comprenda que, como ha dicho el Papa Francisco en el Ángelus de hoy, «el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino que toda guerra es una derrota…».
En la oración al Dios de la Paz y la Justicia, me uno también a aquellos que en todo el mundo ofrecen oraciones, sufrimientos y acciones, para que la paz triunfe sobre el odio y el terror. Mi especial agradecimiento a quienes me han escrito desde lugares de conflicto, como Ucrania, expresando su ofrecimiento y cercanía a pesar de la trágica situación en la que viven desde hace más de un año.
Esforcémonos por construir un mundo fraterno y hagamos todo lo posible para que estos pueblos y todos los que se encuentran en las mismas situaciones de inestabilidad y violencia encuentren el camino del respeto a los derechos humanos, donde la justicia, el diálogo y la reconciliación son las herramientas indispensables para construir la paz”.
There must be another way / Tiene que haber otro camino
Noa
En 2009, mi bella hermana Mira Awad y yo representamos a Israel en el festival de Eurovisión. Hicimos historia. Nunca antes Israel había estado representada por una judía israelí y una palestina israelí. Nunca antes se había cantado en árabe en Eurovisión, y mucho menos junto al hebreo.
Escribí la canción en inglés con la colaboración de Gil Dor, que también la tradujo al hebreo, y Mira añadió la letra en árabe, y nos embarcamos en este fascinante viaje.
Esta canción sigue siendo dolorosamente relevante, hoy más que nunca. De hecho, apenas puedo cantarla o incluso PENSAR en ella sin llorar.
El nuevo, bello y conmovedor arreglo, que transforma la canción en una balada, fue realizado hábilmente por el corazón de Gil ♥️.
Os la regalamos a todos, para que la escuchéis, para que la grabéis en vuestros corazones como hicimos, y hacemos, cada día, en los nuestros.
“Cuando lloro, lloro por las dos.
Tiene que haber otro camino”.
https://youtu.be/bBTQFOkFZw8?si=XDlpp4L4A6ukN6bD
There Must Be Another Way There must be another Must be another wayYour eyes, sister Say all that my heart desires So far, we’ve gone A long way, a very difficult way, hand in hand And the tears fall, pour in vain There must be another way Your eyes say For there is no single address for sorrow There must be another way We will go a long way And when I cry, I cry for both of us And the tears fall, pour in vain There must be another way |
Debe haber otro camino Debe haber otra Debe haber otro caminoTus ojos, hermana Dicen todo lo que mi corazón desea Hasta ahora, hemos ido Un largo camino, un camino muy difícil, de la mano Y las lágrimas caen, se derraman en vano Debe haber otro camino Tus ojos dicen Porque no hay una sola dirección para el dolor Debe haber otro camino Recorreremos un largo camino Y cuando lloro, lloro por las dos Y las lágrimas caen, se derraman en vano Debe haber otro camino |
Referencias
Karram, Margaret (2023, 8 de octubre). Redescubrir el camino del respeto de los derechos humanos a través del diálogo y la reconciliación. Recuperado de https://www.focolare.org/es/2023/10/08/italiano-margaret-karram-ritrovare-la-strada-del-rispetto-dei-diritti-umani-attraverso-dialogo-e-riconciliazione/
Pita, Antonio (2023, 16 de octubre). Gaza, con un millón de desplazados, se enfrenta a un desastre humano. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2023-10-16/gaza-con-un-millon-de-desplazados-se-enfrenta-a-un-desastre-humanitario.html