Inteligencia emocional

Vacaciones con uno mismo

Año tras año la misma noticia llega a nuestros oídos: “en verano aumenta el número de separaciones y divorcios“. Las parejas comparten mucho más tiempo y actividades, la convivencia es más estrecha, cada uno pierde su espacio, en vacaciones no hay problemas de trabajo ni anécdotas del día laboral para (no) comentar…

Pero mi intención en este post no es hablar del divorcio de las parejas, sino darle una vuelta de tuerca y hablar de si nos divorciaríamos de nosotros mismos.

En verano aumenta el tiempo libre y puede suceder que tengamos que pasar mucho tiempo “a solas” con nosotros mismos. En el día a día vamos a un ritmo que muchas veces nos impide conectar con nuestro interior, con nuestros deseos, miedos, emociones…Tenemos que llegar a trabajar, dejar a los niños en el colegio, tener la compra hecha, hacer la casa, las actividades extraescolares de los niños, cursos, mis preocupaciones en el trabajo, las preocupaciones de los que me rodean. Vamos, como se suele decir,  a mil por hora.

En algunos post ya se ha hablado del ritmo de vida que llevamos y cómo afecta a nuestra salud. A veces el efecto puede ser como saltar de un tren que va a gran velocidad y parar en seco contra el suelo; durante las vacaciones aparecen las enfermedades, los dolores. Pero además, si no tenemos cuestiones más urgentes, o algo que ocupe nuestra mente, aparecen nuestras preocupaciones más profundas, aquellas que tenemos aparcadas y que cuando aparecen, nos pueden angustiar y  generar enfermedades.

Hay gente que siempre tiene que estar haciendo algo para que esa angustia no haga acto de presencia. En nuestra sociedad, en general, no tenemos la costumbre de dedicar tiempo a meditar y mirar hacia dentro, de profundizar en nuestra conciencia emocional, y tampoco educamos a los niños en la reflexión y en el saber estar solos.

En esta época del año, aunque no sólo sucede ahora, la exposición a uno mismo puede hacerse  consciente y emerge la posibilidad de “soportarnos” menos por descubrir cosas que durante el año pasan desapercibidas y no sabemos gestionar.

Hay quien aprovecha las vacaciones precisamente para conocerse mejor (me vienen a la cabeza los que hacen, por ejemplo, el Camino de Santiago solos). Pero ¿qué sucede con quien no busca encontrarse,  y lo hace?

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