Inteligencia emocional

Enamórate del problema …

A veces la tentación ni vive arriba ni se llama Marilyn. Te cita desde una estantería, en forma de título del último libro del cofundador de WAZE: Uri Levine. ¿Cómo vencer a esta provocación? Dejándote llevar por ella. … Suena demasiado bien.

La receta de Uri es tan sencilla como disruptiva: poner a la persona usuaria en el centro del ring, partir de un problema que valga la pena resolver y concebir proyectos –empresas según él- que mejoren la vida de las personas.

Y un consejo: fracasa lo más rápido posible porque cuanto antes lo hagas mayor será tu probabilidad de conseguir resultados. ¡Provocador!

Enamorarte del problema. Así, en negrita.

Ni siquiera de tus propias ideas y creaciones. Reconciliarte con A. Machado –¿eh, Gaztea?- y releer su aforismo ““¿Tu verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. Enamorarte del problema. Así, bien subrayado.

Y elaborar una buena historia. Que emocione. Que estamos hechos de relatos y somos narraciones. Con ellas le damos sentido a nuestra existencia. Ellas nos hacen más personas (a veces, no tanto).

Que el relato se come al dato como la cultura de tu organización se desayuna la estrategia sesudamente programada. Que lo más importante es el por qué. “La gente no compra lo que haces, compra por qué lo haces”.

Enamorarte del problema. Así, en cursiva.

Un problema chulo. De los que merecen la pena. Que te animan a levantarte cada mañana. Cuya solución ayude a hacer de éste un mundo más habitable, más humano, menos raro.

ENAMORARTE DEL PROBLEMA. Así, en mayúsculas.

Esas “Circunstancias o hechos que dificultan la consecución de algún fin” “Disgusto, preocupación” según la RAE. Que te inquieta y te mueve.

Enamorarte del problema. En rojo.

Que le duele a alguien. Y tenemos que hablar con “ese alguien” para comprender de manera profunda su percepción del mismo. Sin empatía no hay paraíso. Ni start ups, ni unicornios, ni nada.

Enamorarte del problema. No de ti mismo que eres sólo una “muestra de uno”. Estadísticamente insignificante. Ni prendarte de tu idea que no deja de ser una prolongación de “ti mismo”. Ni engancharte a tu propia “egocreación yo-mi-me-conmigo”.

La buena noticia es que enamorarse soporta mal el imperativo. Aversión que comparte con otros tantos verbos sea cual sea su conjugación. La mala noticia es que raramente escucha.

“Finalmente, todo se resume en nuestra capacidad de causar un impacto mayor y de contribuir a hacer del mundo un lugar mejor” (U. Levine).

Así que, Fall in Love with the Problem, Not the Solution!

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