Inteligencia emocional

Lágrimas en verano

El sol ha salido ya hace rato. El día está precioso. Estoy escuchado Chaconne,  de Bach, transcrita para piano por Busoni e interpretada por James Rhodes. Todo está bien… pero yo no paro de llorar.

Dicho esto, estoy seguro que muchos de ustedes pensarán que tengo un mal día, algunos sentirán un principio de lástima y otras personas habrán dejado ya de leer pensando en que no quieren leer un escrito lacrimógeno sobre sufrimiento y penas… nada más lejos de la realidad ya que yo estoy feliz y mis lágrimas saben muy distinto a cuando sufro, a cuando ni tan siquiera consuelan. Son lágrimas de satisfacción y tristeza que surgen en relación a dos personas que quiero y admiro mucho. Personas que son parte un grupo de seres humanos que me honran con su amistad y que me hacen grande con ello.

El detonante de mi llanto, de mi sosegado llanto, ha sido leer una misiva que era res
puesta a un recordatorio que yo había hecho a una mujer fuerte, poderosa, culta, influyente, militante, entregada, graciosa, rápida de mente y verbo e imponente en todos los sentidos que conocí hace ya unos años. En sus palabras había un reconocimiento personal, así como a la amistad que nos une, no solo a los dos, sino a la tropa de personalidades que he mencionado antes. Ese reconocimiento particular me llenó de satisfacción y me conmovió profundamente por lo que las lágrimas, lágrimas dulces, llenaron mi rostro… por el afectuoso reconocimiento y también por el recuerdo de una despedida.

Porque también en el correo mencionaba la tristeza que supone la marcha de un ser querido, aunque sea una despedida llena de ventura que plasma un buen presente y presagia un buen futuro lleno de posibilidades y de libertad que quien marcha, pero que no evita la falta, la ausencia de la inmediatez de la presencia, por mucha tecnología que nos una en esta sociedad híper-conectada. Una marcha que priva del tocar, de la cercanía, del olor, de la compañía “en cuerpo y alma”, de una palpable comunión. Una partida que, aunque deseada y celebrada me recordó a la despedida que yo mismo tuve con ella días antes, y aunque fui fuerte en aquel momento, hoy me ha llevado a celebrar su decisión con las lágrimas, dulces lágrimas, que se derraman cuando se va un ser querido, muy querido. Más aún cuando sentía el dolor de esas buenas amigas por su separación.

Lágrimas que, además, están ya fuera de mi rostro, aunque sigo saboreándolas, debido a que estoy pensando en lo que ambas dirían si en algún momento leyesen estas palabras y no puedo por menos que reír de lo que pensarían tildándome de sensiblero, de melodramático, de excesivamente meloso incluso de persona con una prosa meliflua. Es por ello que yo les dejo ya que, como siempre, o por lo menos como casi siempre, tienen razón contando además con la licencia que conllevan los buenos afectos para decir lo que les plazca…  lo mismo que he hecho yo

Y para ellas, para todo ese grupo de personas irrepetibles, y para todos ustedes que han continuado hasta el final de este post, les dejo con la obra que les comentaba en un principio, con Chaconne, Partita No. 2 BWV 1004, esta vez en su versión para violín que es como la escribió Bach e interpretada por Hilary Hahn.

Espero que la disfruten.

Yo estoy feliz.

Ha sido un placer compartir este llanto.

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